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El capitalismo es gay-friendly

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Si el llamado orgullo gay ha de tener algún sentido racional debería ser, también, la celebración de la orgullosa defensa de la libertad.

Puede que a no pocos sorprenda o choque el título. Por la sencilla razón de que la izquierda socialista ha sido hábil y poderosa en secuestrar -y tergiversar- para sí no pocos movimientos, como típicamente sucede con el que reivindica y defiende los derechos de la mujer o de los homosexuales. Pero esta apropiación, entendida como los justos derechos individuales iguales para todos sin discriminación por género u orientación sexual, es indebida. En el caso de los derechos de la mujer, leamos a María Blanco; así pues, consideremos rápidamente el otro caso, el del movimiento que se ha venido a llamar LGBTI.

No fueron pensadores socialistas sino liberales desde la época de la Ilustración e incluso antes como John Locke o Adam Smith los que abanderaron lo que en el siglo XX Friedrich Hayek expuso al afirmar en su Los fundamentos de la libertad que “las prácticas privadas entre adultos, aunque puedan resultar aberrantes para la mayoría, no son un sujeto de acción coactiva para un Estado cuyo objeto es minimizar la coacción”. El liberal moderado John Stuart Mill dijo en el siglo XIX que “sobre sí mismo, sobre su mente y cuerpo, sólo el individuo es soberano”.

Los derechos de las llamadas minorías siempre han estado mejor preservados en aquellos regímenes donde el Estado ha jugado un papel reducido en la vida de los ciudadanos, donde más se han cumplido pues los requisitos de un orden social liberal y por ende más alejados los ciudadanos han estado de variantes del socialismo.

El historiador John Boswell afirma por ejemplo en su libro Cristiandad, tolerancia social y homosexualidad que “los homosexuales estaban en realidad más seguros bajo la República Romana, antes de que el Estado (en el Imperio) tuviera autoridad para controlar aspectos de las vidas personales de los ciudadanos. Cualquier gobierno con el poder, deseo y medios de control sobre cuestiones personales o creencias religiosas podría también regular la sexualidad”.

Fue en el siglo XVIII con el incipiente capitalismo e inmediatamente posterior Revolución Industrial cuando, según John D’Emilio y Estelle Freedman, hubo en este caso en América “una general reducción en la regulación estatal de la moralidad y un giro en las preocupaciones sociales de los asuntos privados hacia los públicos”. El cambio fundamental no vino por el distinto modo de elegir al gobierno (democracia) sino por la limitación de éste para intervenir en asuntos privados (liberalismo y capitalismo).

Fue el advenimiento de la era capitalista lo que permitió a los individuos vivir de manera autónoma, hacer valer y reclamar su individualidad. El capitalismo nos liberó del feudalismo y el absolutismo. La industrialización que llevó a la urbanización y el anonimato de la urbe nos permitió a los ciudadanos construir independientemente nuestras vidas en la abierta sociedad del mercado pacífico con espacio y respeto a las vidas profesionales y personales. Nos dio libertad individual.

Eric Markus en su libro Making History asegura que fue la capacidad de abandonar el hogar parental y buscarnos una vida los que nos permitió elegir libremente nuestro estilo de vida. El académico australiano Dennis Altmas observaba esto a pesar de sus ideas socialistas en 1982 afirmando que “el desarrollo [del movimiento cultural y político por el que los homosexuales se definen como una nueva minoría] sólo ha sido posible bajo el moderno capitalismo de consumo, que ha creado condiciones para una mayor libertad y diversidad que ninguna otra sociedad haya nunca conocido. Para todos los que somos socialistas, esto presenta un importante dilema político”.

En el caso chino, Kate Zou comenta en Long March for Freedom que un paso crítico en la liberación homosexual fue la privatización de las viviendas, que permitió a parejas homosexuales comprar o alquilar apartamentos. La mayor libertad económica en el mercado de la vivienda condujo a la creación de locales orientados a público gay, algo que no habría sucedido bajo el mando de autoridades públicas de la vivienda.

