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El capitalismo no te engorda, el Gobierno sí

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Fueron políticas gubernamentales las que desataron la crisis de obesidad en EEUU y por extensión en todo Occidente.

Que el capitalismo es el culpable es el argumento que parece valer para todo. También para buscar explicación a la epidemia de sobrepeso. Según el Huffington Post, la obesidad es un símbolo de éxito para los capitalistas. Hoy más de un cuarto de norteamericanos sufre de obesidad.

Pero para entender mejor este fenómeno hemos de ir a las guías dietéticas de EEUU promulgadas por el Departamento de Agricultura. Lo explica bien Ian Leslie en The Guardian con “The Sugar Conspiracy”. Sólo en los años 80, la tasa de obesidad aumentó en EEUU del 15% al 23%. Aquellas guías dietéticas fueron la base de una sociedad desgrasada pero azucarada. Sin embargo, por ejemplo un estudio de 2016 halló que aquéllos que seguían una dieta mediterránea rica en grasas tenían más control de su peso que aquellos que restringían la grasa. 

Desde esos años 80 precisamente los norteamericanos fueron obedientes siguiendo las indicaciones de su Gobierno y reemplazaron la mayor parte de esas calorías abandonadas por azúcares y carbohidratos en general. Sin embargo, se sabe que hay una correlación entre el consumo de azúcar y la obesidad. En realidad, aquellas recomendaciones dietéticas que dieron un giro definitivo a la dieta occidental sólo advertían contra el azúcar en el caso de la caries.

Cuando te digan que el capitalismo engorda recuerda toda la floreciente industria en los últimos lustros de comida saludable, productos sin azúcares, la industria de lo restringido en carbohidratos, de los suplementos nutricionales… De hecho, la llamada revolución Atkins de los años 70 y 80 con su famosa dieta sin azúcares y restringida en carbohidratos fue la primera respuesta del mercado libre al desastre del Gobierno. O de la industria de los gimnasios, spas y centros de bienestar, que es un sector boyante. Todos estos aspectos y factores que sí han contribuido a la restauración de la salud pública son realmente capitalistas, son hijos del libre mercado y la competencia.

Y si es cierto que la comida hiperprocesada e insana llena de azúcares es más barata es en gran parte gracias también a la acción del Gobierno, por ejemplo con los milmillonarios subsidios en América al maíz, de donde se deriva el sirope con el que endulzan los refrescos y bebidas. Tanto es así que los alimentos más subvencionados en EEUU son el maíz, el trigo, la soja y el arroz. Parece una conspiración política para engordar y enfermar a sus ciudadanos.

Cuando te digan que el capitalismo engorda, recuerda que fueron políticas gubernamentales las que desataron la crisis de obesidad nacional en EEUU y global en todo Occidente por extensión. Es de hecho el libre mercado el que está, cuando le dejan, atajando el problema de salud pública alumbrado por el Gobierno.

Así pues, una vez más hay que recordar no culpar al capitalismo de lo que el Gobierno hizo.

12 Comentarios

  1. PANDORA, no es el negocio
    PANDORA, no es el negocio sino el oficio más antiguo del mundo, pero no pasa nada.
    La comida basura posiblemente sí lo sea debido a su alta probabilidad de adicción, el problema es que esto es más insalubre que el sexo, así que incluso el más conservador lo preferiría.
    Por mucho que se produzca con más azúcar, si no se vende no hay manera de que se provoque esta situación. Es como otras cosas del mercado, la gente cree que hay muchos coches circulando porque se producen muchos no porque cada vez hay precios más bajos para adquirir uno. ¿Porqué no hay más ferraris en pleno centro de Madrid entonces?
    No estoy a favor de controles de precios fascistas ni nada de eso pero si esto no se soluciona en libertad al final lo harán sin ella y eso puede ser peligroso. Al final sólo se podrá conducir a las horas que diga el/los gobernante/es, por donde diga/an…
    Aún así el capitalismo no está basado ni en la producción ni en el consumo.
    ¿La culpa de esto? la irresponsabilidad (ej. publicidad engañosa) de productores y consumidores ya sean públicos o privados.

  2. El efecto de las
    El efecto de las recomendaciones hechas en materia alimenticia por los gobernantes es inversamente proporcional a la madurez de los individuos, y quizá a su formación. Por ello, no se puede responsabilizar a un gobierno y mucho menos al sistema capitalista de los efectos sobre la nutrición de decisiones libres de individuos libres. Otra cosa serían los efectos sobre colectivos con restricciones de alimentos o subordinados a regímenes invasivos de la libertad, o totalitarios, como cada día se asemejan más los de nuestro entorno, pero eso … es harina de otro costal.

