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Guerra contra las drogas: un fracaso anunciado

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Con todos sus defectos, otros bienes como el alcohol, el tabaco o las armas en EEUU ofrecen un marco legal mucho más congruente, moral y eficiente que la prohibición y criminalización de las drogas.

Naciones Unidas celebra cada tantos años un encuentro (llamado UNGASS) donde debate el estado actual de la guerra contra las drogas a nivel internacional. Y este año, celebrado a finales de abril, puede pasar como el del comienzo del verdadero reconocimiento de que la guerra contra las drogas es un fracaso.

Tanto es así que se espera que Naciones Unidas apruebe una resolución que aliente el fin de la marginación de las víctimas de la droga, la reducción de las penas así como alternativas a la cárcel e incluso el planteamiento de la despenalización. Jindrich Voboril, actual responsable de política de drogas en la República Checa y que recuerda cómo el problema de la prohibición comenzó con el comunismo en su país, es uno de los artífices del cambio de mentalidad en las élites burocráticas sobre este asunto.

El debate sobre las drogas está siendo especialmente intenso en Estados Unidos y lo está siendo por las mismas razones que lo ha comenzado a ser en otras zonas: la prohibición de las drogas ha sido un desastre. Por el contrario, en los quince años que Portugal lleva con la descriminalización de las drogas y orientado sus políticas hacia la prevención y el tratamiento, el uso de drogas inyectables ha caído un 50%. Desde que hace más de diez años Suiza legalizara la heroína para adictos nadie ha muerto de una dosis legal de heroína.

El economista y Nobel Milton Friedman, criado en Chicago en la época de la prohibición del alcohol, explicó en su idea los perversos efectos de la prohibición de sustancias, ya sea el alcohol o las drogas. Al sacar del mercado legal una sustancia, ésta irremediablemente acaba siendo distribuida por organizaciones expertas en saltarse la ley (mafias). Como la competencia entre estas organizaciones no se puede lidiar en un mercado legal y pacífico, dicha competencia deviene en guerra abierta y violenta. Porque además una sustancia ilegal, que puede ver aumentado su coste de distribución al margen de la ley hasta un 1000% según un estudio de 2014, se convierte en un tentador negocio del que participar. Y estas sustancias, sin ningún control legal, comienzan a ser más peligrosas para sus consumidores. La prohibición no sólo no remedió ningún problema, sino que los agravó y creó muchos otros.

Dan Baum, de Harper’s Magazine, expuso recientemente que la guerra contra las drogas se inició con Nixon en EEUU en 1971 como un modo de criminalizar a comunidades como la de los negros o la de los hippies. Un estudio del 2012 de la agencia federal americana ‘Sentencing Commission’ determinó que mientras los negros no son mayores consumidores de drogas que los blancos, sí son notablemente mucho más objetivo de arresto y encarcelamiento por ello. Así pues, la guerra contra las drogas no sólo habría tenido malas consecuencias, sino que sus motivaciones tampoco lo fueron nunca.

Con todos sus defectos y problemas, muchas otras sustancias o bienes de consumo como el alcohol, el tabaco o las armas en EEUU ofrecen un marco legal mucho más congruente, moral y eficiente que la actual prohibición y criminalización de las drogas, por lo que no es difícil imaginar un escenario de despenalización o incluso de plena legalización.

Los intervencionistas suelen apelar a la necesidad de la voluntad política para resolver esto o aquello. En el fondo, no les falta razón, ni para el caso de la prohibición de las drogas ni para cualesquiera otros. Todo se trata de tener voluntad política: voluntad de los políticos de dejarnos en paz.

6 Comentarios

  1. El consenso internacional
    El consenso internacional sobre la fiscalización de las drogas para promover activamente una sociedad libre del uso indebido de drogas ( ingeniería social y liberticidio sin ambages ) se acabará rompiendo por aquellos países que comprueban a diario que intervenir este mercado no solo no deviene en los objetivos previstos sino que genera una serie de problemas crecientes e inasumibles. Ojalá lo veamos.

    Ideología del deber ser frente a realidad del no poder ser.

    Pero cuándo un fracaso garantizado frenó a quien se cree en posesión de la verdad, la justicia, la belleza, la bondad, el saber, la moral…

    • 1. Que algo te enganche no es
      1. Que algo te enganche no es motivo no da a nadie el derecho a evitar que nadie se enganche. El problema ahí es de costes y la solución privatizar la sanidad por completo.

      2.- La mejor manera de que la gente se enganche es prohibiendo algo, tanto psicológicamente por el efecto llamada de la prohibición por económicamente por el efecto de no controlarse ninguna dosis ni composición que se vuelven más peligrosas y adictivas en el mercado negro. Y aunque el punto 2 no fuera asi, éticamente es ilegal prohibir engancharse.

    • Adolfo:
      Adolfo:
      Y además, mientras se privatiza o no se privatiza la Sanidad, el sujeto adicto estará contribuyendo a financiarla (en su medida) vía impuestos, así que ni mediante ese argumento sería justificable su prohibición.

      De todos modos, mientras esté legalizado el consumo de alcohol (con toda la problemática que su abuso conlleva), cualquier argumento en pro de la no legalización del cannabis resultará absurdo y artificial.

  2. No tengo nada claro si hay que legalizarlas o no. Eso si, creo que de legalizarlas tendría que ser una decisión internacional, de muchos países, no de unos pocos.

  3. En cualquier supuesto, siempre salvaguardando la salud pública. Por ejemplo castigando severamente el dejar tiradas por ahí las jeringuillas. Y no aceptando el consumo de drogas como atenuante. Si alguien decide drogarse debe asumir todas sus posibles consecuencias.


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