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¿Deberíamos prohibir las drogas si la prohibición fuese eficaz?

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No creo que sea conveniente ni preferible limitar el discurso anti-prohibicionista a asumir que el remedio prohibitivo es, simplemente, peor que la enfermedad.

¿Cómo puede una persona perder el derecho a su cuerpo? Siendo despojado de la libertad de cuidarlo y controlarlo como considere apropiado.

Thomas Szasz.

Muchos partidarios de la despenalización de las drogas o de su regulación en diferentes formas suelen argumentar que aflorar legalmente el mercado negro es, desde un punto de vista práctico, preferible a su persecución. En esta misma casa, hemos podido leer a Adolfo D. Lozano exponiendo acertadamente esa visión pragmática en la que se exponen los males de la prohibición en forma de costes financieros, baja calidad de las drogas, mejora de las instituciones policiales o abolición de las mafias (entre otras perversidades) que podríamos ahorrarnos si se legalizasen.

Aunque coincido con Adolfo, no creo que sea conveniente ni preferible limitar el discurso anti-prohibicionista a asumir que el remedio prohibitivo es, simplemente, peor que la enfermedad.

Vamos a imaginar (porque es obvio que la realidad no tira por ahí) que la prohibición puede ser “eficaz”. Supongamos que, ya sea porque el Estado se convierte en una maquinaria policíaca muy eficiente o porque los ciudadanos se bajan completamente los pantalones, unas pocas líneas en el BOE acaban con el mercado negro de drogas de un plumazo. ¿Nos habríamos quedado sin motivos con los que criticar la prohibición? Para nada, los motivos que nos quedarían son más fuertes, aunque menos chillones en el ideario colectivo, que los pragmáticos eliminados competentemente desde el Estado. He aquí otras 5 razones, desde mi perspectiva, más importantes que las expuestas por Adolfo D. Lozano:

1.- La prohibición atenta contra el principio de libertad, de propiedad y de autonomía contractual

La producción, distribución o consumo, si suponemos que la libertad individual es importante, sólo debería impedirse bajo poderosos motivos. En cuanto violamos el curso de acción de una persona para relacionarse con las drogas, frecuentemente lo hacemos con pretextos que despojan al actor del control sobre las relaciones interpersonales que necesite construir para adentrarse en ellas. Además de estar atentando contra su propia propiedad, ya sea despojándolo del control del lugar donde produce y/o distribuye droga o controlando la propiedad más importante que tiene nadie: su propio cuerpo.

2.- La despenalización cambiaría el rol paternalista del Estado terapéutico

Debido sobre todo a que a veces resulta más fácil limitar la vida de todos por miedo a caer en la indisciplina de uno mismo, derivamos y justificamos una responsabilidad que agiganta el poder del engranaje estatal dándole un poder inquisidor cuasi papal en nuestros quehaceres. La libertad implica más oportunidades igual que implica más riesgos. Cuando damos semejante poder al Estado, no sólo nos cerramos en banda a esas oportunidades con tal de librarnos de los riesgos, sino que nos infantilizamos y derivamos una responsabilidad cuyas últimas consecuencias sólo acabaríamos sufriendo nosotros. En palabras de Mark Twain:

¿De quién es la propiedad de mi cuerpo? Probablemente es mía… Si experimento con él, ¿quién debe ser responsable? Yo, no el Estado. Si escojo imprudentemente, ¿muere el Estado?

Si el Estado no muere cuando actúa irresponsablemente, ¿quién está mejor incentivado para ser responsable?

3.- El Estado no tiene más autoridad que nosotros para alejarnos de las drogas

Aunque a veces lo olvidemos, el Estado es, en esencia, extorsión prohibitiva cuya última consecuencia es la privación de la libertad. Cuando el Estado prohíbe la producción, distribución y consumo de drogas, en última instancia, tenemos que ser conscientes de que lo que está haciendo es amenazar con secuestrar y privar de libertad a aquellos que cometan tales actos. Muchas excusas suelen darse a favor de ello, algunas más poderosas que otras, pero si aceptamos que son los actos los que tienen carga moral y no las personas, nosotros, por tanto, también deberíamos estar igualmente legitimados a hacer efectiva esa prohibición. O lo que viene a ser lo mismo, si está bien secuestrar y encarcelar a los productores, distribuidores y consumidores de drogas, lo está no porque lo haga el Estado, sino porque el acto en sí está bien.

