La foto de la economía argentina 2020 nos preocupa a todos:
1. La actividad económica medida por Producto Bruto Interno cerraría este año un 11 % debajo de 2019, que ya acumulaba otros dos años de caída.
2. El desempleo según INDEC llegó al 16 %, pero el dato es bastante peor cuando se toma en cuenta la Población Económicamente Activa del año anterior, llegando al 29 % a mitad de año. En otros términos hay mucha gente sin trabajo que no entra en el desempleo de INDEC porque no está pudiendo salir a buscarlo.
3. El déficit fiscal primario cerraría 2020 en un 7 % del PIB, y el financiero de 9,5 % del PIB, aun con el acuerdo con acreedores privados.
4. La inflación se viene acelerando por encima del 3 % mensual en este último período del año, y el dato agregado para el año 2020 cerraría en torno al 35 %.
5. La pobreza según la medición de la UCA alcanzó a un 44 % de la población, siendo más preocupante aún entre los jóvenes.
¿Qué nos espera para 2021 en todos estos frentes? Sopesar algunas buenas noticias con los fuertes desequilibrios locales resulta de suma dificultad para los analistas.
Actividad económica
La actividad económica empieza a reaccionar en el segundo semestre de 2020, producto de la flexibilización de las restricciones por cuarentena. Argentina podrá mostrar un 2021 que rebota frente al pozo de 2020, aunque permanece debajo del pico de actividad de marzo de 2018.
Este nivel de actividad puede tener un empuje muy favorable desde el exterior, con la economía global rebotando tanto como cayó en 2020. China volverá a ser la locomotora del mundo, y eso contribuye a precios de commodities más favorables. La Reserva Federal, el Banco Central Europeo y el resto de los bancos centrales del mundo mantendrán políticas monetarias muy laxas para favorecer la expansión del crédito y con ello recuperar más rápido la actividad económica y el empleo. Este entorno global favorable dice que vienen vientos a favor en la región, y en particular para Argentina.
Empleo e ingresos
Sería deseable una reforma de la legislación laboral en favor de una mayor flexibilización que permita crear empleo genuino (no estatal) en 2021, pero esto no parece estar en la agenda. Aun así, el pico de desempleo tenderá a reducirse, si bien los dos dígitos de desocupación llegaron para quedarse largo tiempo.
Un factor central aquí será la presión sindical en búsqueda de la recuperación del salario real que ha perdido mucho en 2020 para todos los sectores. Si el gobierno decidiera convalidar aumentos salariales semejantes a la inflación acumulada dejará a la Argentina muy comprometida en el terreno fiscal. Urge aquí una reforma previsional que tampoco parece estar en la agenda.
Hacienda
La situación fiscal es apremiante. Argentina parte de un déficit de casi 10 punto del PIB, pero podrá reducir el desequilibrio haciendo poco. El rebote de actividad podrá mejorar la recaudación; la interrupción de varios subsidios otorgados en 2020 -producto del contexto de cuarentena- podrán bajar el gasto; incluso puede haber un acuerdo con el FMI para postergar el pago de intereses y darle respiro a la Argentina; pero aun así, se requiere un esfuerzo del gobierno para tratar de equilibrar las cuentas públicas en este espacio favorable. No hacerlo implicará tener que monetizar el desequilibrio, lo que puede ejercer más presión sobre la inflación que ya viene acelerando.
Inflación
El desequilibrio monetario provocado en 2020 no se refleja totalmente en precios por la existencia de “inflación reprimida”. El cepo cambiario, el congelamiento de tarifas y combustible, los controles de precios y salarios, la crisis económica y el aumento consecuente pero transitorio en la demanda de dinero, hacen que la inflación pudiera reducirse este año al 35 %.
Pero para adelante la presión es enorme, partiendo del rol de los sindicatos, pero también del déficit fiscal monetizado. Estirilizar vía Leliqs permite reducir el impacto de la expansión monetaria, pero esto también ejerce presión hacia arriba sobre tasas de interés, lo cual presiona negativamente en la actividad y el empleo. Insisto. Es necesario equilibrar las cuentas públicas para dejar de monetizar el déficit, y entonces empezar a dar pasos firmes hacia la estabilidad monetaria. Esta preocupación tampoco se observa entre las prioridades de un gobierno cuya política económica es heteroxa.
El escenario que hoy observamos en este frente nos hace pensar que en marzo/ abril de 2021, mientras recuperamos cierta normalidad en la actividad económica y el empleo (los datos serán muy positivos frente al segundo trimestre de 2020), la inflación se acelerará y con ello la presión sindical, lo que ejercerá más presión sobre el dólar, debiendo el gobierno ceder en una corrección del tipo de cambio. Es difícil establecer el timing de los sucesos, pero la presión inflacionaria contribuye a poner presión sobre el tipo de cambio lo que pueda desatar una nueva crisis cambiaria.
El rol de la política y la elección de 2021
Estos desequilibrios fiscal, monetario y cambiario son determinantes en el resultado de la elección legislativa de 2021, lo que a su vez es determinante en lo político para conocer el nivel de fortaleza o debilidad que el ejecutivo puede mostrar para enfrentar sus desafíos.
Si la elección termina siendo un revés para el oficialismo, se desatará la falta de confianza y la crisis económica, política y social ya no tendrá límite. Si la elección termina siendo favorable al oficialismo, el gobierno tendrá margen para aprovechar los vientos a favor y podrá avanzar en reducir los desequilibrios heredados, pero también magnificados en este 2020.
Adrián Ravier es Director de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas de ESEADE.
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