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¿Es David Cameron tan antieuropeo?

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La crisis económica que viven los países de la Unión Europea parece no tener fin. El despilfarro de los últimos años se está pagando ahora con elevadas tasas de paro, mostrando incapacidad los gobiernos por virar la situación. Ante este fenómeno, irrumpió, como en otras fases de la historia, el tándem franco-alemán. Lo hizo como casi siempre: apostando por ese ente, cada vez más lejano, que es Europa. Dicho con otras palabras: la cesión de competencias a Bruselas fue presentada ante la opinión pública como la solución a todos los problemas.

Nada nuevo, por tanto. En 2003 se creó una Constitución Europea tan artificial como remota que recibió el "No" precisamente del electorado francés (y también del holandés). Posteriormente llegó el Tratado de Lisboa, una versión light de aquélla.

Durante esos años, el Partido Conservador británico se encontraba en la oposición, por lo que poco pudo hacer para influir en los desarrollos que tenían lugar en la UE. Eso sí, nunca engañó a nadie y siempre se opuso a los megalómanos planes de los Chirac, Schroeder o Giscard D´Estaign. En paralelo, el gobierno de Blair jugó al gato y al ratón: no se oponía a la Constitución Europea, pero tampoco la ratificaba. Habló de convocar un referendo, pero nunca lo hizo. Practicó una suerte de euro-escepticismo disfrazado que en casa le dio buenos resultados, pero que a nivel de sus socios comunitarios provocó críticas adversas. El resultado es que sólo en Reino Unido los liberales-demócratas eran partidarios de la Constitución Europea. Tampoco fue una postura que sorprendiera, puesto que históricamente habían sido la fuerza política más eurófila en las Islas.

Sin embargo, actualmente todo es distinto: los tories están en el gobierno, tienen como socios de coalición a los liberales y los laboristas se hallan en la oposición, buscando perfilar un mensaje y un discurso con el que volver al número 10 de Downing Street. Es ahí donde ha entrado el cálculo electoral adoptando una forma demogógica: acusan al Partido Conservador de aislar al país, sumándose a la corriente de opinión tan mayoritaria como ingenua. ¿Alguien en su sano juicio piensa que a partir de ahora el punto de vista tory va a ser ninguneado sistemáticamente? Dicho con otras palabras, existe un buen número de escenarios en los que la presencia de Reino Unido es fundamental y que trascienden al proyecto eurófilo que comparten los actuales dirigentes de Francia y Alemania.

La historia recientísima lo ha demostrado: Siria y Libia han exigido de la presencia británica y allí ha estado, aunque sin dotarse de tanto glamour como Francia. Algo parecido puede predicarse de la política hacia Irán: el principismo del Partido Conservador, esto es, la política de no cesión frente al liberticida Ahmadineyad, dio como resultado que su embajada fuera asaltada. La conclusión es clara: hay vida, es decir, retos y desafíos, más allá de la UE.

Consecuentemente, afirmar que "el desplante de Cameron ha unido al resto de Estados miembros" parece una exageración alejada de la realidad, además de que no hará cambiar de opinión al Primer Ministro. Más bien al contrario, sus declaraciones posteriores han ido en la línea de defender la posición adoptada, aunque sin llegar a los límites del sector más euroescéptico de su formación.

En definitiva, Cameron no ha engañado a nadie y, mucho menos, a sus socios en el ejecutivo. El acuerdo de gobierno una de las cláusulas más importantes que contenía era la relativa a que durante esta legislatura no sólo no se incorporarían al euro, sino que ni siquiera estaría previsto convocar un referendo al respecto. De un modo más particular, se hablaba de que cualquier nueva transferencia de competencias a Bruselas debería ser autorizada por el pueblo británico a través de una consulta. Las afirmaciones de Nick Cheng sintiéndose decepcionado están fuera de lugar.

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