Ram Bhavnani, multimillonario inversor de origen indio, afincado desde hace cuarenta años en Tenerife, protagonizó la información económica de la penúltima semana de noviembre. RB decidió vender el día 20 su casi 15% de Bankinter, el sexto banco español, a Crédit Agricole, embolsándose unas plusvalías superiores a 300 millones de euros. Ahora, con 650 millones de capital propio, Bhavnani tendrá oportunidad de alcanzar nuevas oportunidades de negocio, tras su paso antaño por otras entidades del sector (Zaragozano, Popular, BCH). No es menos cierto que el 18 de Noviembre RB declaraba que no quería vender Bankinter para nada; ni tampoco conviene olvidar que en un reciente libro suyo aconseja no invertir a crédito, lo contrario de lo que hace. En cualquier caso, Bhavnani es miembro distinguido de la acreditada escuela de "haz lo que yo digo, no lo que hago". Así es el juego –contradictorio, pero libre– de la perspicacia empresarial.
La vida de RB tiene algunas conexiones de interés. Arribó a Santa Cruz como inmigrante para poner en orden los asuntos familiares, convirtiéndose con esfuerzo en el mayor tendero de la ciudad. Mucho antes, en 1943, nació en Hyderabad. Hyderabad es la capital del Estado de Andhra Pradesh, el quinto por tamaño y gozne entre el Norte y el Sur de la Unión India. En Hyderabad residen dos poderosas organizaciones mundiales: Microsoft y la Compañía de Jesús. Allí trabajan –además de la corporación de Bill Gates– Wipro, Infosys, Oracle, IBM y Dell. Por otra parte, Wharton y London School of Economics son los dos grandes centros de aprendizaje. Se trata de un nuevo Silicon Valley, algo serio, una gran región en marcha de Asia. Mientras, España, atravesada con el ladrillo, dedica cuatro veces más a subvencionar el carbón que en invertir en I+D+i (un mínimo 1,07% del PIB según el Informe COTEC de Junio 2006). Alemania, Francia y Reino Unido –inalcanzables– nos cuadriplican en gasto informático.
Volviendo a Bhavnani, fue alumno de los jesuitas hasta los 17 años de edad. Es curioso, pero en India reside y enseña desde hace más de medio siglo un conocido sacerdote jesuita español: Carlos G. Vallés. No es imposible el vínculo entre éste y RB. Vallés es un adalid del ecumenismo y, estereotipos al margen, dice cosas muy razonables sobre la modernidad. Por ejemplo, respecto de la competitividad como factor de progreso personal, podría considerársele afín a la praxeología. Afirma lo siguiente: "Anoto el hecho de que somos competitivos, que buscamos la propia ventaja, que con frecuencia nos tenemos envidia unos a otros; y el caer serenamente en la cuenta de este hecho es factor esencial para que funcionemos bien en grupo… Una cosa es tener sentimientos y otra cosa es obrar según ellos. Una cosa es sentir envidia y otra cosa es ponerla en práctica… el valor de mi vida no depende del éxito de mi trabajo y, en consecuencia, el éxito de los demás no es ninguna amenaza a mi carrera, no hace sombra a mi imagen. La amistad calma la ansiedad." (Viviendo juntos, Sal Terrae, 1995)
RB, practicante del hinduismo, quizá tenga en su estrategia la ocasión de recordar con frecuencia los principios del liderazgo en Ignacio de Loyola: heroísmo, ingenio, amor y conocimiento de sí mismo. El heroísmo inspira a hacer algo más, algo más grande; hace a una persona soñadora y pragmática a la vez. El ingenio dispone no sólo a pensar sino a vivir de manera original (Bhavnani es austero, no es rico al uso; guarda formas de arzobispo de Compostela). El amor liquida los temores y aglutina en equipos a las personas que sobresalen. Por último, el conocimiento de sí mismo –la introspección– enraíza y alimenta, como un bucle virtuoso, las demás cualidades del liderazgo. Bhavnani lo sabe.
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