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Estados Unidos avanza hacia la liberalización de la marihuana

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El pasado 4 de noviembre los estadounidenses acudieron a las urnas, básicamente, para darle un revolcón a Obama. Las Midterm Elections, en las que se renueva la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y se eligen un sin fin de gobernadores, alcaldes y otros cargos locales, han sido un claro baño republicano. No porque el Partido Republicano tenga buena imagen ni traiga ideas ilusionantes, sino por el mero gustazo de darle un palo a un Presidente que se encuentra en sus horas más bajas de popularidad. Pese a que aún le quedan dos años de mandato, los americanos han decidido dar por zanjado el capítulo de Obama y entregar las cámaras legislativas a los Republicanos. Ahora veremos al Presidente volcado en política exterior, pero será porque dentro de Estados Unidos ya no manda él.

Bajo toda esa polvareda electoral, en estas elecciones también se han votado unas 150 propuestas locales que se deciden mediante democracia directa. Si un gran tema cabe destacar de entre la variedad de asuntos votados, ése es el de la progresiva liberalización de la marihuana que se está produciendo en Estados Unidos. Los votantes de los estados de Alaska y Oregón han aprobado la legalización de la producción y consumo de marihuana para fines recreativos, y en la capital nacional, Washington D.C., se ha legalizado la posesión de pequeñas cantidades para consumo personal. Estos casos se suman al de los estados de Colorado y Washington, que han sido pioneros en levantar la prohibición de la marihuana. Si a esto añadimos que en gran cantidad de estados ya está permitido el consumo de cannabis con fines terapéuticos, ya casi la mitad de los estados han dado algún paso en esta dirección. Aunque tímidos, son pasos dignos de celebrar.

2014 está siendo un gran año para la libertad individual en este ámbito. En enero del presente año, en Colorado pudieron abrirse los primeros establecimientos de venta de marihuana. En torno a la "milla verde" de Denver ha comenzado a brotar una joven industria compuesta de cientos de pequeñas empresas innovando y compitiendo para satisfacer a los consumidores, cuyos ingresos totales para este año se estiman en 1.000 millones de dólares. Dice The Economist que "así como en San Francisco todo el mundo parece estar diseñando una app, todos en Denver tienen su idea para un canna-business". El mercado está, lentamente, arrancando esta actividad de las manos de las mafias y las bandas criminales.

Sin embargo, este sector naciente se está encontrando con serios problemas que impiden su pleno desarrollo. El principal de ellos se llama gobierno federal. El ejecutivo que preside Barack Obama sigue considerando el consumo de marihuana un grave delito y tiene implementadas restricciones que cortan las alas al sector incluso en los estados en los que es legal. Por este motivo, por ejemplo, las empresas de Colorado tienen muchas dificultades para usar el sistema bancario por culpa de la legislación antiblanqueo, no pueden casi recibir préstamos y les es del todo imposible financiarse mediante bonos o acciones. Además, la legislación estatal obliga a las empresas a cultivar el 70% de sus ventas minoristas, impidiendo la especialización y la división del trabajo. Esto, sumado a que las compañías no pueden realizar ninguna actividad fuera de sus respectivos estados, hace que el mercado del cannabis no pueda desarrollar todo su potencial para servir a los consumidores.

Según recoge el Pew Research Center, desde 2013 la mayoría de la población estadounidense está de acuerdo en que la marihuana sea legal. Actualmente en torno a un 54% es favorable a la total legalización de esta droga y la tendencia es claramente creciente. Habitualmente se esgrimen diversos motivos por los que hay que derribar la prohibición. Son argumentos que coinciden con los que, hace más de ochenta años, se daban para acabar con la Ley Seca impuesta en Estados Unidos. ¿Cuáles son las razones que se alegan para levantar la prohibición de las drogas?

La prohibición de las drogas no hace que la gente deje de consumir. Lo que hace es obligar a que la producción, distribución y consumo se hagan al margen de la ley. Y ahí no hay acceso al sistema de la justicia, no se respeta la propiedad privada ni se cumplen los contratos. El negocio no se lo lleva el que mejor sirve al consumidor sino el que puede controlar violentamente el territorio, el mejor en evitar ser atrapado por la justicia y el más experimentado en corromper a la policía. En definitiva, la prohibición pone la actividad en manos de los expertos en el crimen organizado: las mafias y las bandas criminales. Como dijo Milton Friedman, "si observamos las guerra contra las drogas desde un punto de vista puramente económico, el papel del gobierno es proteger al cártel de las drogas". El consumidor queda así desamparado contra abusos como los fraudes, la venta de droga adulterada y la violencia. A su vez, el Estado se ve obligado a despilfarrar una gran cantidad de recursos económicos y humanos para combatir sin ninguna posibilidad de éxito un problema que él mismo ha creado. Por supuesto, en el camino va dejando un reguero de víctimas inocentes.

El hecho de que la liberalización de las drogas permita que el negocio vuelva a las manos de quienes realmente satisfacen a los consumidores de manera pacífica, que el consumidor sea soberano y pueda denunciar los abusos o que reduzca el crimen son grandes argumentos en favor del fin de la prohibición. Por ejemplo, muchos partidarios alegan que la importante caída de los crímenes violentos en Denver durante este último año es en buena parte debido a la legalización de la marihuana. Sin embargo, estas son razones secundarias, pero no son el verdadero motivo por el que debería derribarse definitivamente la prohibición de las drogas.

La razón de fondo para acabar con la prohibición de las drogas es, sencillamente, el respeto escrupuloso a la libertad individual. Los liberales creemos que cada uno es dueño de sí mismo y que somos libres de actuar como consideremos oportuno siempre que no agredamos a los demás y respetemos sus derechos de propiedad. La decisión de consumir o no drogas como la marihuana es una decisión personal importante, pues acarrea riesgos y peligros. Pero es una decisión que no debe ser impuesta por el Estado, sino que la debe tomar cada adulto para sí mismo, haciéndose así responsable de sus consecuencias. La prohibición actual de las drogas, como recientemente decía Albert Esplugas, no es otra cosa que la imposición de las preferencias de unas personas sobre todos los demás.

El progresivo avance de la liberalización de la marihuana que en la actualidad se está viviendo en Estados Unidos es motivo de celebración para los liberales y para aquéllos que en este punto coinciden con la postura liberal. Sin embargo hay que reconocer que nos encontramos aún muy al principio del camino. Esperemos que los estadounidenses sigan transitando con decisión por esta senda y que otros países se incorporen a la travesía. Aun cuando Estados Unidos no es el paladín de la libertad que muchos creen, y su liberalismo sólo es apreciable cuando lo comparamos con países como los europeos, de cuando en cuando sí nos concede, en algún ámbito como éste, una buena noticia para la libertad.

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