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Étienne de la Boétie y la tiranía

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Étienne de la Boétie (1530-1563), magistrado, fue un escritor, poeta y teórico político francés, amigo de Michel de Montaigne (1533-1592). Su Discurso sobre la Servidumbre Voluntaria (1549), escrito muy tempranamente, puede que sólo con 18 años, sería publicado póstumamente por los hugonotes (protestantes calvinistas franceses), en 1576. El Discurso se considera un texto precursor de las tesis de la “desobediencia civil” y del “antiestatismo”.

El problema de la tiranía

La idea de poner límites al poder del Estado y el reconocimiento del derecho de rebelión contra el gobernante que abusaba de su poder y se convertía en tirano, abundaron en el Renacimiento, ante los avances del absolutismo en casi toda Europa, especialmente en la Europa protestante, y nunca se olvidaron. No fueron los clásicos españoles de la Escuela de Salamanca los únicos que estudiaron el poder y sus límites, aunque sí serían los más destacados. No puede dejar de apuntarse que La Boétie, al igual que Montaigne, representó en Francia la reacción crítica al maquiavelismo político y, al igual que los autores españoles, sostuvo que la política debía estar subordinada a la ética, por lo que fue también contrario al realismo político de Maquiavelo.

Bajo la influencia de las renovadas tendencias humanistas de la filosofía política renacentista, muchos de los pensadores de la época profundizaron en el estudio de la tiranía desde distintos puntos de vista, dejando al descubierto sus raíces y sus bases. La Boétie fue uno de los que más sobresalieron. Escribió su ensayo en el contexto de las contiendas religiosas en Francia, que asolaron el país durante el siglo XVI, especialmente en su segunda mitad. La obra de La Boétie desempeñó un papel importante en la resistencia frente al absolutismo en Francia. Luego fue olvidado, pero el hecho de que se renovase el interés por su obra en la época de la Gran Revolución (1789) y después, acredita su trascendencia.

Religión y violencia

Indiferente a las luchas entre protestantes (hugonotes) y católicos que padeció Francia durante el siglo XVI, con prolongaciones en los siglos XVII y XVIII, postuló un republicanismo decidido. Para él, no eran problema las disputas teológicas, sino las guerras civiles religiosas en la Francia del siglo XVI. Entre 1547 y 1598, Francia se vio desgarrada por las luchas religiosas. Desde el inicio de la Reforma Protestante, hacia 1530, se sucedieron violencias en las zonas donde los hugonotes tenían más fuerza. En 1547 iniciaron ataques a monasterios, abadías y propiedades, por toda Francia, con el pretexto de destruir las imágenes religiosas que, para ellos, eran signos de idolatría. Las violencias se incrementaron y condujeron a la guerra abierta sostenida entre 1562 y 1598, con algunas treguas. Se suelen contabilizar ocho (¡8!) guerras civiles consecutivas.

El Discurso sobre la Servidumbre Voluntaria es una reivindicación de la libertad natural, derivada de la igualdad de condición natural de los hombres, contra la tiranía. La servidumbre designa al gobierno tiránico que tiende a satisfacer sólo los deseos de la persona o grupo gobernante, los tiranos. Y si existe, se debe sobre todo a la abdicación voluntaria de aquellos que la padecen, pues sólo depende de ellos mismos que acabe la tiranía, si se oponen a ella desobedeciendo al tirano y mediante modos de resistencia pasiva.   

Espíritu de subordinación

Su obra es un análisis crítico del absolutismo, sorprendentemente profundo, que plantea la cuestión de la legitimidad de cualquier autoridad sobre una población, y que intenta descubrir las razones del sometimiento. Para él, el gran misterio de la política era la obediencia a los gobernantes, pese a ser despóticos: ¿por qué la gente acepta ser saqueada y oprimida por los gobernantes? No es sólo por el miedo, explicará La Boetie en su Discurso, pues el gobierno del tirano necesita del consentimiento de sus súbditos. Su tesis principal es que toda servidumbre es voluntaria y deriva exclusivamente del consentimiento de los que la padecen.

