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Difusión de ideas (I): Creación y captación de valor

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El debate acerca de los distintos modelos económicos (economía planificada, libre y mixta) y sus ideologías (comunismo, liberalismo y socialismo) no deja de ser un debate de ideas.

El debate acerca de los distintos modelos económicos (economía planificada, economía libre y economía mixta) y sus ideologías (comunismo, liberalismo y socialismo)  no deja de ser un debate de ideas.

Los defensores activos de tales sistemas o ideologías que intentan difundirlas, ya sean liberales o comunistas, deben darse cuenta que están tratando de vender un producto o servicio. Más concretamente, están realizando un ofrecimiento al mercado y están entregando una propuesta de valor.  Para que este proceso tenga éxito deben darse y tenerse en cuenta una serie de cuestiones.

La primera de ellas, y que tratamos en este artículo, es la creación de valor para los receptores de ideas (público objetivo como veremos en otro artículo) para posteriormente captar valor de ellos.

Esto es, se debe producir un intercambio de valor en el que el difusor de ideas debe crear y entregar una serie de beneficios. En el caso de las ideas, estos beneficios son intangibles (aunque pueden ir acompañados de tangibles) y van destinados a satisfacer unas necesidades: pertenencia a un grupo, entendimiento sobre cómo funciona el orden social, prestigio social, crecimiento personal, autorrealización, etc.

El análisis de estas necesidades debe preceder toda acción de los difusores de ideas, ya que sin el conocimiento de éstas no se podrá elaborar una correcta y ajustada propuesta de valor.

Habrá que preguntarse: ¿las ideas que estoy aportando sirve a su receptor para mejorar su vida, su crecimiento personal y su autorrealización? ¿Sirven para incrementar su entendimiento de las leyes sociales?

Si simplemente se lanzan mensajes sin tener en cuenta estas preguntas no podremos pretender que nadie se interese por nuestras ideas. Serán ignoradas totalmente. Y el rechazo será inmediato, ya que actualmente estamos sobrecargados de información y además no tenemos tiempo que malgastar en algo que no nos aporta nada.

Sólo se si ofrece algo claramente beneficioso al receptor se podrá captar valor del mismo en forma de lealtad, suscripción, compra de libros, lectura de artículos, etc.

Por tanto, el proceso de difusión de ideas está centrado en servir al receptor. Todo empieza y acaba en él. El mensaje debe ajustarse a las características del destinatario, al que llamaremos público objetivo en el siguiente artículo.

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