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La idea conservadora

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No existe un cuerpo unificado y completo del conservadurismo, como tampoco, para el caso, del socialismo o del liberalismo. Ahora bien, todas sus posiciones se pueden referir de un modo u otro a la visión de que la sociedad es como es por algún motivo y que nosotros, como parte de ella que somos, no estamos en la situación de reformarla por completo. Ese respeto por el funcionamiento autónomo de la sociedad lleva a una mirada de comprensión hacia las instituciones, que tiende a ver en ellas una razón de ser, una función acaso no plenamente evidente ni abierta a una comprensión total, pero sí suficiente. El conservador no es panglossiano. Observa las miserias del alma humana y de la sociedad con dolor, pero con cierta tolerancia y transigencia. Dice Burke: "La naturaleza del hombre es intrincada; los objetos de la sociedad son de la mayor complejidad posible y por lo tanto ¿puede una simple disposición u orientación del poder ser adecuada, ya sea para la naturaleza del hombre o para la calidad de sus asuntos?"

Se entenderá mejor la posición del conservador si acudimos a cómo define Tocqueville a su opuesto. Dice de los jacobinos que "sentían una especial inclinación por las generalizaciones amplias, los sistemas legislativos estereotipados y por una simetría pedante; un mismo desprecio por los hechos incontestables; idéntico gusto en reformar las instituciones siguiendo líneas nuevas, ingeniosas y originales; el mismo deseo de reconstruir toda la constitución de acuerdo con las reglas de la lógica y de un sistema preconcebido, en lugar de intentar la rectificación de sus partes defectuosas". Éste quiere crear "una multitud innumerable de hombres, todos iguales y semejantes, que se esfuerzan incesantemente en procurarse los placeres pequeños y mezquinos con los cuales saciar sus vidas". Y por encima de ellos, "un poder inmenso y tutelar; absoluto, instantáneo, constante, prudente y suave… hasta que cada nación quede reducida a nada mejor que a una multitud de animales tímidos y diligentes, de la que el gobierno es el pastor".

El jacobino, el ungido en terminología sowelliana, ve el conocimiento acumulado como supersticiones y prejuicios y las instituciones como cadenas que es necesario hacer añicos para lograr, por fin, la plena libertad del individuo. Expresaba así su propósito el Comité de Salud Pública: "Es necesario reformar por completo un pueblo al que se desea hacer libre; destruir sus prejuicios, modificar sus hábitos, limitar sus necesidades, desarraigar sus vicios, purificar sus deseos".

Sienten inclinación sobre todo por el ámbito privado, esto es, por el verdaderamente social. Tanto la propiedad privada, con la red de relaciones tejidas voluntariamente, como por la familia. Pero también por la villa o el pueblo, o la comunidad establecida por la costumbre. Y por la descentralización del poder. Son favorables a que haya una Iglesia establecida, pero su actitud hacia ella es más instrumental que "necesaria". La Iglesia cubre el tejido social de un manto de respeto por la moral tradicional y por lo establecido, y constituye en sí mismo un cierto poder que sirve de contrapeso al del Estado o al de otras instituciones. El contrapeso, el equilibrio y el respeto por el propio ámbito y del de los demás es parte esencial del ser conservador.

Valoran la autoridad, pero en un sentido menos fuerte, menos coactivo que el que podamos imaginarnos ahora. Esa autoridad no es sino el poder de cada persona sobre su propiedad y de cada institución sobre el ámbito que le es propio. Mientras que el liberal parte de los derechos del individuo, el conservador, que puede también contemplarlos, presta atención a esta idea de la autoridad y del respeto del propio ámbito.

Los conservadores son críticos con el liberalismo, por las mismas razones por las que son críticos con los ungidos, y a la vez por otras muy distintas. Los liberales, se duelen, con su insistencia en la plena libertad del individuo, fomentan la disolución de los lazos sociales tejidos y forjados por la costumbre. Puede contribuir, por otra vía, a romper los roles y las relaciones entre cooperación y autoridad que mantienen cohesionada y sana a una sociedad. El liberalismo es caldo de cultivo del hombre-masa que aterra la sensibilidad conservadora.

Yo entiendo que esto es un claro error por su parte, ya que los auténticos lazos sociales están basados en la voluntariedad y construidos precisamente sobre el respeto de lo propio y lo ajeno. Pero teme Coleridge los efectos "desgarradores, divisorios y aniquiladores" del comercio sobre el vínculo social tradicional. Los liberales, por lo general, vemos ese temor con auténtica simpatía.

Y es que la reverencia conservadora por las instituciones asentadas puede resultar excesiva. Y la libertad es necesaria para poner en práctica comportamientos nuevos, algunos de los cuales puede que se adapten a las nuevas circunstancias mucho mejor. El efecto disolvente de las relaciones comerciales sobre las relaciones tradicionales hace más abstractas y menos condicionadas por roles sociales predeterminados.

Con todas las críticas que hace el conservadurismo al liberalismo, que me parecen fundadas en una falta de confianza en la libertad, es cierto que hay elementos comunes o al menos compatibles entre ambas corrientes, y por eso se habla de la posición liberal-conservadora.

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