La Boétie descubrió con demoledora claridad que la tiranía se sustenta menos en un poder brutal, que en el sentimiento profundamente arraigado de subordinación de los hombres, en su miedo a la libertad. Los hombres, dice, dan sus fuerzas y poderes a un fantoche, en principio vacío. Luego, deslumbrados por el poder que le han dado, se le someten ciegamente. Este espíritu de «servidumbre voluntaria» es el baluarte más fuerte e inexpugnable de toda tiranía que debe derribarse, pues, si los hombres reconocieran lo que se esconde detrás de la tiranía y negaran obediencia al ídolo creado por ellos mismos, la tiranía colapsaría impotente.

Razones para someterse a un tirano

Las razones por las que los hombres se someten a un tirano, para La Boétie, se reducen sobre todo a tres:

– La primera: hay quienes nunca han conocido la libertad y están “acostumbrados a la sujeción”.

– La segunda: bajo los tiranos la gente se vuelve “cobarde y débil”. Los sumisos no tienen ni ardor ni combatividad para la lucha. Los tiranos intentan estimular esta pusilanimidad y mantener a los hombres estúpidos y mansos, dándoles “pan y circo”.

– La última y más importante razón, pues revela la fuente y el secreto de la dominación y “el sustento y fundamento de toda tiranía”, es que el tirano cuenta con el apoyo de unos pocos leales que le ayudan a someter todo el país. Y estos fieles tienen, a su vez, hombres que les obedecen y a quienes se entrega el gobierno de las provincias o “el manejo de los fondos”. Se mantienen bajo su sombra, pues sólo pueden eximirse de leyes y penas por su protección.

Son los propios pueblos los que se dejan oprimir, es el pueblo el que se somete, y quien, pudiendo elegir entre ser siervo o libre, rechaza su libertad y se unce al yugo, lo acepta y casi parece que lo busca. Lo que, apoyado luego en la costumbre, consigue hacer tragar a todos, sin repugnancia, el amargo veneno de la servidumbre.

Como se ha dicho, La Boétie aportó una innovación que ha hecho perdurar su pensamiento hasta hoy. Propuso que, para liberarse de la tiranía, no era necesario ni imprescindible utilizar la fuerza contra el tirano. A su juicio, el tirano caerá en cuanto el país se canse de él.

Dejad de actuar como esclavos

Los súbditos esclavizados no tienen que sublevarse o matar al tirano, como propusieron los maestros españoles de la Escuela de Salamanca. Para ser libre, sólo se requiere la voluntad de sacudirse el yugo: ¡Resolvéos firmemente a no ser más esclavos y seréis libres! Si se niega todo apoyo al tirano, este se derrumbará y se hará pedazos como un coloso al que le quitan el pedestal.

Pocos han sido los pensadores que, como La Boétie, se han atrevido a indagar en las raíces ocultas del poder. El camino hacia las concepciones libertarias discurrió por distintas fases del concepto de derechos naturales. Sus partidarios siempre se esforzaron por oponer al poder ilimitado del gobernante, «los derechos naturales e inalienables del pueblo», esperando lograr así un equilibrio social favorable al desarrollo tranquilo de las condiciones de vida social. Esfuerzos que luego llevaron a las conocidas exigencias del liberalismo que, no satisfecho con la limitación del poder personal del gobernante, se esforzó por limitar el poder del Estado, en general, por considerar que la tutela continua del Estado era tan perjudicial para el desarrollo de las fuerzas creativas de la sociedad, como lo fue la tutela de las iglesias en siglos anteriores.

La posteridad ha enjuiciado a La Boétie de modo diverso. Se le ha considerado precursor de la desobediencia civil, de la no violencia y de la resistencia pasiva. Y también, un inspirador de los modernos idearios libertarios, tanto del socialismo anarquista, como del libertarianismo liberal o anarco-liberalismo. Pero, en cualquier caso, no hay duda de que ha sido uno de los más trascendentes analistas críticos de la tiranía.

Ver también

La enseñanza sin Estado. (Félix Moreno).

La mentira como arma política. (Juan Ramón Rallo).

Las formas del Estado. (León Gómez Rivas).

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