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Jason Brennan contra la democracia (I)

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¿Es la democracia el sistema de organización social que produce mejores resultados?

El filósofo Jason Brennan afirma que vivimos una época marcada por el triunfalismo democrático. De acuerdo con el estadounidense, la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos veneran la democracia y la participación política por tres motivos: primero, como fin en sí mismo; segundo, por lo que simboliza; y por último, porque asumen que es el sistema político que produce mejores resultados. El último libro de Brennan, “Contra la democracia», está dedicado a analizar si estas tres afirmaciones están justificadas. La respuesta constituye una fundamentada crítica del tan extendido triunfalismo democrático.

En primer lugar, Brennan analiza si es correcto valorar y defender la democracia como valoramos a un ser humano: como un fin en sí mismo. Está ampliamente extendida la creencia de que la democracia tiene un valor intrínseco que convierte en justas sus decisiones y que nos obliga moralmente a someternos a sus resultados. ¿En qué se basan quienes defienden esta postura? Jason Brennan analiza detenidamente las razones que se suelen dar para justificarla: primero, porque permite a todo individuo dar su consentimiento al gobierno; y segundo, porque permite a todo individuo aumentar su autonomía, hacer que el gobierno actúe de acuerdo a sus intereses y prevenir la dominación por parte de otros. En resumidas cuentas, estos argumentos giran en torno a la capacidad de la democracia y la participación política para “empoderar” a las personas, esto es, otorgar a los individuos poder de autogobierno.

De acuerdo con Jason Brennan, la realidad es que “salvo circunstancias excepcionales, empodera más encontrarse un billete de cinco dólares en la acera que tener derecho de voto”. En primer lugar, es directamente falso que la democracia permita al individuo dar consentimiento al gobierno para llevar a cabo sus acciones y así establecer una relación consensual. Pruebe a negar expresamente su consentimiento al gobierno: éste le va a seguir imponiendo sus normas, regulaciones, restricciones e impuestos, le guste o no, vote lo que vote. La democracia podrá o no estar justificada por otros motivos, pero no porque descanse en el consentimiento de los individuos.

Por otro lado, la democracia no permite al individuo tener control autónomo sobre el gobierno, y por tanto es falso que permita aumentar su grado de autonomía personal, ni hacer que el gobierno actúe de acuerdo a sus intereses, ni prevenir la dominación por parte de otros. Esto es así porque, en la práctica, el poder que tiene nuestro voto individual es cero. En todas las elecciones en las que usted haya votado, si se hubiera quedado en casa o hubiera votado lo contrario, el resultado habría sido exactamente el mismo. Una buena prueba de que usted no tiene autonomía ni poder real de decisión sobre algo es el hecho de que ese algo vaya a ocurrir con independencia de lo que usted decida o haga. De hecho, Jason Brennan afirma que la idea de la democracia es precisamente ésa: “La democracia no pretende empoderar a los individuos; pretende desempoderar a todos los individuos en favor de grandes grupos o colectivos de individuos”.

En segundo lugar, tras concluir que no está justificado defender la democracia como fin en sí mismo, como hemos visto, Brennan se plantea si en su lugar deberíamos valorarlo como valoramos una obra de arte: no por su valor intrínseco, sino por lo que simboliza. Tal vez, escribe el autor, al igual que los nazis obligaban a los judíos a lucir una Estrella de David amarilla como símbolo de inferioridad moral, el derecho a votar representa también un valor simbólico de igualdad que hay que defender pese a que no otorgue en la práctica ningún poder al individuo. Sin embargo, el autor dedica un capítulo completo a atacar lo que denomina el argumento semiótico: “El argumento semiótico en favor de la democracia se basa en la idea de que otorgar a todos igual poder fundamental expresa, comunica y simboliza respeto».

Brennan dice que en ausencia de otros argumentos, el argumento de que todo el mundo debe de tener una misma porción de poder político por lo que simboliza no se sostiene por sí mismo. Si la democracia tuviera un valor intrínseco, si fuera un fin en sí mismo, o si fuera el sistema político que produjera los mejores resultados posibles, no dar a todo ciudadano una idéntica fracción de poder político sí señalizaría que unos ciudadanos tienen una mayor dignidad y valor moral que otros. Sin embargo, si asumimos que la democracia no se justifica como fin en sí mismo ni por sus resultados, el valor simbólico de tener derecho a votar no justifica la implantación de la democracia.

Afirma el autor que, incluso bajo estos supuestos, no proporcionar a todo individuo el mismo nivel de poder político podría ofender a quienes salgan peor parados. Sin embargo, si por ejemplo a alguien no se le deja votar porque es incapaz de superar una prueba objetiva de conocimientos básicos de política, no debería de sentirse más ofendido, dice Brennan, que alguien que no puede ejercer como cirujano porque es incapaz de obtener el título de medicina ni de demostrar que tiene los conocimientos y capacidades mínimas imprescindibles para ejercer dicha labor. En ese caso, sentirse ofendido no justifica que se le otorgue el derecho a imponer sobre terceros un perjuicio derivado de su falta de conocimientos o capacidades.

