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El arzobispo de Canterbury y la sharia

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El reverendo Rowan Williams, líder de la comunidad anglicana, ha sido acusado de defender la aplicación de la sharia en el Reino Unido. Desde los medios conservadores, y también desde varios blogs liberales, se ha criticado duramente al arzobispo por capitular ante el islamismo y reivindicar la importación de sus tiránicas leyes. No han faltado llamamientos a su dimisión y voces de alarma sobre lo peligroso de semejante actitud rendicionista. Tengo serias dudas, sin embargo, de que quienes están tan escandalizados se hayan molestado en leer la transcripción de lo que en realidad dijo el arzobispo en la conferencia y en la entrevista en la BBC. Si lo hubieran hecho, o sus declaraciones hubieran sido honestamente presentadas por los medios, esta polémica no habría surgido.

En su conferencia, titulada Derecho civil y religioso en Inglaterra, el arzobispo reflexionó en torno a la conveniencia de acomodar en las leyes inglesas ciertos elementos de la sharia, ofreciendo a los miembros de la comunidad islámica la opción de escoger la jurisdicción por la regirse en determinados ámbitos del derecho civil. Williams, que hizo extensible su propuesta al resto de comunidades religiosas, puso como ejemplos el derecho matrimonial, las transacciones financieras, y la mediación y resolución de disputas. Fue explícito en cuanto a los límites de esta pluralidad legal: la sharia solo podría formar parte del sistema legal en la medida en que fuera compatible con las libertadas básicas que deben garantizarse a todos los ciudadanos, y los miembros de la comunidad religiosa deberían tener siempre la posibilidad de escindirse de la jurisdicción de la sharia para recurrir a la legislación secular. "Si algún tipo de pluralidad jurisdiccional fuera reconocida, presumiblemente debería serlo bajo la rúbrica de que ninguna jurisdicción ‘suplementaria’ tenga el poder para denegar el acceso a los derechos garantizados a otros ciudadanos o castigar a sus miembros por reclamar esos derechos."

El arzobispo en ningún momento se refirió al derecho penal en sus intervenciones (salvando una mención al castigo por apostasía, como ejemplo de lo que sería irreconciliable con su propuesta). En sus declaraciones a la BBC señaló: "Nadie en su sano juicio, creo, querría ver en este país el tipo de barbarie que a veces parece estar asociada con la práctica de la ley en algunos estados islámicos [con] castigos extremos, y también las actitudes con respecto a las mujeres."

El planteamiento del arzobispo es, en buena medida, una realidad en la sociedad multicultural inglesa (de ahí su referencia a la "inevitabilidad" de la sharia). En el ámbito de las finanzas, las prescripciones de la sharia han sido adoptadas por múltiples bancos y fondos de inversión en atención a las sensibilidades de sus clientes musulmanes. La City de Londres, uno de los centros de finanzas más importantes del mundo, está a la cabeza en servicios financieros islámicos. En el ámbito de la familia, los tribunales islámicos ya operan informalmente satisfaciendo una importante demanda de servicios de resolución de disputas. Sugerir, como hizo el arzobispo, que podrían reconocerse legalmente las resoluciones de estos tribunales dista mucho de ser revolucionario. En Canadá las comunidades nativas tienen acceso a esta jurisdicción legal supletoria, y en el Reino Unido los tribunales ortodoxos judíos operan legalmente resolviendo disputas de acuerdo con las enseñanzas del Talmud.

Según Eugene Volokh, el arzobispo está defendiendo básicamente acuerdos de arbitraje, incluyendo acuerdos prematrimoniales. "Si tú y yo firmamos un contrato (relacionado, por ejemplo, con las transacciones financieras) en los Estados Unidos, podemos ponernos de acuerdo en que nuestras disputas sean resueltas por un árbitro (normalmente secular, pero nada nos impide escoger uno religioso). También podríamos ponernos de acuerdo en que nuestras disputas se resolvieran de acuerdo con cualquier normal legal que eligiéramos, ya sea la ley de Dakota del Norte, la ley de Suiza, unas normas legales esbozadas por nosotros, o la ley judía o islámica". En Texas y en Minnesota, por ejemplo, los tribunales ejecutaron la resolución de un arbitraje basado en la sharia. En Nueva Jersey los tribunales aplicaron las leyes saudíes en el caso de dos empresas que acordaron resolver sus disputas según la legislación de Arabia Saudí.

Desde un punto liberal, el problema que plantea esta pluralidad legal es que tendría un componente estatal. ¿No es preferible que los tribunales islámicos, por ejemplo, permanezcan por entero en el ámbito privado (aunque no sean legalmente vinculantes)? Pero por otro lado sería doblemente injusto que el Estado se arrogara el monopolio en la ejecución de los contratos y luego no ejecutara ninguno (o que no fueran vinculantes aquellos que están basados en la sharia y han sido aceptados voluntariamente). La pluralidad en el ámbito público tampoco es un concepto nuevo: la defienden quienes proponen que los padres puedan elegir la lengua en la que se escolarizará a sus hijos en los colegios públicos. La pluralidad legal, además, introduce una idea atractiva que destaca el arzobispo: "[las distintas jurisdicciones] se verán forzadas a competir por la lealtad de sus miembros" (y menciona la introducción de un "elemento de mercado" en esta área).

Es lamentablemente cierto que en el ámbito familiar la aplicación de la sharia en el Reino Unido no siempre es consentida por parte de la mujer o de las hijas. En las comunidades islámicas inglesas también se dan casos de abuso y de coerción. Pero este hecho me parece un motivo para destapar y perseguir estos casos de abuso, no un motivo para asumir que la adhesión a la sharia no es voluntaria o que la pluralidad legal no puede ser explorada. El argumento de que nos encontramos ante una slippery slope (la aceptación de una parte de la sharia conducirá a la aplicación integral de la sharia) no es convincente, pues como apunta Volokh no nos hallamos en ninguna slippery slope si lo que estamos aceptando es la simple ejecución de contratos donde las partes se someten voluntariamente a la autoridad de la sharia. La pendiente empieza con la ejecución de unos contratos y acaba con la ejecución de todos los contratos.

El arzobispo de Canterbury no es ningún liberal, como lo demuestran sus opiniones favorables a censurar la blasfemia o a poner más trabas legales al juego. En esta ocasión, sin embargo, ha planteado una propuesta sensata que no merece el desprecio y los descalificativos que ha recibido. Nos quejamos de que los musulmanes tienen la piel demasiado fina cuando bromeamos sobre Mahoma, pero luego alguien propone un debate serio y razonable sobre cómo compatibilizar ciertas normas religiosas con las libertades básicas y la reacción es "si quieren la sharia, que se vayan a Arabia Saudí".

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