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La escasez en los recursos

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Con el barril de petróleo superando los 60 dólares, reviven las predicciones del pronto e inevitable agotamiento del negro oro, al que seguirá una catástrofe sin precedentes. Este penoso resultado no habría sido previsto por el ciego capitalismo. Más que ceguera es miopía, ya que no puede ver más allá del beneficio inmediato. Nos ha dado una época de aparente riqueza, pero sobre la base del petróleo, vértice a punto de derrumbarse junto con todo el edificio.

No estamos ante un guión de una película de James Bond, ni mucho menos. Estas predicciones están basadas en un pensamiento con mucha tradición, que en cierto sentido se puede remontar a Malthus, pero que es incluso anterior. Lo cual solo es una prueba más de la capacidad humana de empecinamiento en el error. Porque este relato de los hechos previsibles tiene varios fallos.

Supongamos que en un momento descubrimos que podemos contar, con los actuales precios y la tecnología de hoy, petróleo para los próximos 60 años, pero solo para ese período, ya que no encontraremos una gota más de nuestro preciado líquido. ¿Qué ocurriría entonces, en un mundo libre? Si el precio era, por ejemplo, de 30 dólares por barril, el que históricamente ha tenido, sobre la base de que el petróleo no se agotaría pronto, ahora ante los nuevos datos aumentaría de forma espectacular. Pongamos a 180 euros. A partir de ahí ocurrirían varias cosas.

En primer lugar se reduciría el consumo del petróleo a los usos más urgentes, a los que justificaran el precio de 180 dólares el barril. En consecuencia ya no tendremos petróleo para 60 años, sino por ejemplo para 200 años. Dado que con la misma cantidad se reduce el consumo por el incrementado precio, el período de reserva aumenta. Pero esto es solo el comienzo.

Con los precios más altos pasamos a utilizar sustitutos que antes no eran rentables con la antigua estructura de precios. Y aumentan los beneficios derivados de la inversión en el uso más efectivo del recurso, en su ahorro y en el aumento de los servicios que extraemos de cada cantidad. Si doblamos la productividad del uso del petróleo, es decir, si con la misma cantidad somos capaces de obtener el doble de los servicios con la misma cantidad, es igual que si con la antigua productividad hubiéramos doblado la cantidad de petróleo.

En consecuencia, por un lado necesitaríamos menos el petróleo, ya que hemos invertido en la utilización de nuevos y económicos sustitutos y a que el uso que hacemos del petróleo es más eficiente y más productiva. Por otro lado descienden los precios del petróleo, desde los 180 dólares a 60, o 40 o los que dicte el mercado. Esa reducción de precios se alcanza porque con la misma cantidad física de petróleo hemos multiplicado los servicios que de ella obtenemos. El número de años de consumo de petróleo, en las nuevas circunstancias, no tiene porqué aumentar o disminuir, así que tendremos los 200 años antes previstos, más o menos, para alcanzar nuevas soluciones y coger nuevos caminos, adaptados a la nueva situación.

Y una sociedad libre es la que mayor número de soluciones viables puede hallar, dentro de lo humanamente posible.

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