Skip to content

La búsqueda del sentido: Dios ha muerto pero lo seguimos buscando

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Hay que cargar con la responsabilidad de querer alcanzar la máxima excelencia personal posible.

El sentido de la vida por lo que puedo decir de estudiar mitología y psicología durante décadas es encontrar un modo de existencia que tenga tanto sentido que el hecho de que la vida sea sufrimiento no sea relevante (Jordan B. Peterson)

¿Y cómo encontramos ese sentido? Antes era Dios y la religión el que nos lo daba, pero ahora dicen que Dios está muerto, que hemos perdido esa necesidad de encontrar nuestro sentido en lo espiritual, pero lo cierto es que seguimos buscando esa intimación por algo superior a nosotros mismos. Hoy día, a falta de instituciones religiosas aceptadas socialmente que aporten cierta guía, hemos pasado a buscar sustituciones en un nivel social y cultural de esta búsqueda transpersonal: la compulsiva sociedad de consumo trata de llenar esta necesidad, los nuevos movimientos sociales y su excesiva moralidad que recuerdan a tiempos pasados también intentan suplir la carencia, pero lo cierto es que se quedan en la superficie y la horizontalidad, y al final del día todos estos trucos fracasan, y lo único que nos queda es un nihilismo y depresión crecientes. ¿Qué hacemos entonces? Creo que para recuperar el sentido a nuestras vidas hay que romper con el confort y la comodidad de la rutina que tanto promueve el Estado del bienestar y la sociedad de consumo, tomar responsabilidad real por nuestro desarrollo y explorar lo desconocido, ya que es la única manera de encontrarnos a nosotros mismos. Abraham Maslow describió su búsqueda del siguiente modo:

“La exploración de los logros más elevados de la naturaleza humana y de sus posibilidades últimas… ha supuesto para mí la destrucción de mis axiomas más queridos y me ha obligado a enfrentarme de continuo con paradojas, contradicciones y aparentes vaguedades, y ha supuesto también el colapso ocasional de aquellas leyes de la psicología que consideraba bien establecidas, en las que creía firmemente y que, por consiguiente, me parecían inexpugnables”.

Maslow consideraba que lo que entendemos por normalidad, lo que sería la zona de confort cultural y social, no es más que el estancamiento de una verdadera madurez psicológica y personal. Y llega a afirmar: “Lo que llamamos normalidad es, de hecho, un tipo de psicopatología promedio tan poco dramática y tan ampliamente difundida que ni siquiera nos percatamos de ella”.

De esta forma la cultura, lo que es “normal”, no sólo hace una función condicionante o educativa, sino que a la vez funciona a modo de conspiración colectiva dirigida a reprimir nuestro desarrollo, conocimiento y madurez personal, lo que como consecuencia nos lleva a la falta de sentido. La sociedad nos ayuda a desarrollarnos, pero sólo hasta el nivel promedio que nos permita adecuarnos a las normas sociales.  Más allá de este nivel funciona a modo de obstáculo. Es por ello que para progresar debemos romper con las limitaciones convencionales y atrevernos a descubrir nuevas potencialidades, experimentar con ellas y conseguir nuevos flujos de información que no sean los comunes y que nos permitan acceder a niveles de consciencia superiores.

Jordan B. Peterson explica sobre este tema en su pasada charla de mayo en Oxford que el Sentido, lo que él denomina en inglés “Meaning” en mayúsculas, más allá de poder ser parte de una adecuación social podría explicarse como una complejidad del reflejo de orientación, un reflejo que se ocupa de dar una dirección, un sentido, valga la redundancia, a situaciones desconocidas e inesperadas, como el ataque de un depredador que de pronto trae desorden, por lo que debemos rápidamente ordenar la situación para poder actuar y sobrevivir.

Este mecanismo en conjunción con los niveles más complejos del ser humano se actualizaría en la forma de una búsqueda de sentido u orden últimos. Percibimos que hay un gran terreno desconocido en la realidad de donde pueden emerger peligros y queremos saber cómo sobrevivir, de modo que nace en nosotros esa necesidad por un orden superior que nos permita orientarnos y avanzar. Pero, claro, para que este reflejo se active y empiece la búsqueda debemos de permitirnos percibir ese terreno desconocido, atrevernos a explorar el caos, y para ello hay que cargar con la responsabilidad de querer alcanzar la máxima excelencia personal posible, de encontrar la Verdad y volcarla en el mundo, porque la opción contraria es permanecer en la seguridad de lo conocido, en lo predecible de los automatismos y rutinas diarias, y quedar sumidos en la corriente de la normalidad que conlleva una limitación del individuo.

