Skip to content

El «crimen de 1873»

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

En los Estados Unidos, desde su constitución como nación independiente, reinó el contradictorio sistema bimetálico. Alexander Hamilton fijó la denominación del dólar en 24,75 gramos de oro puro, y a la vez en 371,25 gramos de plata pura. De este modo, el dueño de los billetes de podría reclamar libremente la cantidad correspondiente de uno u otro metal, en una relación entre ambas cantidades de uno a quince.

De forma independiente al cambio oficial entre oro y plata, se fijaba en el mercado un mercado entre ambos metales, que se compraban y vendían libremente. Cuando el precio real coincidía con el cambio no surgía mayor problema, pero cuando difería se ponía en marcha la ley de Gresham, según la cual la moneda mala (sobrevaluada artificialmente por el cambio oficial) substituía a la buena (depreciada).

Así, por ejemplo, el precio plata dólar alcanzó en 1805 la relación 15,75:1, de modo que la relación artificialmente fijada en 15:1 depreciaba el oro frente a la plata. Así, la plata acudió al país, mientras que el oro se retiró del mercado y buscó lugares donde fuera más apreciado, y en parte hizo el camino opuesto de la plata, cruzando la frontera hacia fuera. La plata se impuso como patrón monetario. Su reino no duró más que unos años y ambos metales fueron ocupando respectivamente el papel de patrón en función del ratio entre su precio en el mercado y la relación entre los contenidos oficiales de oro y plata del dólar.

Así fue hasta 1873. Poco antes Prusia había ganado la guerra que libró contra Francia. Tenía grandes cantidades de oro, y le interesaba imponer el metal amarillo como patrón único, como de hecho se fue imponiendo en toda Europa. En Estados Unidos, al ver que la plata se iba desmonetizando en el Viejo Continente, y que perdía valor (una parte importante de su demanda era monetaria) decidieron seguir el mismo camino, prohibiendo el derecho privado de acuñación en ese metal. La medida pasó desapercibida en el momento, ya que se había vuelto a imponer el oro como patrón. No fue hasta después cuando se llamó a aquella violación de los derechos privados "El crimen de 1973".

Se creó todo un movimiento en defensa de la plata cuando ya era muy tarde. Pero ¿fue realmente un crimen el de 1873? Echemos en primer lugar un vistazo a la larga historia de las relaciones entre estos dos metales preciosos como dinero. Convivieron desde los orígenes de la civilización humana, con una relación entre ellos con una estabilidad sencillamente inconcebible en cualquier otra relación económica: 10:1 De modo imperceptible para la experiencia diaria, pero aprehensible a la mirada del historiador, la plata se fue depreciando hasta fijarse en 14:1 en la era moderna, y rondar el 15:1 a partir del XVII. Acaso esta estabilidad notable hiciera posible creer en un bimetalismo con una relación fija entre ambas monedas. En realidad, podrían convivir ambas, con denominaciones distintas y sin la necesidad de que el Estado impusiera un precio artificial entre ambas. Convivirían, manteniendo su secular estabilidad, y probablemente jugaran funciones complementarias, sin necesidad de que una se impusiera sobre otra.

Pero la convivencia en el mercado de dos monedas, con todas las ventajas que podría prestar a la sociedad, resultaría un estorbo para los eternos deseos inflacionistas del Estado. Esta es, a juicio de Antal Fekete, la verdadera razón del "crimen de 1873". Comentando sus ideas, Ferdinand Lips dice en su libro Gold Wars:

Una manipulación a gran escala del crédito era posible sólo si el Gobierno y el sistema bancario asumían el control sobre una de las monedas-metal. El primer paso en esta dirección fue la decisión de desechar el bimetalismo e introducir el monometalismo. Dado que la plata estaba mucho más distribuida entre la población, el control sobre la plata como medio de manipulación crediticia apareció, así, menos prometedora. En consecuencia, el oro se convirtió en el único metal monetario.

Rothbard, en Man, Economy and State decía:

Es imposible predecir si el Mercado habría continuado indefinidamente utilizando oro y plata o si uno se hubiera impuesto gradualmente sobre el otro como medio general de intercambio. Pues, a finales del siglo XIX, la mayoría de los países occidentales condujeron un golpe de Estado contra la plata, para establecer un patrón monometálico por medio de la coacción.

La lucha de los gobiernos contra nuestro dinero había dejado su primer cadáver en la cuneta.

1 Comentario

  1. El mago de oz es un tratado
    El mago de oz es un tratado de economia que trata este tema


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos

Populismo fiscal

Cómo la política impositiva del gobierno de Pedro Sánchez divide y empobrece a la sociedad española El nuevo informe del Instituto Juan de Mariana evalúa la deriva de la política