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La importancia de los vínculos débiles en las interacciones sociales

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Cualquier persona interesada en el estudio de los órdenes sociales en general, y cualquier estudiante de las ideas de la Escuela Austriaca en particular, podría sacar un buen jugo de la lectura del artículo The strength of weak ties (La fortaleza de los vínculos débiles, de 1973), del sociólogo norteamericano Mark Granovetter. Así también lo creen autores actuales de esta tradición como Peter Boettke o Sanford Ikeda.

En este trabajo, publicado en el American Journal of Sociology, Granovetter realiza una importante contribución a la literatura sociológica de su momento, tratando de indagar en los nexos de unión que existen entre la realidad micro de las interacciones personales y el paisaje sociológico macro –como la agregación de aquellas– mediante el análisis de las redes o vínculos que emergen en el contexto social. Los fenómenos macro que busca explicar son el de la difusión y transmisión de la información, la movilidad social, la organización política y la cohesión social.

Si bien en la literatura existente hasta 1973 solía hacerse énfasis en la importancia de los vínculos personales de naturaleza fuerte –aquellos que exigen gran dedicación de tiempo, elevada intensidad emocional e intimidad, y fuertes servicios recíprocos–, la tesis de Granovetter es que los vínculos que mayor importancia tienen, tanto para los individuos como para las comunidades, son precisamente los débiles.

Un concepto clave en el trabajo es el de ‘puentes’, que serían aquellos nexos que sirven para conectar, y hacer más corto el camino, distintos círculos de amistad o relaciones personales, y que son cruciales para la difusión de la información y la influencia entre un grupo y otro. Sostiene que todos estos ‘puentes’ son vínculos débiles, y no fuertes. Así, concluye que, para que algo se difunda entre el mayor número de personas posible y atraviese una mayor "distancia social", los vínculos débiles son más efectivos que los fuertes, principalmente porque con aquellas personas con las que desarrollamos vínculos débiles, es más probable que se muevan en círculos de relaciones diferentes a los nuestros, con lo que pueden aportarnos mayor variedad de contactos e informaciones. Amplían así el abanico de realidades que están a nuestro alcance. En cambio, con los vínculos fuertes solemos compartir las amistades, y la difusión de la información tiene un camino mucho más corto.

Un campo muy fértil para aplicar estas ideas es el de las redes sociales y la difusión de información e ideas, cuestión que está de rabiosa actualidad tras las revueltas en el mundo árabe y las protestas de indignados en España. Todo grupo o movimiento que se precie, ya sea de liberales –tratando de difundir las ventajas de minimizar el poder, alcance y tamaño del gobierno sobre las actividades privadas– o de austriacos –tratando de difundir las ideas de esta tradición del pensamiento económico por el mayor número de foros posibles–, haría bien en tener en cuenta la importancia de estos vínculos débiles.

Pero tener presente estas ideas también puede ser útil para cualquier persona, independientemente de que pertenezca a un grupo o no. Como pone de manifiesto el autor con un estudio empírico acerca del mercado laboral, un mayor número de vínculos débiles puede proporcionar mayor probabilidad de encontrar empleo. Según el caso de estudio, el método más efectivo para encontrar un nuevo empleo era a través de contactos personales indirectos, personas con las que se habían contraído vínculos débiles.

En términos generales, una red intensiva en vínculos débiles puede proporcionar oportunidades que de otro modo permanecerían desconocidas. Al fin y al cabo, la transmisión de información a la que estas redes contribuyen es una de las bases de una economía de mercado exitosa.

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