La pregunta que tenemos que hacernos entonces es:

¿Extorsionaríamos secuestrando y encarcelando en nuestra propiedad por un tiempo que consideremos razonable a los productores, distribuidores y consumidores de drogas en caso de que estos sólo se hiciesen daño a sí mismos?

Si respondemos negativamente, el Estado no debe hacerlo. Porque si es el acto y no la persona lo que tiene carga moral y nosotros no debemos hacerlo, el Estado no lo convierte en algo moralmente válido.

4.- La prohibición es estigmatizante

Afirmar consumir drogas actualmente equivale ante familiares y amigos a salir del armario exponiéndose a ser tildado de vicioso, enfermo e incluso irrespetuoso con el resto de la sociedad. Sociedad ya adaptada al statu quo prohibitivo que se ha instalado un filtro excluyente hacia unas personas y costumbres que no conoce y no puede juzgar oportunamente.

No estoy diciendo con ello que sea una práctica en la que uno deba necesariamente zambullirse y practicar para conocer en profundidad, ni muchísimo menos. Sin embargo, sería recomendable aceptar cierta tolerancia hacia costumbres ajenas que no tienen por qué dañar a terceros y comprender, como mínimo, a aceptar que hay cosas que, “aunque puedan parecer estar mal”, no son necesariamente cosas que “deban estar por si acaso prohibidas”.

La producción, distribución y consumo de drogas es una práctica cuyo “daño” internalizan los usuarios que la realizan. Si esto es así, ¿somos capaces de tolerar que otra gente se “haga daño” sin que nosotros salgamos perjudicados?

Espero que sí, porque si no, las excusas arbitrarias que harían del mundo un infierno despótico se me antojan infinitas.

5.- El daño no justifica generalmente la prohibición

Podemos imaginar fácilmente la inmensa cantidad de daño que una persona drogada puede realizar: ser arisco o distante en sus relaciones familiares, dilapidar dinero en el consumo, practicar sexo de manera insegura, autodestruir su salud o ser descuidado en el trabajo. Uno puede ver todos esos daños y pensar que la solución no pasa sino por intervenir y castigar todo lo que sea necesario hasta ver sanado esos males prohibiendo la causa indirecta: las drogas.

Sin embargo, y para ser consecuente, uno no puede prohibir algo porque pueda llevar a consecuencias indeseables sin querer prohibir también directamente esas consecuencias indeseables. Es decir, uno no puede prohibir las drogas porque causen indirectamente ser arisco, dilapidar dinero, practicar sexo inseguro, autodestruir la salud de uno mismo o ser descuidado en el trabajo sin estar de acuerdo en prohibir directamente ser arisco, dilapidar dinero, practicar sexo inseguro, autodestruir la salud de uno mismo o ser descuidado en el trabajo.

¿Castigaríamos esas consecuencias indeseables directamente? Si no es así, no hay sentido en castigar las drogas porque causen indirectamente esas indeseables consecuencias.

Hay más argumentos que sobreviven luego de haber supuesto una prohibición eficiente. Sin embargo, los reservo para no hacer demasiado extenso este escrito.

Libertad y buenos humos.

27 Comentarios

  1. El Estado no está por encima

    El Estado no está por encima de los derechos fundamentales y por eso no prohíbe el consumo.

    El Estado pretende estar por encima de los derechos fundamentales y por eso prohíbe el mercadeo.

    El Estado es la estructura evolutiva que regula los comportamientos sociales y su ejecutivos asumen que las drogas, como sustancias psicoactivas, anulan tu libertad al alterar tu percepción y tu capacidad de discernimiento, esclavizan a los adictos y son fuente de perjuicios para segundos y terceros, que son su responsabilidad. El Estado pretende suspender tu libertad para que no decidas libremente suspenderla con externalidades negativas.

