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El consenso medioambiental y la derecha

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La «abrumadora evidencia empírica» ha decidido buscarse una profetisa de 16 años para que la sigamos allí donde nos quiera llevar su fe.

La semana pasada se publicó en El Confidencial el artículo “Consenso medioambiental: ¿y dónde está la derecha?”. Los autores tuvieron la honradez intelectual de aclarar que trabajan en un sector que se lucra del consenso medioambiental, y añadieron que también militan en el PP.

Llegué al artículo gracias a la recomendación de Toni Roldán donde cae en la falacia de culpar a los demás de estar cegados por la ideología, colocándose él del lado de los hechos y la ciencia, al mismo tiempo que recomienda algo escrito desde el interés personal y donde los hechos y la ciencia no aparecen por ningún lado.

Tanto el artículo como la recomendación del exlíder de Ciudadanos se basan en dos ideas vagas:

Un consenso medioambiental que, tirando de imaginación, podemos definir como la idea general de protección del medioambiente por medio de mayor control estatal (o supraestatal) sobre las actividades público/privadas que puedan incidir sobre el mismo.

Una derecha que rechaza ese control y/o la ingente propaganda mediática que se destina a conseguir el mismo.

La primera gran contradicción de unir estas dos ideas es que difícilmente se puede hablar de consenso social sobre un tema y luego sacar de ese consenso a toda la derecha. Si existe ese consenso al menos una parte importante de la derecha tiene que estar integrada en él.

Recordemos que el artículo está escrito por dos militantes del PP y es recomendado por un exlíder de Ciudadanos. ¿Cuál es su problema para ver esto? ¿Su única interacción con la derecha es escuchar a Federico Jiménez Losantos por las mañanas? ¿Consideran que la sociedad (o las élites sociales) está formada mayormente por personas de izquierda y centro, siendo la derecha algo marginal?

Lo cierto es que la mayor parte del artículo evidencia un desconocimiento sobre las distintas visiones de la derecha liberal-conservadora que ha intentado ser suplido por una lista de lecturas de verano que no han sido bien digeridas.

Los autores fracasan en explicar dónde está la derecha en el consenso medioambiental, pero sí consiguen mostrar dónde está una parte del centro en España: haciendo lobby para sacar tajada de las políticas públicas sin molestarse en entender la visión de nadie que no se mueva por dinero.

Cualquiera que se haya interesado alguna vez por la política desde la curiosidad, y no por el afán de ganarse la vida, sabe perfectamente en qué tres sitios está la derecha en el consenso medioambiental:

  1. Integrada plenamente en él y colaborando con la ONU y la Unión Europea en políticas globalistas que lo articulen.
  2. Integrada parcialmente en él; apoyando todas las medidas que no sean directamente perjudiciales para sectores locales de su interés (caza, ganadería, etc.) e intentando posponer las que sí lo son sin oponerse a las mismas.
  3. Opuesto frontalmente a él por dos razones que pueden darse juntas o por separado:
  • Rechazo de las medidas impuestas desde entidades supranacionales o estatales por considerar que son asuntos que están en el ámbito privado, local o nacional.
  • Reacción, y a veces sobrerreacción, a una propaganda medioambiental cada vez más simplista, que une la exposición (alarmista) de un problema con la condena al ostracismo a cualquiera que no comulgue con su solución diseñada de antemano desde instituciones políticas.

En los dos primeros puntos no hay ninguna diferencia entre la derecha y la izquierda. De ahí que se pueda hablar de cierto consenso medioambiental. La única derecha que queda fuera del consenso es la más liberal, por su desconfianza del Estado, y la más conservadora (alt-right), por su rechazo al globalismo. A estos se une aquellas personas independientes a los que simplemente les molesta que les tomen por idiotas todos los días del año.

Pero incluso en estos casos estar contra el consenso no quiere decir que tu visión encaje con la del muñeco de paja que el centro-ignorante construye. Un liberal puede estar tan preocupado como cualquiera por el cambio climático, pero puede pensar que la intervención estatal sobre las emisiones de CO2 está siendo inútil y contraproducente (dado su conocimiento de la ineficacia estatal). O un conservador puede pensar que sería mejor que la política de gestión de especies cinegéticas sea decidida a nivel nacional y no europeo (dada su desconfianza ante el poder que los lobbies verdes tienen en Bruselas).

Ambas visiones pueden ser erróneas o criticables, pero no pueden ser sustituidas por un saco de falacias y lugares comunes. Y menos cuando el armador (la ONU) del buque insignia del consenso medioambiental (el cambio climático) ha decidido poner a dirigir la nave a una adolescente.

Repito por si la ideología centrista ha dejado parcialmente ciego a alguien: la abrumadora evidencia empírica ha decidido buscarse una profetisa de 16 años para que todos la sigamos allí donde nos quiera llevar su fe. A lo mejor, no sé, esto debería empezar a ser motivo de preocupación para alguien que se considera centrista y moderado.

2 Comentarios

  1. Siempre que me encuentro con
    Siempre que me encuentro con una frase como «cualquiera que se haya interesado alguna vez por la política desde la curiosidad…» recuerdo con nostalgia… desde la nostalgia las aventuras de James Bond y la dulce Tatiana en «Desde Rusia, con amor«… «Desde Rusia, desde el amor».

