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El verdadero riesgo de la eurozona

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Parece que por fin estamos viendo la corrección en las economías emergentes que tanto auspiciaron muchos analistas desde hace tiempo. Esta corrección no es más que otro fracaso flagrante de la Reserva Federal en general y de Ben Bernanke y la Administración Obama en particular. Nadie si no ellos son los responsables de la abrupta canalización de capitales hacia los mercados emergentes desde 2009. Y fíjense bien que hablo de "abrupta" puesto que son mercados con grandes expectativas de crecimiento (sirva de ejemplo Procter & Gamble, que lucha por aumentar su facturación en Europa un 1% anual contando con los mejores cerebros mientras que en África, sin mucho esfuerzo, crece al 20% anual). Pero Keynes, que dijo muchas cosas y en alguna tenía razón, ya habló de los animal spirits para definir este apetito inversor exagerado por activos alcistas sin sostén, esto es, ya contemplaba la posibilidad de que se dieran estos movimientos (claro que Fischer llevó ese razonamiento a otro nivel).

El problema con los emergentes y las expansiones monetarias no se circunscribe al mercado emergente ni a los mercados financieros. Sí, estos pueden fluctuar en el corto plazo debido a los temores y a la todavía escasa fortaleza financiera de las blue chips de las principales plazas. El problema no radica, pues, en esto. Radica en la todavía existente fragilidad a todos los niveles macroeconómicos en Europa, Japón y Estados Unidos. Y es que es esta fragilidad incierta (à la Taleb) la que verdaderamente pavoriza a todo aquel que sigue la economía mundial hoy con lupa. ¿Por qué? Pues porque el crédito que ahora salga disparado de los emergentes buscará destino, y no hay peor compañero de viaje para citado acontecimiento que las ilusiones ópticas.

Porque que España ya esté en la senda de la recuperación o que ya hayamos abrazado la recuperación es una ilusión óptica. Que la eurozona se haya sacudido sus problemas de deuda es una ilusión óptica. Que Japón vaya a arreglar su problema demográfico y su estancamiento imprimiendo es totalmente ilusorio y la esperanza en la productividad norteamericana esperemos no haberla sobrestimado.

No hay más que ver hoy en día los mercados de deuda y lo que están haciendo los fondos de inversión, fondos de capital riesgo y fondos buitre para percatarnos del verdadero riesgo que nos acecha. Dicho riesgo es sencillo de explicar: que la voracidad inversora no vaya acompañada de unos retornos que justifiquen citada inversión.

En Europa el capital sigue siendo extremadamente costoso. No es un problema de liquidez disponible, si no de modelos de negocio viables. Los bancos, que se enfrentan ante una prueba de gran importancia en unos meses, siguen desprendiéndose de activos estratégicos y no estratégicos en aras de apuntalar su solvencia… a base de deuda pública. ¿Qué nos dicen todos estos movimientos?

Mini fases cíclicas

 

El problema de fondo de Europa es que se produzca en muy pocos meses una degradación de la liquidez seguida de una rápida lucha por la liquidez. Esto ocurriría si los flujos que se desprenden de Asia y Sudamérica pasaran a Europa a través de transacciones de escaso valor añadido a nivel agregado y a muy largo plazo. Pensemos en operaciones de reaseguro, créditos sindicados a 10 o 15 años, colateralización de activos alejados del negocio principal y poco rentables… En fin, operaciones financieras muy útiles y necesarias en el ciclo de reestructuración marco en el que nos desenvolvemos pero que conllevan un distanciamiento entre los agentes y la liquidez existente. Ello no tendría por qué generar problemas, siempre y cuando no hubiera una abrupta retirada de liquidez posterior que siguiera a este proceso. Ya hemos comentado la fragilidad europea, si ella fuerza una retirada los procesos de reestructuración colapsan, comienzan a saltar covenants en los contratos de deuda y los colaterales devaluados se vuelven insuficientes como garantía de crédito.

Al final no estamos diciendo otra cosa que una muy sencilla. Y es que la ilusión debe ir acompañada de un proceso real de creación de valor detrás. Y que, si no, estaría abocada al fracaso en esas cortas y seguidas dos fases cíclicas. Claro que hoy en día la deuda gusta en Europa, y los negocios que hemos comentado. Pero los planes de viabilidad deben, hoy más que nunca, ser puestos al albur de la realidad circundante de los mercados. Y cuando la ruptura del euro, la quiebra de los PIIGS o la crisis norteamericana sigue a ras de suelo, la vigilancia debe ser máxima.

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