Ayer lunes, el ministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, ha criticado a la autoridad de la troika, institución compuesta por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional. Respondía a la aseveración de Michael Fuchs, diputado socialdemócrata del partido de Merkel. Fuchs, que representa a millones de votantes alemanes en el Parlamento, aseguraba que la cosa es simple: las obligaciones adquiridas ante la troika por Grecia como contraprestación al rescate hay que cumplirlas. No hay camino de vuelta. Hay un pacto escrito en un papel y firmado.
¿Estamos en un Titanic monetario?
Ante estas declaraciones, Varoufakis ha denunciado que al Banco Central Europeo se le ha ido de las manos la política monetaria. Y por ello reclama que se disuelva la troika.
No debería estar muy alegre el griego ante tal panorama. ¿Quién va a sacarle las castañas del fuego a la economía griega? Con una moneda europea con problemas ya al nacer, cuestionada seriamente desde que estalló la crisis, la necesidad de cada país de tirar hacia su lado en estos momentos tan difíciles explica que manejar la política monetaria de todos los países de la eurozona a la vez sea una tarea titánica y que ese “irse de las manos” sea lo mínimo que puede pasar.
Cuando es malo devaluar para unos es lo más conveniente para otros. Todos piden, todos se resisten a aportar más y quienes más tienen que callar son quienes señalan con el dedo. Y, con todo y con eso, tal vez haya cierta verdad en las palabras de Varoufakis. Eso sí, cuando los euro escépticos planteábamos esta posibilidad antes de la crisis, se nos tachaba de antieuropeos (como si realmente eso fuera un defecto), reaccionarios, retrógrados y otros desagradables epítetos.
Ahora es diferente. Varoufakis, henchido de orgullo, sabiéndose protagonista, David frente a Goliat, asegura que se les ha ido de las manos… como estaba anunciado. No es precisamente la persona ni es éste el momento para bravuconas. Cuando Grecia estaba siendo rescatada ¿dónde estaba Varoufakis?
La alternativa: susto o muerte
Mientras quien propone una solución franquista a una situación muy delicada (eso de los bonos perpetuos tiene un antecedente en la Dictadura) se permite el lujo de criticar la política monetaria de la troika, yo me pregunto cuáles son las alternativas hoy por hoy.
La marcha atrás que nos llevara a devolver la soberanía monetaria a cada país seguramente pondría a cada cual en su lugar y, en concreto a los españoles, nos iba a tirar por el desfiladero. La razón es que la fiabilidad de las instituciones que gestionan la política económica en nuestro país, antes y ahora, es muy baja. La politización, el lema de “pan para hoy y hambre para mañana” (y para pasado mañana) seguramente debilitarían la moneda española (la nueva peseta). Pero no solamente eso. Esta situación dejaría mucho más en evidencia a los países mal gestionados, no solamente a España, y los mercados no iban a obviar esa información.
Lo paradójico es que la gente aplaude como quien monta una fiesta antes del día del fin del mundo.
Viva Varoufakis que se ha atrevido a plantar cara a la troika. Viva el final de la troika. Viva la vuelta a las monedas nacionales. Y, sobre todo: viva el coste que nos va a suponer la chulería de Varoufakis.
Parecen olvidar el ministro griego y sus palmeros, que todo eso se monta sobre los hombros de los ciudadanos europeos (españoles también), que llevan sobre los hombros, como si fuera un paso de Semana Santa, la “dolorosa” de la deuda, el coste de monitorización y el coste de transacción de firmar este nuevo tratado con Grecia y la búsqueda de una solución. Lo que me escuece es oír a Varoufakis hablar de una solución “aceptable para todos”. No es aceptable que los ciudadanos portugueses, españoles, belgas y holandeses aguanten el rifirrafe entre Grecia y las instituciones europeas.
Para Varoufakis solo queda desear que tenga que pactar con Putin, en lugar de la troika, a ver si mantiene la misma actitud.
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