    Esto es una sarta de incoherencias pero es el argumentario de la actual prohibición.

    El impecable argumentario dela libertad rebate algo que se pretende pero no existe, la prohibición del consumo.

    El argumentario de la ineficacia rebate con solvencia la actual prohibición del mercadeo.

    • El Estado puede ser una

      El Estado puede ser una institución evolutiva y puede actuar actualmente regulando comportamientos sociales como tomar drogas, tanto esa evolución como el hecho de que sea el status quo actual, no lo convierte en legítimo. ¿Lo convierte en legítimo que «anulen» nuestra libertad? No. Para empezar, las drogas no tienen poder para esclavizar a nadie, eso es algo exclusivamente humano. Es el ser humano quien decide tomar drogas o no tomarlas y el Estado quien esclaviza impidiendo que los seres humanos busquen la manera idónea de tomarlas.

      De la misma manera que las drogas no esclavizan, tampoco lo hace la naturaleza sobre el ermitaño que tiene que sobrevivir de ella o el enamoramiento que empuja a alguien a hacer cosas que sin ese estado no lo haría. Sólo los seres humanos tienen capacidad para esclavizar, porque esclavizar es un acto humano.

      Los perjuicios no justifican la prohibición por ésto:

      «5.- El daño no justifica generalmente la prohibición

      Podemos imaginar fácilmente la inmensa cantidad de daño que una persona drogada puede realizar: ser arisco o distante en sus relaciones familiares, dilapidar dinero en el consumo, practicar sexo de manera insegura, autodestruir su salud o ser descuidado en el trabajo. Uno puede ver todos esos daños y pensar que la solución no pasa sino por intervenir y castigar todo lo que sea necesario hasta ver sanado esos males prohibiendo la causa indirecta: las drogas.

      Sin embargo, y para ser consecuente, uno no puede prohibir algo porque pueda llevar a consecuencias indeseables sin querer prohibir también directamente esas consecuencias indeseables. Es decir, uno no puede prohibir las drogas porque causen indirectamente ser arisco, dilapidar dinero, practicar sexo inseguro, autodestruir la salud de uno mismo o ser descuidado en el trabajo sin estar de acuerdo en prohibir directamente ser arisco, dilapidar dinero, practicar sexo inseguro, autodestruir la salud de uno mismo o ser descuidado en el trabajo.

      ¿Castigaríamos esas consecuencias indeseables directamente? Si no es así, no hay sentido en castigar las drogas porque causen indirectamente esas indeseables consecuencias.

      Hay más argumentos que sobreviven luego de haber supuesto una prohibición eficiente. Sin embargo, los reservo para no hacer demasiado extenso este escrito.»

    • Hola JoséMª

      Hola JoséMª

      Estamos de acuerdo en que el Estado actúa ilegítimamente limitando coercitivamente los derechos fundamentales.

      El Estado se molesta en no prohibir el consumo porque no puede rebatir todo el argumentario de la libertad, pero pone todo su inútil empeño en prohibir el mercadeo de sustancias que considera socialmente peligrosas.

      El reconocer con nitidez la intención estatal de prohibir el consumo no cambia el hecho de que no lo prohíbe.

      Lo que es un hecho incontestable es que prohíbe el mercadeo y esta prohibición es una decisión con muchos más perjuicios que beneficios.

      Los argumentarios de la ineficacia y de la libertad son igualmente contundentes, pero solo el de la ineficacia rebate una prohibición positivamente existente.

      Si solo esclavizan las personas, el Estado, que no es una persona, tampoco esclaviza.

      No veo grandes desacuerdos entre nosotros y no hay nada menos intelectualmente estimulante que el acuerdo en las ideas.

      Un saludo.