Y es que, añade el autor, el poder político no es como cualquier libertad individual, no es como tener derecho a decidir sobre uno mismo, sino que implica la capacidad para imponer decisiones y preferencias sobre los demás. No basta, por tanto, con haber nacido para tener derecho ejercer poder político sobre los demás, sino que, en todo caso, hay que ser capaz de ejercerlo de manera competente. Jason Brennan afirma que toda persona tiene derecho a no ser sometido a decisiones tomadas de manera incompetente. Es lo que denomina principio de competencia: “Es a priori injusto y una violación de los derechos de un ciudadano despojarle por la fuerza de su vida, libertad o propiedad, o dañar significativamente sus perspectivas de vida, como resultado de decisiones tomadas por un cuerpo deliberativo incompetente, o como resultado de decisiones tomadas de manera incompetente o de mala fe”. La democracia, por estas razones, no puede justificarse únicamente por su valor simbólico.

Llegados a este punto, Jason Brennan plantea una cuestión esencial: si estamos de acuerdo en que la democracia no puede justificarse por su valor intrínseco ni por su valor simbólico, sólo cabría justificarlo si produjera mejores resultados que cualquier otro sistema de organización social. Es decir, que al igual que el valor que le damos a un martillo depende de su capacidad para clavar clavos, el valor que le damos a un sistema político debería ser también puramente instrumental: debería depender de su capacidad para proteger las libertades civiles y económicas y para otorgar a los ciudadanos de un nivel de prosperidad superior al de sus alternativas. En consecuencia, si la democracia fuera el sistema que produjera los mejores resultados podría estar justificado defenderla, pero si por el contrario otro sistema produjera superiores resultados deberíamos pasar a adoptar ese otro sistema.

La pregunta que surge tras este planteamiento es inmediata: ¿Es la democracia el sistema de organización social que produce mejores resultados? ¿Podría existir otro que proporcione superiores consecuencias para sus ciudadanos? Jason Brennan analiza en detalle esta cuestión a lo largo de varios capítulos del libro. Para abordarla, sin embargo, será necesario un segundo artículo.

7 Comentarios

  1. Interesante. Brennan propone
    Interesante. Brennan propone el conocimiento-rey (epistocracia), la vuelta del filósofo rey. Casi nada escapa a Platón.

    Aunque no tengo muy claro si lo que llama epistocracia (epistemología) no será mas bien tecnocracia. Espero que no.

    Salud.

  2. Hay algo raro en este Brennan
    Hay algo raro en este Brennan. Algo raro en los gestos de su cara, y en su forma de hablar avasallando a los demás, con el pretexto de «enseñar». Tiene algo de psicópata. Creo que es un infiltrado dentro del movimiento libertario. No es trigo limpio. Cuidado con él y con las intenciones que puede esconder detrás de sus argumentos. A diferencia de Bryan Caplan, este Brennan no parece que haya dejado atrás la misantropía tan habitual entre los empollones.

    Y es lógico que sienta cierto odio por la humanidad, habida cuenta de que creció en una familia de madre soltera que dependía de la «caridad» del Estado. Las personas que crecen así, a base de caridad política, y salen adelante a base de tesón suelen tener cierto resquemor contra los que no han podido salir de esa situación y todavía más amargura contra los que regalan dinero con una mano pero impiden a la gente salir adelante con la otra (regluaciones que restringen la competición, por ejemplo). Quizás esto explique su «worldview».

    Brennan me parece mala persona, porque me parece que no dice toda la verdad respecto a sus ideas.

    No digo que sus argumentos no valgan porque me parezca mala persona. Digo que, aunque sus argumentos fuesen válidos, aún nos puede hacer una jugarreta a largo plazo. No lo olvidemos. Además, no trabaja en el «mundo real» sino en el mundo académico, y en el mundo académico de primera división, en el núcleo duro del Imperio.

    Será todo una mala impresión mía. Eso espero.

    • Tu si que eres un infiltrado
      Tu si que eres un infiltrado con semejante disparate . El tema es tan inquietante y peligroso para los socialistas, que solo saben vivir del prójimo, que provoca «comentarios» tan psicopatas como temerosos como el de este «Evaristo» . Inútiles políticos podemitas id a trabajar si sois capaces en algo .

      Felicitaciones Ignacio Moncada por el articulo y a la espera de la segunda parte.

  3. La democracia convencional
    La democracia convencional –un sistema de gobierno basado en la coacción- no estaría justificada ni aunque produjera los mejores resultados. Esto es así porque al fin y a la postre el único autorizado para decidir lo que supone un buen resultado sobre su propia vida es el individuo. No existe el mejor resultado social. Otra vez el omnipresente e insidioso mito del interés general como algo distinto del principio de no agresión y la estricta igualdad ante esta ley natural.

    No se puede justificar la violencia sobre el individuo con la excusa de que sería lo mejor para éste, cuando el único criterio válido para decidirlo es el del propio individuo como adulto que es.