    Mas estas remembranzas de bardo melancólico y viejo, ahora relegado a simple bufón de corte absolutista y tecnocrática (con perdón por la redundancia), no deben eclipsar las simpatías de las que don Fernando goza en nuestra casa, Lawful Rebellion Inc., aunque los tambores de la neolengua anglo-pseudohispánica ahoguen con su estruendo los últimos latidos de la lengua de Cervantes en esta era de oscuridad y superstición que nos ha tocado vivir.

    No es tiempo de iconos de una feminidad amable, como Tatiana, sino de una nueva Juana de Arco del régimen tecnocrático mundial, como Greta. A Greta no la quemarán en la hoguera, pero en décadas próximas probablemente pasará más frío del que jamás imaginará en sus ciegas visiones inoculadas por falsos dioses (falsa ciencia).

    Con permiso de Tip & Coll y la autoridad incompetente, la próxima semana no hablaremos de todo el gobierno, sino solamente del Ministerio de los Círculos Redondos y el «consenso ‘medioambiental'».
    Simon Jester

    (*) Nota del oficial científico:

    -No existe un «cambio climático» como fenómeno único y excepcional propio de la era de la Revolución Industrial (c.1750-presente). El clima siempre ha cambiado. La Secta de la Calentología se llena la boca con acusaciones de «negacionismo» (lo que implica una connotación Nazi, símbolo del mal absoluto en nuestro tiempo, pues el término se aplicó originalmente al revisionismo sobre el Holocausto), cuando son ellos los que, desde el principio, con su infame «palo de hockey«, lo practicaron para intentar engañarnos a todos. Como corresponde a la manipulación lingüística y conceptual de toda gran campaña propagandística, el IPCC llama «cambio climático», por definición, al supuestamente causado por la actividad humana, y se limita a tratar de él, obviando la «variabilidad climática natural», de la que, por supuesto, es inconveniente hablar y soslaya como si fuera una cuestión resuelta e irrelevante. Quedaron atrás los tiempos en los que la Secta de la Calentología utilizaba en su propaganda la expresión «calentamiento global antropogénico», que es muy clara y específica, y sería más favorable a un debate científico honesto. Ahora nos machaca, una y otra vez, con la ambigua expresión «cambio climático», en la que, a toro pasado, cabe cualquier cosa que pueda ser utilizada con fines propagandísticos.

    -Los modelos de ordenador que pretenden dar legitimidad a falsas suposiciones, excluyendo del cálculo los factores causales que no interesa contemplar, no son ciencia. El dióxido de carbono no rige las temperaturas del planeta Tierra. El dióxido de carbono es una pequeña fracción de los gases de efecto invernadero (suponiendo que exista tal efecto en un medio gaseoso como la atmósfera). El aumento de dióxido de carbono en la atmósfera sigue al aumento de temperaturas. La causa debe preceder al efecto, se ponga como se ponga Al Gore.

    -La variación climática natural es una combinación de variación cíclica natural y variación catastrófica natural.

    Grosso modo, los factores principales que rigen la variación cíclica de temperaturas del planeta Tierra son la actividad solar, el campo magnético terrestre y la incidencia de rayos cósmicos. Estos factores, todos ellos variables a lo largo del tiempo, modulan de forma compleja y no lineal el albedo terrestre (mediante la mayor o menor formación de nubes) y, por tanto, la cantidad de energía solar que llega a la superficie.

    -El factor principal de la variación catastrófica es la probabilidad de impactos de asteroides y cometas en la superficie terrestre. Otro factor es la actividad volcánica, que parece estar correlacionada con la actividad solar (baja actividad solar <---> mayor probabilidad de grandes erupciones volcánicas y actividad sísmica en general; sobre la posible relación causal tras esta correlación, de momento, solo tenemos conjeturas), con lo que se plantearía la interesante cuestión de si la variación cíclica y la catastrófica son totalmente independientes o no.

    -La Secta de la Calentología os está engañando. No seáis tontos. No permitáis que os estigmatice socialmente por resistiros a su falsa doctrina y su falsa moralidad. No caigáis en la tibieza de evitar el debate epistemológico y científico y limitaros al refugio de argumentos meramente económicos y políticos: por mucho que presuman de «consenso» y superioridad numérica, los calentólogos están derrotados en el campo de batalla científico y epistemológico, y no os atrevéis a abrazar ese saber. Aprended y poned al descubierto las mentiras de la gran operación con la que pretenden cercenar por completo la libertad de la Humanidad y someterla a un regimen de esclavitud tan completa y severa como jamás ha experimentado el ser humano. No permitáis que se tiña de sangre humana el altar de sacrificios a Kukulkan. Kukulkan es un falso dios y no se traga el Sol. Los eclipses son fenómenos naturales, con una duración determinada que no está influida por sacrificios humanos ni demás rituales supersticiosos. No temáis la oscuridad del eclipse, sino la de las almas humanas.

    (**) Otra nota (privada) del oficial científico:

    -«¡Humanos! ¡Típico!»

    • Otro recurso educativo, y muy
      Otro recurso educativo, y muy ilustrativo, recomendado por el oficial científico:

      Global Warming Fraud Exposed In Pictures

      Refuercen su sistema inmunitario contra la propaganda dominante. Saludos,
      Adam Selene


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