    • Perdona, pero no te entiendo

      Perdona, pero no te entiendo bien. Este impecable artículo muestra que el argumento de la libertad rebate la prohibición del mercadeo bastante mejor que los argumentos pragmáticos, pues deshace el nudo gordiano de un tajo negando la premisa mayor. La libertad de mercado no es un instrumento, más eficaz que su prohibición, al servicio de una causa estatal, sino que constituye una independiente causa en sí misma digna de la mayor defensa.

      Si respetuosamente nos limitamos a sugerir al Estado -para conducirlo, ladinos, a nuestro terreno- cómo cumplir mejor sus objetivos, éste será muy libre de cambiarlos a capricho frustrando cualquier engatusamiento. El Estado no es tonto, o al menos no hay que contar con que lo sea.

      Bromas aparte, parece importante priorizar la claridad de ideas por encima de la cortesía. El artículo de Lozano estuvo muy bien en el aspecto táctico, pero algo ayuno en lo teórico, por eso viene muy oportuna la aclaración de Escorihuela

    • Hola Berdonio, excusa el

      Hola Berdonio, excusa el resultar críptico, no es mi intención.
      El argumentario de la libertad rebate la legitimidad del Estado para prohibirme la propiedad sobre mi cuerpo, mis pertenencias y mis contratos, de hecho rebate la necesidad de Estado.
      La realidad es que el Estado existe y se arroga la legitimidad para prohibir el mercadeo de las algunas drogas porque las considera socialmente perjudiciales.
      Para la libertad, el perjuicio individual es asumible y el social regulable.
      Para el Estado, el perjuicio social es legitimador.
      La libertad deslegitima al Estado a priori, la ineficacia deslegitima las acciones del Estado supuestamente benefactor, como por ejemplo la lucha contra el narcotráfico.
      En esta ocasión hablábamos de la prohibición de las drogas y podemos decir que el Estado es malo siempre y en este caso también, o especificar que en este caso además de su permanente equivocación de fondo, añade una absoluta equivocación de forma.
      Un saludo.

    • Gracias por la aclaración.

      Gracias por la aclaración.

      Entonces, se trataría de sustituir una revolucionaria y radical (¿arriesgada, impracticable, utópica…?) deslegitimación en origen por la de ejercicio, mucho menos escandalosa y más asumible. Muy bien, pero a mi modo de ver acomplejarse desorienta y no funciona. Además, el prohibicionismo tiene fácil respuesta a esas tímidas críticas -de forma que no de fondo, bien dices- aduciendo, como de hecho hace, que el perjuicio social percibido supera cualquier inconveniente objetado, o que, simplemente, es preciso ser más eficaces. Al final sería una mera y controvertida cuestión de gustos y preferencias políticas sobre la importancia relativa de supuestos perjuicios sociales.

      Tengo yo mis dudas de que en la práctica sólo la ineficacia rebata la prohibición positivamente existente, pero a decir verdad ni me importa, porque en este debate sólo me interesa la ética, y creo que no avanzaríamos mucho con la gente drogándose libre y segura pero sin cuestionar el poder del Estado

      Un saludo. Me encanta cambiar impresiones con gente razonable

    • Igualmente encantado

      Igualmente encantado

      Un libertario trata de vivir lúcidamente su condición de siervo del Estado pues no tiene herramientas para provocar un cambio social a corto/medio plazo ( planificación vertical descendente, certezas absolutas, la violencia, la justificación ideológica de todo…).

      Se trata de entender por qué la lucha contra el narcotráfico jamás traerá nada positivo y se trata de no aplaudir a nuestros políticos extorsionadores por hacer el imbécil jugando a salvadores.

      Nuestra denuncia de la desnudez del Rey no nos libera de nuestra condición de siervos del Estado, pero nos convierte en hombres libres soguzgados que han dejado de ser lacayos sonrientes y agradecidos.

      Parece socialmente poco, pero es un tesoro personal con un enorme potencial a largo plazo.

      Un saludo.

    • El Estado podría decirse que

      El Estado podría decirse que no esclaviza, correcto, es una institución que no hace nada si nadie actúa utilizándolo. Los que si que esclavizan son los agentes que actúan a través de él, ejerciendo violencia coercitiva.