    El rechazo de Brennan a la democracia está obviamente justificado, pero debemos comprender que no se trata –por lo leído en el artículo- de una crítica genuinamente liberal, sino meramente utilitarista, cuando apela a unos míticos e inexistentes “mejores resultados” que podrían dar pábulo al platónico, utópico y deletéreo gobierno de los sabios. La violación de los derechos de un ciudadano despojándole por la fuerza de su vida, libertad o propiedad, o dañando significativamente sus perspectivas de vida, sería A PRIORI INJUSTA aunque fuera como resultado de decisiones tomadas por un supuesto cuerpo deliberativo competente, o como resultado de decisiones tomadas de manera supuestamente adecuada o de buena fe.

  4. BERDONIO, la democracia
    BERDONIO, la democracia también se basa en el utilitarismo. Platón era el primero que no era demócrata sino totalitario y lo del rey-filósofo era un poco para que no se creyera que la monarquía es sinónimo de tiranía; esta última es la corrupción de la monarquía, esto ya lo dice Aristóteles creo recordar.
    De todos modos la mayoría de la gente cree que es el mejor sistema político cuando si hubiera una hecatombe y se quedaran sólo 2 personas en el mundo (por poner un ejemplo friki) ya no sé donde se podría aplicar la democracia.
    Este sistema surgió debido a la demografía en gran medida. No es fácil ponerse de acuerdo tantos miles de personas en asuntos comunes cuando muchas no tienen nada que ver unas con otras, no se necesitan quizás, puede que no se deseen…
    la única manera creen por tanto que es «forzando» que mayorías gobiernen a minorías vía votaciones políticas.

    Y sí, es cierto que puede haber minorías perjudiciales objetivamente o qué sé yo, pero creo que para eso está la secesión, el aislamiento, el ostracismo…

    También se tiende a pensar que el que todos puedan votar sobre el mismo tema es sinónimo de democracia. No es así. La gente puede votar sobre el mismo tema lo que quiera en muchas cosas pero luego la mayoría tiene derecho político a gobernar. Eso de poder votar cualquiera sobre un mismo tema sería más bien libertad de expresión algo así como un sufragio universal.

    Es posible que haya cosas que interesen a todo el mundo, de la misma manera que pueden existir cosas que sean del agrado de todos. Pero primero habrá que ver qué cosas son y si es verdad que le interesa a todos sin excepción, porque si nos quedamos en las mayorías…

    Aquí un artículo un poco pasado de fecha pero que quizás viene a cuento. No se trata de defender monarquía per sé ni nada de eso, pero el que quiera menos Estado no tiene sentido que defienda un Estado más que minárquico como puede ser una monarquía. Quizás al final sea una cuestión de querer más o menos Estado.

    http://www.libertaddigital.com/opinion/santiago-navajas/una-defensa-liberal-de-la-monarquia-71854/

    Yo creo que todo este tema contra la monarquía es que la gente no quiere que unos pocos le gobiernen pero sí unos muchos, es bastante curioso el asunto. Algunos dicen que el gobernador gobierna en nombre del pueblo, pero si el pueblo no se pone de acuerdo, ¿cómo sabe como tiene que gobernar? ¿qué sentido tiene que haya gobierno del pueblo si lo haría en su nombre (como si fuera este) y el pueblo ya sabría autogobernarse supuestamente?
    supongo que esto es lo que no ven, que primero el pueblo tiene que saber lo que quiere y saber autogobernarse para que cuadre el asunto de la «representación» popular.
    De ahí el descontento supongo con los políticos en general.

    En fin, creo que lo que hay que intentar es llevarse bien y gobernar en todo caso si no se autogobierna la gente porque no quiere y/o no puede. Hay que fomentar la paz en la medida que se pueda.
    Quizás vaya a gustos lo de la monarquía constitucional, monarquía liberal, democracia liberal…
    A mí no es que no me gusten para nada las democracias es que me dan miedo por los argumentos que ya se saben. No soy anti-democracia de cualquier tipo pero la miro con precaución desde la antigua Grecia. Aquí un poco de cachondeo para no parecer tan tostón.

    Si este tipo odiara a la humanidad como se ya se ha escrito, por consecuencia lógica debería de odiarse a sí mismo. Lo que quizás odia es ciertas cosas que hacen los demás o no le gusta todo el mundo, esto es normal por mucho que intenten sacarle algún tipo de tara al escritor.
    La humanidad no es más humanidad por cuantos más humanos haya, esto es algo que se debería saber.

  5. ¿Evaristo?: no podéis
    ¿Evaristo?: no podéis afirmar: «…la única manera creen por tanto, es «forzando» que mayorías gobiernen a minorías vía votaciones políticas….» ¿ Pretendes iniciar un debate con semejante afirmación . Vergonzoso intento tio.

  6. He dicho que creen eso los
    He dicho que creen eso los que defienden tal sistema a regañadientes. Poco debate se puede iniciar, tranquilo no quería ofenderte xD


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