    • Individuos libres? Dónde?
      Individuos libres? Dónde?
      Piensas que en España no impera un régimen invasivo, totalitario en muchos aspectos, que establecen restricciones de alimentos? Recuerdas los «problemas» del sector lácteo?
      Crees que la alimentación de vacas, cerdos, gallinas y pollos no está perfectamente reglamentada? Pues está tan regulada como… con qué la compararía yo… tan regulada como la educación de tus hijos pequeños, y produce los mismos resultados.
      Las empresas son muy malas y nos joden vivos. Pero no podrían hacerlo sin la aquiescencia, qué digo, sin la exigencia de los tecnócratas. Todos piensan que hacen el bien: los CEOs se forran y enriquecen a sus accionistas, como es su obligación, sin pensar en las consecuencias de encamarse con los Estados (no tienen obligación de hacerlo, de vigilar por el bien público, claramente). Por su parte, los políticos están encantados con su poder y con sus regulaciones, y los más neuróticos son felices pensando que están salvando la vida y la salud de la gente porque piensan que regulando mayor producción de cereales y alimentos bajos en grasa animal, y regulando que haya menor producción de alimentos de origen animal, entonces lograrán que haya menos *consumo* de éstos y más de aquéllos, reduciendo las enfermedades crónicas… y demostrando así que no saben nada de economía ni de fisiología.
      Los gobiernos son culpables, las empresas son culpables, los científicos son culpables, las leyes son culpables, los estados son culpables, los publicistas son culpables, los educadores son culpables. Todo aquel que se arrogue el derecho de defender la salud pública es culpable de quitar responsabilidad, es decir, libertad, a los individuos y a las familias y a las comunidades, que son menos culpables de lo que les pasa porque viven sometidas a la tiranía de las buenas intenciones y al mesianismo político.
      Podríamos los individuos, las familias y las comunidades elegir ser más responsables y dejar de ser víctimas, sabiendo que costaría un gran esfuerzo, porque nuestros ayudadores no se rendirán. Para ello vendría bien que los periodistas, por una vez, se pusieran de lado de los débiles, de los gobernados, y dijeran la verdad claramente: que debemos cuidar de nosotros mismos.
      Menciono a los periodistas porque, aunque no lo parezca, lo que publican es, para bien o para mal, la principal fuente de información de la gente. Importantes decisiones se ven muy influidas por lo que la gente escucha por la radio, lee de pasada en internet, o ve en la televisión. Tienen más influencia que los anuncios publicitarios. Por lo tanto, tienen mucha responsabilidad y podrían hacer mucho bien, si quisieran.
      Por cierto, vean todos a este podrido hereje, Schaler, que se atreve a argumentar que las adicciones son elecciones que hacemos: http://www.schaler.net/addictionisachoice/
      A dónde vamos a parar. Qué escandaloso. Cualquier día de estos la gente empezará a quejarse de lo mucho que cobran los notarios, y eso será el empezóse del acabóse.

  3. La responsabilidad de
    La responsabilidad de productores y consumidores aunque limitada debe ser a su vez complementaria, ya que se supone que no compiten.
    Decisiones libres de individuos libres puede haber incluso aunque sólo hubieran productos hiperazucarados en el mercado.

  4. Vamos, no seamos parciales.
    Vamos, no seamos parciales. Reconozcamos que, al ser el azúcar parecido a una droga (como se ha visto en múltiples estudios y puede observarse en la gente de a pie), bastante barata y muy eficaz para consolar y estimular, resultando además muy adictiva, un sector muy importante de la industria alimentaria se lanza a publicitar y distribuír masivamente productos ricos en azucar. Por supuesto que es responsabilidad de cada persona, pero…

    • …pero nada. Responsabilidad
      …pero nada. Responsabilidad de cada uno y punto

    • …y la grasa es droga, y los
      …y la grasa es droga, y los aminoácidos que componen las proteínas también son drogas. Si el criterio para decir que una sustancia química es peligrosa se reduce a que tal sustancia, en la cantidad adecuada, nos hace sentir bien, alegres o nos calma, entonces cualquier sustancia química tiene propiedades psicoactivas. Y no solo las que entran por la boca, sino por los pulmones, por la piel, por los ojos, e incluso por los oídos. Y no solo sustancias químicas, sino que también deberíamos mirar si las radiaciones electromagnéticas son psicoactivas (entendiendo por psicoactivo aquello que modifica el estado cerebral y, después, las emociones). Y, dada la sensibilidad antiliberal de nuestros días, ***TODO*** podría ser sometido a la regulación de los políticos por motivos de «salud pública». Es decir, los hombres de negro podrían sacarse de la chistera que cuando un ciudadano no duerme suficientes horas está poniendo en peligro la integridad física y por ende la salud de los demás; ergo el Estado tiene que obligarte a dormir. Y esta locura la aceptaría la mayor parte de la gente sin rechistar. Faltaría más.

      No caigamos en la demagogia de decir que el azúcar es pernicioso como una droga, porque, aunque fuera cierto, esa demagogia solo busca aumentar el poder coactivo del Estado sobre las personas. El disfraz es la justicia, la salud, la prevención del mal y cosas así. La víctima, como siempre, es la responsabilidad personal y la libertad. No es necesario criminalizar el azúcar para salvarle la vida a cien niños gordos que sufren mucho. Bastaría con que los políticos dejaran de manipular el mercado de los alimentos. Y bastaría con que los médicos abandonaran esa macabra ambición de querer salvar a la humanidad esclavizándola y destruyéndo su autonomía moral.