Nadie tampoco puede negar hoy la fuerte correlación entre la libertad económica y libertades civiles. En realidad, para los liberales, la libertad individual es una y como tal ha de ser defendida sin excepciones o notas al margen. Y la libertad individual de las personas homosexuales no ha sido ninguna excepción. No lo ha sido teóricamente. Tampoco lo ha sido en la práctica.

Si el llamado orgullo gay ha de tener algún sentido racional debería ser, también, la celebración de la orgullosa defensa de la libertad. De la libertad individual que provee y garantiza el pacífico y fructífero orden social del capitalismo laissez-faire.

8 Comentarios

  1. Según entendí a Hoppe (que
    Según entendí a Hoppe (que alguien me corrija si me equivoco), si el mundo se dividiera en muchos millones de pequeñas sociedades libertarias, en sociedades puramente anarco-capitalistas, entonces todos los comportamientos aberrantes y antisociales (como la homosexualidad) tenderían a desaparecer por la propia presión selectiva que la economía ejercería sobre el comportamiento humano.

    Entonces, también los defensores del capitalismo tendrían un importante dilema político. Porque a la Sociedad le haría falta una economía mixta, entre fascista y comunista, con un fuerte Welfare-Warfare State y muchísima burocracia para generar un ambiente adecuado en el cual pudieran florecer y prosperar ciertos comportamientos que algunos llamarían libertinos y depravados. Pero no solo necesitaríamos fascismo y comunismo económicos, sino que los «poderes públicos» tendrían que resistir la tentación de establecer también el fasciscmo y comunismo sociales. Cuando el PSOE dijo que querían prohibir la prostitución (y la pornografía) usando el subterfugio de clasificarlo todo como «trata de blancas» y «violencia contra la mujer», se inició el camino hacia el control político de esta rareza histórica que es la libertad sexual propia del momento presente.

    Es el liberalismo social y cultural solo posible con un Estado policial con tasas de impuestos que son claramente confiscatorias? O bien es el capitalismo laissez-faire solo viable con un férreo control de la «moral» pública, estilo Singapur?

    A mí me parece que estamos muy lejos del libre mercado real, y todavía más lejos de una verdadera libertad personal, cultural y social. La permisividad actual es más bien un accidente que el poder planea «corregir» que un logro de ningún tipo. La política es el intento de controlar el comportamiento de la gente, y para hacerlo hace falta un código. Todos los códigos están condenados al fracaso, porque la gente es esencialmente libre, como demuestra el hecho de que nunca en toda la historia registrada ha habido mayor número que ahora de regulaciones activas.

    Mi esperanza es que este vergonzoso invento llamado «política» sea destruido aplastado por su propio peso. Para lo cual necesitamos mucha más gente con innatas capacidades creadoras, seres intrínsecamente libres. Mi consejo es que todo el mundo se ponga a tener hijos como conejos. Los liberales tenemos que ser más natalistas que ninguno. Se lo debemos a la humanidad. Y los homosexuales también deberían procrear, y cuanto antes mejor. Si necesitan alguna ayudita para hacerlo, recomiendo que se vayan de excursión al extranjero a hacer eso de la gestación subrogada, como en la dictadura anterior se hacía para ir a abortar.

    Es bueno que haya muchos homosexuales en una sociedad? Si lo es, que se demuestre con hechos, no con palabras. A procrear. Viva el DNA.

    • El peor analfabeto
      El peor analfabeto
      es el analfabeto político.
      No oye, no habla,
      ni participa en los acontecimientos políticos.
      No sabe que el costo de la vida,
      el precio del pan, del pescado, de la harina,
      del alquiler, de los zapatos o las medicinas
      dependen de las decisiones políticas.

      El analfabeto político
      es tan burro, que se enorgullece
      e hincha el pecho diciendo
      que odia la política.

      No sabe, el imbécil, que,
      de su ignorancia política
      nace la prostituta,
      el menor abandonado,
      y el peor de todos los bandidos,
      que es el político trapacero,
      granuja, corrupto y servil
      de las empresas nacionales
      y multinacionales.

