La férrea creencia de que fue el Estado quien, gracias a sus regulaciones y leyes, acabó con el trabajo infantil sería una prueba irrefutable de que éste es necesario para regular el mercado, pues en su ausencia se producirían situaciones inaceptables. Pero mirada objetivamente la cuestión, no parece ser éste el caso.
Primero, ¿por qué en un lugar y época dadas los niños trabajan y en otras no? Siempre debemos tener en cuenta el abanico de oportunidades que un lugar y época dadas puede ofrecer, así pues carece de cualquier sentido plantear alternativas inexistentes: en épocas y lugares donde abunda el trabajo infantil la alternativa no suele pasar por ir a la escuela ni dar clases de idiomas al igual que Felipe V no tuvo la diatriba entre un carruaje de caballos y un Ford Mondeo por mucho que lo hubiera querido. Las mejores alternativas y opciones no surgen por un deseo del Gobierno sino gracias a los mayores niveles de capitalización y desarrollo. Y no, el Ford Mondeo ni el coche en general fue un invento del Estado, sino del mercado.
La imparcial Asociación de Historia Económica de EEUU afirma que "la mayoría de historiadores económicos concluye que la legislación del trabajo infantil no fue la causa principal de la reducción y virtual eliminación del trabajo infantil entre 1880 y 1940. En su lugar, apunta a que fue la industrialización y el crecimiento económico el que hizo aumentar los salarios permitiendo a los padres mantener a sus hijos fuera del trabajo".
Exactamente, no olvidemos que el trabajo infantil en Occidente existía desde tiempos inmemorables, y fue el Capitalismo –no las regulaciones estatales- quien acabó con él.
Pensemos por un momento, ¿qué pasaría si el Estado introdujera leyes contra el trabajo infantil en épocas y lugares donde los niveles de capitalización y desarrollo aún no fueran lo suficientemente altos para que existan buenas y mejores alternativas para los niños? Pues que se verían abocados a situaciones aún peores, como la prostitución. Y no es elucubración: véase el estudio "Consecuencias perversas de la Regulación Bienintencionada: Evidencia de la Prohibición del Trabajo Infantil en India", que concluye el empeoramiento de las condiciones de los niños tras la prohibición del trabajo infantil en este país.
Opinar desde nuestras oficinas con aire acondicionado y calefacción a veces resulta peligroso: las mejores condiciones y oportunidades no nacen por la fuerza de un decreto sino como consecuencia del Capitalismo. Es por lo que un trabajador gana más en California que en India. No porque los empresarios californianos sean más generosos, sino porque la fuerza de las mayores tasas de capitalización y libre competencia en California en comparación con India les ‘obliga’ a ello. Por cierto, tampoco tenemos aire acondicionado o calefacción en la oficina gracias al Estado, sino al mercado.
El gran economista Ludwig Von Mises escribía en su Acción Humana de 1949 a propósito de los trabajadores de fábricas al comienzo de la industrialización: "sin embargo sus ganancias eran muy superiores a lo que muchas de esas personas podían obtener en otros campos. Es una distorsión de los hechos decir que las factorías sacaron a las amas de casa de sus casas y cocinas y a los niños de sus juegos. Esas mujeres no tenían nada que cocinar para alimentar a sus niños. Esos niños eran indigentes que se morían de hambre. Su único refugio era la fábrica. Eso les salvó, en el sentido más estricto del término, de la muerte por inanición".
Hoy en día, existen muchos lugares donde aún se produce trabajo infantil. Y no hay que olvidar que el Gobierno puede hacer cosas muy valiosas y necesarias para poder más pronto que tarde erradicarlo: reducir los impuestos y las regulaciones –y los Gobiernos extranjeros abrir sus mercados permitiendo globalizarse a los países más pobres- para hacer posible que las sociedades se capitalicen y surjan cada vez más y mejores oportunidades para todos, y para los niños también.
En realidad, pues, los Gobiernos más que hacer deben dejar de hacer. Los enemigos de la libertad siempre buscan sus objetivos a través de la política y la acción política. Sin embargo, debemos ver toda intervención política como lo que verdaderamente es: un freno al progreso real.
@AdolfoDLozano
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