Una de las costumbres con más arraigo en España es celebrar las fiestas de los municipios habilitando espacios públicos para que la gente joven pueda juntarse, escuchar música a mucho volumen y beber a precios económicos hasta altas horas de la madrugada.
Es una tradición que no se discute, llevando a la paradoja que ciudades que cierran zonas verdes porque el viento o el calor los vuelven demasiado peligrosas, siguen habilitando que chavales se emborrachen en masa durante toda la noche.
La combinación de cientos de personas, alcohol y nocturnidad suelen llevar a problemas de orden público. Y éstos los protagonizan el porcentaje de personas incivilizadas que existe en la vida nocturna de toda ciudad. Hasta aquí la descripción de una realidad que todos conocemos, pero que por motivos políticos se emborrona construyendo distintos relatos.
Por ejemplo, hace unas semanas las fiestas de Alcalá de Henares protagonizaron la actualidad por una serie de incidentes que tuvieron lugar de madrugada. Al parecer, una pelea entre unas bandas latinas llevó al desalojo del recinto ferial, lo que provocó el enfrentamiento de varios grupos con la policía durante bastantes horas, sembrando la incertidumbre entre la población que asistió desde sus balcones al espectáculo.
En un primer momento, bastantes testigos aseguraron que se habían producido disparos, e incluso se llegó a difundir que había varias personas muertas. La prensa se hizo eco de lo primero, pero lo segundo no pasó de las redes sociales.
A las doce del mediodía, ocho horas después del inicio de los incidentes, el Ayuntamiento de la ciudad emitió un comunicado donde venía a decir que prácticamente no había pasado nada: un simple desalojo por precaución y un grupo revoltoso de unas veinte personas enfrentados puntualmente a la policía, dando casi por seguro que era gente de fuera de la ciudad. Todo el revuelo lo achacan a la mala costumbre de los ciudadanos de no informarse por fuentes oficiales y creerse todo lo que ven por internet.
Aceptando la versión del Ayuntamiento, es curioso que los vecinos de una ciudad tengan que estar varias horas escuchando cómo la policía se enfrenta a multitud de grupos violentos, lo que, por cierto, provoca disparos con proyectiles antidisturbios que al parecer tenemos la obligación de distinguir de oído de los disparos con proyectil metálico, sin sacar ninguna conclusión o informarse por nadie.
Los contenedores arden, las botellas vuelan y las detonaciones no se dejan de escuchar, pero no saquemos conclusiones precipitadas hasta que el equipo de gobierno se levante, se entere de qué ha pasado, y preparen un comunicado cuidadosamente redactado para no reconocer la más mínima responsabilidad en lo ocurrido. Suena divertido, pero por desgracia vivimos en un mundo post COVID, y estas cosas ya no hacen gracia.
Alcalá de Henares, y más concretamente su ocio nocturno, nunca ha sido tranquilo. Así que lo que ha pasado no cuadra con el relato, que en otros lugares puede ser cierto, de que la inmigración ha creado un problema de inseguridad donde no lo había. Pero eso no puede ser excusa para que el Ayuntamiento se dedique a ocultar la gravedad de incidentes en recintos bajo su responsabilidad, y cuyos responsables son claramente de colectivos de los que oficialmente no se puede hablar.
Pero lo que ya vuelve la situación es surrealista es que no se pueda hablar de bandas latinas, menas, o de disparos, pero eso sí, podemos soltar sin despeinarnos que los responsables son de fuera de la ciudad. Porque sí, en la España delirante en la que vivimos está mal visto resaltar que un delincuente es de otro continente, pero no hay ningún problema en inventarse que es del pueblo de al lado, que en el nuestro somos todos personas de orden. Ya se sabe, son las pequeñas particularidades de las fuentes oficiales.
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