    • Un vil y memo comunista no es
      Un vil y memo comunista no es el más indicado para dar lecciones de nada a nadie. NINGUNA DECISIÓN POLÍTICA HA BAJADO JAMÁS LOS PRECIOS Y EL COSTE DE LA VIDA: LOS HA DISPARADO SIEMPRE En especial, las que apoyaba el comunista Brecht sólo han provocado la mayor miseria, hambruna y malestar de todos los tiempos. Hace falta ser realmente burro para no odiar la política, en particular la socialista que ha convertido precisamente Cuba y los países del este en el burdel de Europa, atestando los hospicios de menores alcoholizados. Sin políticos de mierda ningún empresario podría enriquecerse ilegítimamente.

      Analfabeto político es quien desconoce que toda política supone veneno por definición y debe por tanto ser erradicada en favor del mercado.

      Lo único bueno de la democracia es que permite echar pronto a los políticos. Porque lo mejor que puede hacer un político es irse a su casa y dejarnos en paz cuanto antes. Manda narices, constantemente defraudados por la política y seguimos pensando que nos va a solucionar la vida por nuestra cara bonita.

    • «Esos, cuanto más inocentes
      «Esos, cuanto más inocentes son, más merecen ser fusilados»

      Comentario de Bertolt Brecht sobre los asesinados en las purgas estalinistas

  2. El único comportamiento
    El único comportamiento aberrante y antisocial es el inicio de violencia. No sé qué extraña asociación de ideas o desorden mental te inducirá a creer que el libre mercado ejercería presión contra la homosexualidad, pero parece claro que el control de la sexualidad ajena no sería por lo general una mercancía lo suficientemente barata como para interesar a nadie normal, y mucho menos apropiable en exclusiva pujando alto.

    Luego dices que a la sociedad le haría falta una economía entre fascista y comunista para que prosperase la depravación; así como resistirse a “la tentación de establecer también el fasciscmo y comunismo sociales”. Todo muy lógico.

    Tu comentario sobrecoge de lo absurdo, confuso y enloquecido que es. Me gusta que los dementes estén en contra de la política, pero antes de clamar por la libertad mejor que tiren el cuchillo y se tomen su medicación. Lo primero es lo primero.

  3. Anónimo: Solo un imbécil
    Anónimo: Solo un imbécil puede preguntarse semejante disparate de:»…¿Es el liberalismo social y cultural solo posible con un Estado policial con tasas de impuestos que son confiscatorias?…»
    ¿Donde queréis llegar con tu sociopatica personalidad de ideologías extraviadas o servilismo marxista agudo.?
    Esto lo permite la libertad de opinión propia de un instituto liberal como el IJM.

  4. HANS H., ¡no te alteres que
    HANS H., ¡no te alteres que te sale la vena esa de la Patiño! Jaja esos comentarios al menos son para partirse de risa.
    A mí lo que me pasó una vez es que me quedé prendido de una chavala lesbiana, pufffsss, estaba buenísima.

    BERDONIO, Amén.

  5. El artículo 14 de la
    El artículo 14 de la Constitución Española dicen lo siguiente:
    «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier ortra condición o circunstancia personal o social.»
    En el párrafo primero dices que los derechos de las mujeres y homosexuales consisten en: «los justos derechos individuales iguales para todos sin discriminación por género u orientación sexual». Es decir, según tú defender los derechos de las mujeres y de los homosexuales es defender la constitución de 1978, algo que ya hacen las instituciones del Estado.
    Mi pregunta es: si la defensa liberal de los derechos de las mujeres y de los homosexuales es ser iguales ante la ley, como los hombres y los heterosexuales, ¿por qué el párrafo se inicia con «Los derechos de las llamadas minorías siempre han estado mejor…»? ¿Es que esos derechos no son los mismos que los de las mayorías?
    Pero, ¿los liberales no se caracterizan por considerar que los derechos son los mismos para todos…?


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