En el sistema productivo, no solamente son importantes las características de los recursos productivos empleados y las complementariedades que existen entre ellos, también resulta fundamental el modo en que se combinan entre sí, en cómo se organizan empresarialmente. Es decir, la propia estructura organizativa de una empresa es importante y es capaz de crear valor por sí misma, aun sin modificar estrictamente los inputs. De ahí que las organizaciones o las estructuras que adoptan las empresas evolutivamente, importen y moldeen la estructura de capital (productiva) de una economía.
El sistema económico se estructura en función de los deseos presentes y futuros de los consumidores. En una industria, dicha estructuración se realiza a través de la realización, a lo largo de las etapas productivas, de un conjunto de actividades que van creando y añadiendo valor al producto que desean los consumidores (esto es, la cadena de valor).
Integración y la tendencia a la desintegración
Una empresa puede desarrollar un producto integrando toda la cadena de valor internamente. La integración vertical en una industria se da sobre todo en situaciones en donde los cambios productivos o las innovaciones son sistémicas (implican modificaciones en todas las etapas de la cadena de valor) y requieren de reorganizaciones a gran escala de las capacidades existentes en la empresa y que no pueden encontrarse en ese momento fuera, en el mercado (por no existir o porque los costes de transacción son elevados).
Sin embargo, tal como resumí en mi último comentario, durante el proceso competitivo y la evolución de la industria, puede suceder que las empresas integradas, que continuamente van innovando y mejorando su producto mucho más de lo que los consumidores están dispuestos a pagar, se vean sorprendidas por nuevas empresas especializadas que irrumpen en el mercado ofreciendo productos más baratos con una funcionalidad mínima o aceptable por consumidores menos exigentes (empresas low cost). Se produce así un proceso de desintegración –o modularización- de la industria que lleva al nacimiento y proliferación de empresas especialistas con una tendencia hacia la estandarización de los productos. Un ejemplo clásico es el de Apple, Samsung y los smartphones, pero existen más áreas en las que puede verse esta evolución (o podría, si no hubiera intervención estatal), como el de la educación –Universidad de Harvard frente a la de UC Berkeley- o la sanidad –hospitales frente a clínicas especializadas, especialistas, atención a domicilio, etc.-).
¿Empresas líderes abocadas a la desintegración?
Surge así una interesante cuestión en torno a la evolución de la industria. ¿Qué ocurre con las empresas líderes que presentan una estructura organizativa integrada? ¿Seguirán la misma tendencia hacia la desintegración? ¿Debería Apple modificar su sistema de producción y diseño de productos (sofisticado) y, en su lugar, adoptar una estructura empresarial similar a la de sus competidores más modular o sencilla (p.ej., el proceso de fabricación del sistema Android)?
El caso es que hay determinadas fuerzas que pueden hacer que una empresa integrada persista en su estructura a pesar de verse rodeada de empresas especialistas o modulares (y no me refiero necesariamente al caso estricto de Apple, que requeriría de un análisis detallado), e incluso sea esta integración vertical una de sus ventajas competitivas (Zara).
Persistencia de las empresas integradas
Por ejemplo, la necesidad de mejorar el producto en el sentido de hacerlo más sencillo o fácil de usar por el consumidor (o la miniaturización en determinados productos) son razones para la integración vertical, o la propia necesidad de nuevamente diferenciar el producto en función de las cambiantes preferencias de los consumidores en un mercado en el que se tiende a la estandarización.
Mantener esta organización integrada aprovecha las interdependencias que se dan entre las partes de la arquitectura del producto de modo que la empresa consiga ese objetivo de diseñar un producto más sencillo y fácil de usar, diferenciarlo o miniaturizarlo, de la manera más eficiente. Es decir, los costes superiores por tener una organización integrada (estructurales, logísticos, de investigación, distribución…) son compensados por la ventaja competitiva propia de este tipo de organizaciones.
Nuevas complementariedades entre empresas integradas y especialistas
Acaso sea más interesante las nuevas relaciones que pueden darse entre la empresa integrada y las especialistas de distintas etapas productivas y cómo estas pueden crear valor para ambos tipos de organizaciones. En este caso asistimos a un nuevo incremento de la complejidad del tejido productivo y del conocimiento, que trae mayores y mejores productos (véase P. Lewin o L. Lachmann), en el que se combina estructuras integradas en las que la información fluye jerárquicamente de arriba abajo, con estructuras especializadas cuyo conocimiento puede fluir en múltiples direcciones.
Así, con los servicios que puede encontrar en las empresas especializadas, la empresa verticalmente integrada puede tener acceso a un conocimiento y unas capacidades productivas que hasta ese momento no encontraba internamente. La empresa integrada, que tiene una superioridad relativa a la hora de desarrollar innovaciones sistémicas, podrá encontrar nuevas complementariedades de su conocimiento y capacidades con las de las empresas especialistas y crear valor. En la medida en que estas nuevas relaciones comerciales que crean valor compensen los costes de permanecer verticalmente integradas, estas empresas coexistirán con empresas especialistas y no tendrán por qué verse irremediablemente obligadas a desintegrarse.
Además, estos nuevos patrones extenderán el conocimiento, la división del capital y promoverán la eficiencia y las innovaciones, creando no sólo nuevos productos finales sino otros bienes de capital (que al ser indivisibles pueden crear economías de escala y alcance, con rendimientos crecientes) que, a su vez, podrán ser utilizados por las empresas y consumidores del futuro para tratar de incrementar más el bienestar…
Por otra parte, pensemos también en que no sólo las especialistas son las que prestan sus servicios (o venden sus bienes) a las integradas, también estas podrán ofrecer sus productos finales o intermedios (de alguna de las etapas de la cadena de valor que integren) a las especialistas (se desacopla la cadena de valor, se bifurca o se crea una nueva, añadiendo complejidad a la estructura de capital). En este caso, las especialistas se aprovecharán de las innovaciones de las empresas integradas y las integradas rentabilizarán determinadas áreas de su negocio y mantendrán su nivel de I+D al capturar beneficios de estas inversiones (piénsese en IBM en los años 90).
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