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FEMEN: la libertad del liberticida

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En los últimos meses el escaparate social español se ha visto salpicado por mujeres activistas que protestan ante iglesias o esperando a algún personaje público, religioso o no, a la puerta de una institución para, con el torso desnudo y pancarta en ristre, gritar y acosar al elegido. Son las FEMEN. Este movimiento de origen ucraniano tiene solamente seis años de vida. Su objetivo era protestar por el turismo sexual en Ucrania y las agencias matrimoniales internacionales y, de paso, atacan también las instituciones religiosas que, en su opinión, minusvaloran y discriminan a la mujer. En nuestro país se han centrado en la defensa del aborto. Y han protagonizado la irrupción en iglesias en medio del culto, y acoso a determinadas personas por la calle, entre otras cosas.

Como punto de partida quiero dejar claro que su propuesta de introducir la responsabilidad criminal en el uso de servicios sexuales me parece mal, la prohibición de las agencias matrimoniales internacionales, también; los métodos de protesta que pasan por el vandalismo (derribar una cruz erigida en homenaje a los católicos muertos en la represión soviética) o el allanamiento de la propiedad privada, también me parecen más que reprobables.

Pero una vez dicho esto, creo que el ejemplo de las FEMEN sirve para reflexionar acerca de una característica de algunos liberales "a la carta" que, probablemente por la indignación natural que les producen estos hechos, se dejan llevar, en mi opinión en extremo, por sus sentimientos. La reflexión me parece relevante porque ese "dejarse llevar" termina enquistándose y pasa a pervertir la esencia de lo que para mí y para otros muchos es el liberalismo: la defensa de la libertad y la responsabilidad individual.

Ayer un grupo FEMEN esperó a monseñor Rouco Varela a las puertas de un edificio institucional y cuando salió del coche, se le acercaron, le gritaron "El aborto es sagrado", y le lanzaron una prenda de ropa interior femenina manchada supuestamente con sangre. La razón es la postura antiabortista de la Iglesia Católica, representada en ese momento, por monseñor Rouco. A raíz del vídeo que acompañaba la noticia dejé la siguiente reflexión en mi página de Facebook: Me sigue pareciendo no violenta la protesta mostrando el pecho y gritando. ¿Irreverente? Sí. Pero violento, no. Por supuesto, no faltaron quienes, impedidos para razonar por motivos que no conozco, pasaron del ataque directo e indiscriminado a la sorna acerca de la prenda de ropa interior exhibiendo tan mal gusto como las propias FEMEN. Pero muchas personas aportaron argumentos muy interesantes que son los que me llevan a esta reflexión.

  • Si gritar cerca de alguien es acoso y, por tanto, violencia, también lo es hacerlo con un asesino.
  • Si las FEMEN deberían irse a La Meca a defender los derechos de las mujeres islámicas, el Instituto Juan de Mariana, probablemente conmigo a la cabeza, de la mano de Juan Ramón Rallo, Raquel Merino y demás, debería abrir una sede en Corea del Norte e ir a la puerta del palacio presidencial de Kim el Sanguinario a afearle la conducta y proponerle un modelo de gobierno "realmente liberal". Nótese que protestaron contra el trato a la mujer en el Islam en los Juegos Olímpicos de Londres.
  • Si cualquier símbolo religioso debe ser respetado públicamente porque eso no es libertad de expresión sino atentado a las creencias de muchas personas, también ha de protegerse la imagen de Mahoma, poniendo encima de la mesa, además, que son 1300 millones de fieles, menos que los cristianos, pero más que los católicos. Así que deberían retirarse, si seguimos este criterio, las caricaturas de Mahoma del ámbito público.
  • Si lanzar ropa interior a alguien es violencia, deberían detener a las mujeres que lanzaron sujetadores a Jesulín de Ubrique en una famosa plaza de toros o a las niñas que lanzan todo tipo de prendas a sus cantantes favoritos desde los tiempos de Los Beatles. Porque, si bien la sonrisa de esos cantantes, toreros y demás ídolos de juventud, al recoger las prendas, y su "Gracias. Os quiero" mirando al auditorio, indican que están encantados, no sé si juzgar el hecho por la intención es muy correcto, y tampoco sé si esas adolescentes sabían a ciencia cierta que sus acciones serían bien recibidas, o si Bisbal o David Summers han sentido repugnancia alguna vez ante tal espectáculo.

Como conclusión, sigo manteniendo mi afirmación: gritar y desnudarse no es violencia. Y defender el derecho a protestas no violentas de un grupo de mujeres liberticidas garantiza que hay sitio para la libertad en mi país. Asegura que caben todas las protestas no violentas. Pero además, aunque creo que las protestas violentas no deben permitirse, en general, me parece que generalizar cualquier acto que provenga de un grupo como FEMEN es muy peligroso, y no es saludable.

Y tengo que decir que han sido actos violentos los que han acabado con muchos tiranos. La violencia civil contra la violencia política es algo sobre lo que queda mucho por pensar.

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