4 Comentarios

  1. El hombre es, tal y como
    El hombre es, tal y como sostiene Cassirer, un ser simbólico. Sin embargo, el simbolismo tiene en su dimensión más profunda, la necesidad espiritual: es, así, un hombre religioso. Subrayar que «dicen que Dios ha muerto» significa una falta de atrevimiento acerca del juicio de lo que Kant denominó «el tribunal de la crítica de la razón pura», significa ceder ante lo que el hombre no es.
    Por tanto, entender esa batalla por algo perdido, implica de forma suficiente y necesaria la destrucción de los «horizontes teleológicos», que determinan los «marcos referenciales» que guían la vida del hombre, siguiendo la terminología de Taylor. Olvidar, o dejar en un segundo plano, las funciones que tanto subraya el autor de este artículo, es esencial para comprender al hombre en su complejidad ontológica.

  2. Punzante articulo..
    Punzante articulo..
    Empieza a conmovernos con un efectismo, la desesperada negación nietzcheana : «Dios ha muerto» . Pero nunca jamas morirá porque es la imagen de nuestra incertidumbre, de nuestra eterna perplejidad, nuestra esperanza de comprender nuestra circunstancia vital . Es la necesaria luz al final del túnel tras las frustraciones en la eterna búsqueda vital de certezas.

    Toda afirmación implica una noción de certeza, implica referirnos a «algo » de lo que estamos filosoficamente seguros, ni siquiera una hipótesis ya que la misma que es incierta por definición. Y el intelecto humano no conoce todo absoluta e inmediatamente sino que , según Husserl, va «rodeando» , según su perspectiva personal, al objeto, como si fueran capas superpuestas para lograr una cada vez mayor certeza.. Y decimos «cada vez mayor certeza» , no una certeza total final que agota al objeto cerrando posteriores perspectivas de lo real . Dada nuestra limitación del conocimiento la aproximación a esta realidad puede darse ad infinitum, Es una utopía pretender el conocimiento perfecto , definitivo. Los mismos axiomas miseanos , aunque no falsables, deberían estar abiertos al dialogo para no imponer al otro lo que consideramos verdadero por fuerza linguistica . Vamos trepando una escalera de dudas e hipótesis que tienden a explicarlas y nos atemoriza y estremece pensar que que la misma ciencia es una ideología que se da tanto del lado marxista como del liberalismo.
    Asi la vida es un sendero de dolorosas apostasías y un volver a empezar . Como dice el articulista H Jordana :
    …»queremos saber cómo sobrevivir, de modo que nace en nosotros esa necesidad por un orden superior que nos permita orientarnos y avanzar…»

  3. La vida, señores, no es
    La vida, señores, no es sufrimiento.
    Más bien, en la vida, en toda vida, hay sufrimiento. Pero no es sufrimiento.
    También hay alegría, placer, agradecimiento, y, lo más importante, calma. Pero la vida no es alegría, no es placer, no es agradecimiento ni es calma. Eso pasa en la vida, pero no es la vida.
    También hay aburrimiento, y éste nos lleva a hacer cosas arriesgadísimas, como engañarnos a nosotros mismos pensando que la vida es sufrimiento y que no tiene sentido.
    ¿El sentido de la vida? Es tan obvio que se nos olvida cada segundo de cada minuto de cada hora de cada día: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Aquellos que carecen de fe harán bien en interpretar estas palabras recordando que Dios es amor. El sentido de la vida es una sola acción: amar al amor. No es el sentido de la vida el odiar la injusticia, tener rencor por los actos ignorantes o malvados, emborracharse con amargo licor de la irracionalidad. Es un gran obstáculo para el amor el estar convencido de que la vida es sufrimiento. Hay que ser más preciso con el lenguaje. No toméis la parte por el todo, como le pasó a Peterson.
    El miedo a la muerte no es más que el miedo al amor.
    Leed a Calderón, que para algo escribe mejor que Peterson.

  4. Es precisamente el prójimo el
    Es precisamente el prójimo el que te puede demostrar diariamente que Dios no puede existir.
    Al menos, no un dios como el que te vendría bien en cualquier momento claro.

    El sufrimiento forma parte de la vida, esto lo decía Nietzsche, pero el prójimo, curiosamente, puede contribuir a dicho cometido, ames o no ames y quieras como te quieres o no.
    El karma no existe, las conspiraciones sí, créeme.

    ¿Qué hacer entonces? pues simplemente llevarlo como se pueda e intentar confiar en quien creas; es ahí donde se necesita la fe (o donde más), a la hora de relacionarte con el prójimo.


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos

Populismo fiscal

Cómo la política impositiva del gobierno de Pedro Sánchez divide y empobrece a la sociedad española El nuevo informe del Instituto Juan de Mariana evalúa la deriva de la política