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El hijo del obrero

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Espinar se ha inventado un padre obrero para poder seguir sus pasos: sueldo y despacho públicos, y un futuro brillante a costa de nuestro dinero.

De primeras no parece tener mucha importancia; no es más que la enésima polémica en twitter protagonizada por algún miembro destacado de Podemos. Se trata de Ramón Espinar, o más concretamente, de su padre, ex consejero de Caja Madrid/Bankia y afortunado titular de una tarjeta black con la que se gastó 178.400 euros.

Por desgracia la polémica se centra más en los gastos de su padre con dicha tarjeta que en el hecho de que ese mismo padre, en la política desde 1979 (cuando tenía 25 años) y que ha ocupado cargos tan bien remunerados como el de presidente de la Asamblea de Madrid, fuera considerado por su hijo como un obrero.

Porque echando un vistazo a su twitter se ve claramente que se define por activa y por pasiva como el «hijo de un obrero». ¿Alguien conoce un obrero alcalde? ¿Existe la figura del obrero Presidente? ¿O el obrero consejero de administración?

Pero lo más curioso es que Espinar (hijo) está ligado a una organización que se llama «Juventud SIN futuro» que se define del siguiente modo:

Somos la juventud condenada al paro, la precariedad o el exilio producto de políticas injustas impuestas por la élite económica y política.

Y sus principales lemas son #sincasa #sincurro #sinfuturo.

Vamos a suponer que esta persona de verdad está sin casa, sin trabajo y sin futuro, algo que no parece probable pero que le vamos a conceder para que su posición no sea del todo ridícula. ¿Quién parece ser el responsable de ello? Puede que sea el Estado y sus políticas injustas impuestas por la élite económica y política, pero ¿de verdad su padre no ha tenido ninguna responsabilidad?

Porque echando un vistazo rápido a uno de los diferentes sueldos públicos que percibió, el de presidente de la asamblea de Madrid, actualmente ronda los 5.000 euros netos mensuales. Supongo que en la época podría ser menor (descontando inflación), pero en todo caso es más que suficiente para mantener a tu familia y darles una educación que les permita tener un futuro, una casa y un trabajo. ¿Por qué no lo hizo?

Hay dos posibilidades. O el padre ha desatendido a sus hijos por motivos egoístas o ha confiado su educación y futuro al Estado (y sus políticas injustas) por convicción propia.

En cualquiera de los dos casos el hijo tendría más que reprochar a su padre que al Estado, ya que puede ser verdad que las élites económicas y políticas no tienen el menor interés en su futuro, pero lo que está claro es que su padre tampoco lo tuvo, o fue tan irresponsable como para pensar que las élites económicas y políticas se encargarían de esa responsabilidad pese a que él tenía medios para hacerlo por sí mismo.

Todo esto, claro está, si damos por bueno que el tal Espinar (hijo) es un joven sin trabajo, sin casa y sin futuro. Porque seguramente no sea así y el problema es que estemos ante el típico caso de persona que para defender el socialismo se tiene que construir una identidad humilde y obrera para que su mensaje sea creíble.

Porque, y aquí está la clave del asunto en la que casi nadie profundiza, para ser socialista no vale con exponer tus ideas y convencer de lo acertado de las mismas. Hay que invocar a un sentimiento humano tan desagradable como la envidia y a otro tan poderoso como la pertenencia a una clase que es perjudicada por otra. Y es bastante complicado hacer un discurso victimista si a tu padre le conocen como presidente, consejero o alcalde en vez de como albañil, fontanero o frutero.

Así que lo que ha hecho Espinar, y por lo que sí es justo que reciba el correspondiente reproche social, es inventarse un padre obrero para, a fin de cuentas, seguir los pasos del padre real: ser un joven con sueldo público, con despacho público y con un futuro brillante a costa de nuestro dinero.

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