      Un saludo

    • El Estado podría decirse que

      El Estado podría decirse que no esclaviza, correcto, es una institución que no hace nada si nadie actúa utilizándolo. Los que si que esclavizan son los agentes que actúan a través de él, ejerciendo violencia coercitiva.

      Un saludo

    • El Estado podría decirse que

      El Estado podría decirse que no esclaviza, correcto, es una institución que no hace nada si nadie actúa utilizándolo. Los que si que esclavizan son los agentes que actúan a través de él, ejerciendo violencia coercitiva.

      Un saludo

    • El Estado podría decirse que

      El Estado podría decirse que no esclaviza, correcto, es una institución que no hace nada si nadie actúa utilizándolo. Los que si que esclavizan son los agentes que actúan a través de él, ejerciendo violencia coercitiva.

      Un saludo

    • Parece que ha habido un error

      Parece que ha habido un error en el envío del último comentario, lamento el spam.

    • El sistema de verificación de

      El sistema de verificación de mensajes de esta santa casa tiene un enorme margen de mejora y mejorará.

      Estamos de acuerdo, mi comentario ha sido por lo exquisito que te has puesto puntualizando que las drogas, al no ser personas no esclavizan.

      Un cordial saludo.

  2. Jose

    Jose
    Los efectos de la prohibición de drogas (como paso con la ley seca en Norteamérica) es otro gran negocio de los políticos. Saben que encarece lo que prohíben y lo hace mas atractivo al consumidor (aumenta la demanda) por eso prohíben el mercadeo y no su consumo.
    Pero quizás sea una bendición intelectual. Recuerda lo que escribió el inolvidable Samuel Coleridge bajo los efectos del opio:

    ….The Knight’s bones are dust,
    And his good sword rust;
    His soul is with the saints, I trust.

    Solo transcribo los tres últimos párrafos del poema The Knight Tomb porque reflejan el típico frio e irreverente cinismo ingles ante la autoridad.
    Libertad y buenos humos de opio-

    • Por algún motivo no me

      Por algún motivo no me aparecen los comentarios que le estoy haciendo como respuesta. Espero que éste sí.

      La política enfanga las relaciones humanas privadas.

      Libertad y muy buenos humos 😉

  3. He aquí un buen ejemplo de
    He aquí un buen ejemplo de cómo las drogas anulan la capacidad de libertad del ser humano.
    El autor está tan enganchado a su “ideología”, que es incapaz de ver que entre el blanco y el negro está el gris.

    • Es falaz que las drogas
      Es falaz que las drogas anulen la capacidad de libertad del ser humano como es falaz que un punto medio entre dos posturas (arbitrario, por cierto) tenga que ser preferible a uno de sus extremos. Ejemplo:

      Primer extremo: Debo respetar tu cuerpo y bajo ningún concepto aprovecharme sexualmente sin tu consentimiento.

      Segundo extremo: Puedo hacerte mi esclavo sexual a voluntad eticamente, el consentimiento no importa

      ¿Elegimos un punto medio entre éstos 2?

      Un placer

    • Puntuó, que es falaz que las
      Puntuó, que es falaz que las drogas TENGAN que anular la capacidad de libertad. Un coma farmacológico te deja anulado, aunque no serían las drogas como tales, sino su ingesta en esas dosis específicas.

      En dosis menores a mi me dejan la suficiente libertad como para elegir voluntariamente responderte sin emplear falacias.

  4. Yo creo que si el Estado
    Yo creo que si el Estado fuese mas eficaz que el mercado para organizar la sociedad entonces sí que tendría su sentido.
    Imagino un Armageddon en el que el Estado fuese capaz de salvar el planeta y el mercado no, en ese caso, ¿no sería mejor el Estado?

    • La coacción rutinaria y
      La coacción rutinaria y sistemática no se justifica apelando a escogidos casos extremos. No te imagines un fantástico caso límite ad hoc; eso, como mucho, apoyaría una fuerza tasada, subsidiaria, excepcional y muy limitada, pero nunca la omnipresente coacción estatal.