      No. Tenemos que simplificar. Llamemos medicamentos y drogas solo a aquellas sustancias químicas que nos pueden matar fácilmente. Llamemos alimentos a aquellas sustancias que no nos pueden matar fácilemente y que nutren nuestro cuerpo. Llamemos juguetes a aquellas sustancias que no nos nutren pero tampoco nos matan, por ejemplo, la cocacola.

      Y, ya que estamos simplificando, liberalicemos todos medicamentos y drogas, en su producción, distribución, venta y consumo, incluso los más peligrosos e inestables. Hagámoslo y observaremos que solamente los suicidas y los tontos tendrán problemas, y que la mayoría de los vendedores no se la jugarán distribuyendo sin control alguno sustancias peligrosas. Emeregerá naturalmente un sistema dinámicamente eficiente de control, que, según sospecho, sería mucho mejor que lo que tenemos ahora, porque no solo sería más seguro sino que permitiría descubrir cuál es el «verdadero» precio de ciertas sustancias. Huelga decir que la liberalización no saca del código penal los usos criminales de los medicamentos y drogas. Es decir, si Fulano quiere asesinar a Mengano inyectándole una cantidad letal de barbitúricos, eso sería un crimen, y el crimen proviene de su intención asesina, no de la liberalización de los barbitúricos. También sería un crimen (o debería serlo) obligar a alguien a tomar un medicamento o droga cualquiera, o engañar a alguien para que lo tome, aunque sea con buena intención. Y el castigo debería ir acorde con el daño recibido por la víctima (si el daño es muy pequeño, el castigo debería ser muy pequeño). Pero esto implicaría una cosa terrible: que muchos psiquiatras de hoy son criminales que operan en lado seguro de la ley, y quedan impunes. Reconozco que diciendo esta clase de cosas es difícil hacer amigos.
      Pero voy más allá y afirmo que los médicos deberían abstenerse de realizar ciertos diagnósticos, toda vez que algunas personas son muy aprensivas y pueden empeorar muy rápidamente de su enfermedad tras escuchar el diagnóstico. Vamos, que los galenos deberían tener más mano izquierda por el bien de sus pacientes. Y, a veces, los tratamientos estándar ofrecen muy poco beneficio a un paciente en concreto, y el médico debe frenar su impulso de seguir las normas y los análisis estadísticos, por el interés de su paciente, que es mucho más importante que la ley misma y que toda la ciencia. Deben recuperar el viejo y olvidado arte de decir «no». Pero ser un bruto o un inconsciente sin más no debería ser un crimen. Usar negligentemente ciertos medicamentos, o recomendarlos amenazantemente sin explicar los posibles daños, siempre debería ser un delito, aquí y en Ancapia.

    • DAVID HERRERO, buen
      DAVID HERRERO, buen comentario pero los liberales radicales creo que presuponen que todo el mundo es capaz de decir «no» en cualquier circunstancia. Que es siempre racional vamos. Y no quiero decir que un Estado te tenga que imponer algo a ti pero sí que no se fomente el que haya más gente que te lleve por el camino de la perdición encima de que tú mismo ya puedes fallar.
      Una cosa es un error no forzado como en el tenis y otra cosa es que te fuercen a errar. No sé si me explico.

  5. Creo que una cosa es
    Creo que una cosa es satisfacer una necesidad y/o un deseo y otra es generar una necesidad y/o deseo. Por eso lo de responsabilidades complementarias.

  6. Como bien inicia su artículo
    Como bien inicia su artículo lo importante para la teoría es que el capitalismo es el culpable, de todo. Igual se le puede culpar del sobrepeso de sus sociedades como del rechazo que los gordos a causa de la gordofobia que esta sociedad capitalista impone. Esto no me lo invento, hace unos pocos meses en Radio3 de RNE y creo recordar que en el programa que hay hasta las 11 de la mañana si no fue en el que va de 12 a 13 se hizo un reportaje sobre el acoso que los gordos sufrían: en el caso concreto era gorda y no recuerdo si admitía además su lesbianismo como causa doblemente odiada y perseguida por el capitalismo.
    Todo y su contrario tiene su error y su rechazo y su culpa en el capitalismo, esa es la idea a imponer.

  7. El capitalismo se beneficia de la obesidad y lo venden usando ideas atractivas del progresismo que se pone banderas de colores para vender con las promesas de aceptación mientras la sociedad sigue enferma. Niegan lo verdaderamente importante como lo es darle valorancestral a los alimentos… occidente no tiene respeto por lo natural, en oriente no sufren de obesidad porque ellos posen y respetan sus propias gastronomías mientras nosotros somos esclavos de las coca cola y chatarra. No se dejen engañar en latam… nosotros producimos alimentos naturales que se volveran un lujo (inalcanzable para nosotros) algún dia si seguimos si sobrevaloramos lo industrializado


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