No estamos en ninguna vuelta ciclista ni hay ningún maillot amarillo en juego. Aun así, el ministro de Industria, el excelentísimo Señor Montilla, ha hallado una sana solución al problema de la escasez y carestía energética: la bicicleta. A nadie se le escapa que estamos ante un medio de transporte inmejorable. Tonifica los músculos, no contamina en absoluto y convierte al ciudadano en el perfecto ecologista que ama el medio ambiente más que a su prójimo. Amén.
Para incentivar tan sesuda iniciativa, el Ministerio va a subvencionar las bicicletas. Como oye, por decreto, puesto que así lo reclaman los votantes que están hartos de coger el metro, el autobus o desplazarse en coche día si y día también. A tal fin, se van a instalar bases en las ciudades para que los viandantes dispongan de bicicletas gratis con las que moverse.
Esta propuesta seguro que colma las expectativas de los ecologistas siempre encantados de impedir que los coches salgan a la calle a llenar de malos humos y ruidos la atmósfera y dificultar la aplicación del sacrosanto Protocolo de Kyoto.
Contra este tipo de medidas, Juan Ramón Rallo clamaba de este modo: "el ataque contra el coche es un ataque contra nuestro modo de vida y nuestra naturaleza humana".
Y evidentemente razón no le falta porque, junto con este arrebato ecologista, Montilla lo único que pretende es incomodar a los ciudadanos que no le han dado autoridad alguna para que les diga qué medio de transporte deben utilizar. Como no, tal prepotencia llevará aparejados costes que nunca se tienen en cuenta por los gobernantes, como el incremento del gasto público y el descenso de los ingresos fiscales por la reducción del consumo de hidrocarburos.
De nuevo, aunque el Plan se vista de moderno y se repita hasta la saciedad que ya es hora de reducir el consumo energético para contaminar menos, ni el Señor Montilla ni el resto de los miembros del Consejo de Ministro se apearán de sus coches de lujo. Tampoco sus señoras lucirán cacha en la bici, ni siquiera los secretarios de Estado acudirán al Ministerio en una mountain bike. Y entonces, ¿por qué el resto de los mortales debemos cambiar nuestros hábitos de vida? ¿Acaso cometemos algún crimen o es que el BOE a partir de hoy va a santificar a Greenpeace e imponer que durante el año sólo haya un día en el que podamos utilizar el coche?
A este Gobierno que nos ha tocado soportar ya sólo le resta expropiar a los conductores sus coches y darles, a cambio, una bici y un casco. Si no es por su salud, como han hecho con el tabaco, será por Kyoto… y si no, seguro que existen otros motivos. Porque como dicen los progres, "sobran los motivos".
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