      Por definición, la coacción no puede ser más eficaz que la libertad. Eficacia: capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera. ¿Cómo vamos a lograr lo que deseamos si anulan nuestra voluntad?

    • Por eso digo que esto del
      «La coacción rutinaria y sistemática no se justifica apelando a escogidos casos extremos» ¿porque no?
      ¿Acaso salvar el planeta no justifica la coacción sistemática? prefiero vivir esclavo, que morir libre
      «la coacción no puede ser más eficaz que la libertad» puede ser mas eficaz un esclavista pagando supervivencia de sus esclavos y vigilantes, que un empresario pagando sueldos.

    • Por eso digo que esto del
      «La coacción rutinaria y sistemática no se justifica apelando a escogidos casos extremos» ¿porque no?
      ¿Acaso salvar el planeta no justifica la coacción sistemática? prefiero vivir esclavo, que morir libre
      «la coacción no puede ser más eficaz que la libertad» puede ser mas eficaz un esclavista pagando supervivencia de sus esclavos y vigilantes, que un empresario pagando sueldos.

    • Por eso digo que esto del
      «La coacción rutinaria y sistemática no se justifica apelando a escogidos casos extremos» ¿porque no?
      ¿Acaso salvar el planeta no justifica la coacción sistemática? prefiero vivir esclavo, que morir libre
      «la coacción no puede ser más eficaz que la libertad» puede ser mas eficaz un esclavista pagando supervivencia de sus esclavos y vigilantes, que un empresario pagando sueldos.

  5. Estoy basicamente de acuerdo,
    Estoy basicamente de acuerdo, pero me queda una duda. Es un apersona adicta o más propensa a la adicción libre?

  6. «La coacción rutinaria y
    «La coacción rutinaria y sistemática no se justifica apelando a escogidos casos extremos» ¿porque no?
    ¿Acaso salvar el planeta no justifica la coacción sistemática? prefiero vivir esclavo, que morir libre
    «la coacción no puede ser más eficaz que la libertad» puede ser mas eficaz un esclavista pagando supervivencia de sus esclavos y vigilantes, que un empresario pagando sueldos.

    • Antes olvidé identificarme
      Antes olvidé identificarme (me divierte que mi “maldad” me preceda)

      Primero, das por hecho sin demostrar que sólo se podría salvar el planeta si reina una arraigada coacción sistemática. Según eso, sería necesario un gobierno mundial, pues no habría modo de coordinar eficazmente a anárquicos Estados libres. Si los estatistas fuerais lógicos, preconizaríais un Estado mundial. Si los intervencionistas fuerais lógicos, propugnaríais el comunismo. Si los demócratas fuerais lógicos, defenderíais la dictadura de los gilís, que es con diferencia el grupo más numeroso.

      Segundo, si un caso extremo y accidental justificara una coacción continua, deberíamos vivir en estado de sitio, ese régimen de excepción, permanente. Que algo funcione en circunstancias muy concretas no garantiza su validez o aplicabilidad general. Si me lo niegas te puedo demostrar falazmente cualquier cosa; por ejemplo, que el Estado tiene por finalidad gasear a millones de personas.

      Tercero, parece ser que todos tus análisis adolecen del mismo grave defecto: pérdida de generalidad. La eficacia del esclavista está reñida con la del esclavo. Además se trata de una eficacia parcial e inestable que durará hasta que el esclavo se rebele. La única manera de contemplar una eficacia general y armónica es restringirla a la coexistencia pacífica de la infinidad de planes individuales posibles.

      Por eso es absurdo valorar la coacción como eficaz ¿Eficaz para quién? Siempre será una respuesta parcial y limitada y en beligerancia con otras eficacias legítimas en la medida que respeten la voluntad pacífica de los demás.

      Eres muy libre de preferir vivir de rodillas a morir de píe, pero si atacas a los demás tienes muchas papeletas para acabar muriendo de rodillas.

  7. Berdonio, me has convencido,
    Berdonio, me has convencido, gracias


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