Siempre que escucho el calificativo de tonto útil pienso en Korpik, el soldado Alemán que desertó el día antes de la operación Barbarroja para avisar del inminente ataque a sus camaradas comunistas rusos, y que terminó ejecutado por orden de Stalin. Es difícil imaginar qué se le pasaría por la cabeza a este hombre minutos antes de ser fusilado por los mismos a los que quería salvar… ¿Se arrepentiría de haber cometido semejante insensatez?, ¿cuestionaría sus ideales comunistas viendo lo que le iba a ocurrir?, ¿o simplemente no entendió nada hasta que todo acabó?
Seguramente fue esto último lo que le ocurrió. Otro pobre idiota que pensó que el comunismo era algo más que decirle a Stalin lo que quería oír, y que no vivió lo suficiente para ser consciente de su error.
Por desgracia Korpik fue solo una de las millones de personas que murieron por culpa de Stalin y su criminal régimen, pero al menos muchas de sus víctimas murieron sabiendo quién era el responsable de su muerte.
Lo mismo ocurre actualmente, salvando las distancias, con el sistema fiscal. No deja de ser divertido ver cómo se indignan los defensores del fisco cuando ven que los dineros recaudados son malgastados en subvenciones absurdas o robados directamente por la casta política. ¿Es que esperaban otra cosa?
Una vez más, el único consuelo que le queda a cierta parte de la población es ver la cara de tontos de nuestros conciudadanos cuando se dan cuenta de que los cuervos, que con tanto esmero han criado, nos están sacando los ojos.
Tengo que reconocer que uno de mis mayores placeres es torturar a este tipo de personas poniéndoles constantemente sus contracciones en frente de sus ojos. Por ejemplo disfruto bastante cuando algún interlocutor me saca el tema del espionaje de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional). Ante la pregunta de por qué le preocupa tanto que la agencia estadounidense lea sus correos cuando no le da importancia a que Montoro sepa qué pagadores tiene, cuánto le pagan, qué compra y qué vende, siempre me encuentro con la misma cara de perplejidad.
Es evidente que la NSA o incluso el CNI pueden hacer al españolito medio bastante menos perjuicio con los correos que intercambiamos con nuestra novia, o amante, que Montoro con las ganancias de un año de duro trabajo. Pero hete aquí que para el tonto útil los impuestos son algo bueno y el hecho de que se gasten en espiarle los correos no les quita un ápice de su legitimidad. De hecho es difícil que el tonto útil medio llegue a unir los puntos para descubrir que una cosa está relacionada con la otra.
Tampoco termina de entender que es bastante mejor que la NSA tenga que meterse en los servidores de Google para espiarte, a que tu tengas que descargarte de un servidor de la NSA los correos del año (fiscal), asegurar que son tuyos y que no tienes otros correos que no estén espiados. También es mejor que la NSA tenga que molestarse en crear leyes absurdas y enrevesadas que les permita obligar a los grandes servicios de internet a cederles ciertos datos, a que el Estado (con el apoyo social) haya obligado de forma clara y meridiana a esos mismos servicios a pasar toda la información (y cuando digo toda, es toda) a la NSA de forma directa, para que, una vez analizada, pueda dictaminar nuestro grado de terrorismo y penalizarnos económicamente en consecuencia.
Dicho de otra forma, el tonto útil actual, como el del 1941, es incapaz de distinguir la realidad en la que vive y se escandaliza con lo que hacen "los otros" mientras cierra los ojos a lo que hacen "los suyos". Si le quitas importancia a lo que hace la NSA porque Hacienda va mucho más lejos, y encima financia a las NSA de turno, eres un defensor del espionaje o un loco. Pero loco y todo seguirás teniendo razón, y el tonto útil seguirá siéndolo cuando el historiador de turno explique a las generaciones futuras la forma en que se cavaba su propia tumba, y se quedaba con cara de idiota cuando le metían dentro y le enterraban.
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