La evolución es un hecho comprobado observacionalmente y teóricamente consistente. La teoría de la evolución es plenamente científica y resulta imprescindible para entender la vida (y seguramente también toda la realidad física). Las ciencias humanas (sobre lo praxeológico, lo psicológico, lo económico, lo cultural, lo social) quedan incompletas si no incorporan los principios fundamentales del evolucionismo, que explican cómo surgen la inteligencia y la intencionalidad mediante procesos no inteligentes y no teleológicos (de la causalidad a la funcionalidad y de esta a la cognición y la intencionalidad). La teoría pseudocientífica del diseño inteligente (creacionismo camuflado) afirma erróneamente que algunos aspectos de la complejidad presuntamente irreducible de la vida no pueden ser explicados mediante mecanismos evolutivos y requieren la intervención de algún tipo de inteligencia previa y externa.
El liberalismo como filosofía política no es una simple ideología que sirve a los intereses de una clase sino que se basa en conocimiento objetivo de la realidad de la naturaleza humana. Algunos liberales (a menudo más bien conservadores) parecen tener problemas en aceptar la fundamentación evolucionista de esta naturaleza: quizás ven en peligro sus creencias religiosas y se sienten más cómodos con las falacias creacionistas. En lugar de reconocer su propia ignorancia y confusión sobre el evolucionismo, se lanzan con gran énfasis y seguramente buenas intenciones a debatir en ámbitos que no dominan. Se llega a defender el disparate de que el capitalismo está íntimamente emparentado con el diseño inteligente. O no entienden de economía o no saben de biología, y quizás ambas cosas.
Los fenómenos evolutivos de autoorganización, orden espontáneo, emergencia, adaptación y optimización se dan tanto en lo biológico no humano como en lo social y económico. En los mercados libres participan seres humanos conscientes e inteligentes que actúan intencionalmente, con fines, con propósitos. Los mecanismos autorreguladores del mercado (señales de precios, beneficios y pérdidas, competencia) permiten coordinar las acciones locales (planes o diseños parciales, de pequeña escala) y generar espontáneamente un orden global dinámico que no es resultado del diseño consciente de los agentes. El capitalismo no requiere la intervención de ninguna inteligencia externa de gran capacidad, y de hecho los totalitarismos se basan en el error de intentar organizar coactivamente la sociedad: no sólo no es necesario, sino que además es imposible (y catastrófico cuando se lleva a cabo).
La evolución biológica (mediante los mecanismos de mutación, recombinación, flujo genético, deriva genética y selección natural) es equivalente a la evolución social y económica mediante la prueba de diversas formas de organización de la producción de bienes y servicios (innovación, imitación) y la selección competitiva de los consumidores en el mercado: todo lo auténticamente novedoso supone ensayos a ciegas que se preservan por su éxito a posteriori. Pretender que una inteligencia superior puede crear la vida y ordenar la evolución es como pretender que el estado puede ordenar la sociedad. Algunos liberales en lo social resultan ser socialistas respecto a lo natural: aceptan que lo humano se organice libremente, pero no pueden entender el mundo físico y biológico sin el soporte de alguna divinidad sobrenatural.
Que los liberales seamos una minoría contraria al intervencionismo gubernamental no significa que debamos identificarnos con hipótesis pseudocientíficas marginales que protestan por el acoso estatal de las teorías dominantes (algunos parecen liberales simplemente como medio estrafalario de oponerse de forma conspiranoica a la versión oficial). No creer en la evolución no se debe a tener altos niveles de rigor escéptico: la teoría de la evolución es algo que puede conocerse, no es necesario ningún acto de fe. Naturalmente cualquiera puede creer lo que quiera, pero afirmar que la teoría de la evolución no se sostiene científicamente o que las evidencias la impugnan es hacer el ridículo. Y si se hace al tiempo que uno se proclama liberal tal vez el prestigio intelectual del liberalismo resulte dañado.
Referencias:
Proyecto Inteligencia y Libertad: www.intelib.com, http://www.intelib.com/Evolucio
Michael Shermer es un pensador esencial para el liberalismo y el evolucionismo: www.michaelshermer.com
Discovery Institute: www.discovery.org, en lo económico son liberales y en lo natural creacionistas.
Un ejemplo particular de ignorancia liberal sobre evolución: http://docedoce.net/?p=2343
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