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El chavismo de Podemos

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Corría el año 2000 y en un país caribeño, con el subsuelo rebosante de petróleo, sus habitantes repetían una y otra vez, ante las advertencias de los miles de exiliados políticos cubanos residentes en este, el hoy desgastado mantra: "Venezuela no es Cuba".

El chavismo acababa de hacerse un traje a medida con la Constitución y había que convocar nuevas elecciones presidenciales para cumplir con la cacareada renovación de los Poderes Públicos establecida en la nueva carta magna.

La oposición venezolana, todavía desorientada, errabunda, zigzagueante y desnortada debido a la apisonadora que acababa de pasarle por encima en forma de Asamblea Constituyente, ponía sus esperanzas electorales para la presidencia en manos de un personaje siniestro y camaleónico que lograría convertirse en candidato casi único de la oposición mostrándose como disidente y firme crítico del movimiento del cual provenía.

Francisco Arias Cárdenas, Teniente Coronel del ejército y compañero golpista de Chávez en 1992, apareció como la figura alrededor de la cual se aglutinaron los partidos opositores venezolanos. A pesar de haber conspirado durante años desde el ejército junto a Chávez y sus compañeros, súbitamente cambió de posición y se dedicó a descalificar a su antiguo movimiento faccioso, el golpista MBR-200 reconvertido en el partido político MVR-200, emitiendo durísimas críticas en su contra e incluso dirigiendo ataques personales contra el candidato presidencial "revolucionario".

Fue célebre el episodio ocurrido durante la campaña electoral del año 2000 donde Arias calificó como "gallina" a Chávez por negarse éste último a un debate televisado. El vídeo donde aparecía un atril ocupado por uno de estos animales circuló masivamente bajo el aplauso generalizado de los desafectos al oficialismo. La oposición venezolana se sentía rebosante de optimismo al ver a uno de los más connotados representantes del llamado Socialismo del S.XXI, convertido en frontal adversario de dicho movimiento.

Lo cierto es que con la inestimable ayuda y colaboración del supuestamente reconvertido Arias Cárdenas, quien desapareció de la escena política poco después de unas elecciones que significaron el primer fraude electoral cometido por el chavismo, este pudo consolidarse en el poder y contar con seis años de mandato presidencial certificado teóricamente por la vía democrática.

¿Qué fue de la vida del fingido converso Arias Cárdenas? Llegó el año 2005 y aquel insigne renegado, feroz crítico del chavismo, volvió públicamente al redil y fue nombrado embajador de Venezuela ante la ONU por el propio Chávez. En 2007 ayudó a crear el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Fue Viceministro de Exteriores y diputado nacional del PSUV y al día de hoy representa a la opción oficialista como gobernador del petrolero estado Zulia.

Y es que el chavismo, un sucedáneo del castrismo y por tanto con una inmensa capacidad de manipular y crear realidades paralelas, es campeón en eso de realizar maniobras y piruetas de todo tipo para desorientar al adversario. Los herederos de la URSS saben muy bien que pocas cosas encandilan más al oponente como el súbito rechazo público, la manifiesta y notoria repulsa de uno de sus militantes reconocidos, para lograr varios efectos beneficiosos para su causa: 1) Dar la impresión de que los "puristas" están abandonando el barco debido a supuestas desviaciones por parte de la dirigencia del plan ortodoxo original, generando prestigio para ese crítico, el cual será convenientemente usado en el momento oportuno por la organización. 2) Generar un falaz sentimiento de triunfo entre el adversario al ver que se producen supuestas deserciones. 3) Consolidar la imagen – para terminar de captarles – entre los potenciales seguidores de que no se es tan extremista (o tan moderado, depende) como los enemigos políticos pretenden transmitir. 4) Crear una "célula durmiente", un "topo", para que pueda moverse libremente y sin levantar sospecha en los espacios "enemigos" que puedan interesar a la organización.

Venezuela no es Cuba, decían. España no es Venezuela, dicen. A propósito de Willy Toledo y sus muestras de repudio hacia el chavismo español representado por PODEMOS.

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