La libertad de expresión debería amparar incluso el insulto, pero a nadie puede obligársele a escuchar los insultos contra él dirigidos por la fuerza y en su propia casa.
La libertad de expresión es la que convierte a los individuos en ciudadanos activos capaces de competir en el mercado ideológico para defender sus ideas e intereses legítimos, permitiéndoles la tarea de convencer, en sana competencia, a otros a fin de que los distintos grupos tomen conciencia de sus intereses y de la posibilidad de conseguir su satisfacción en el seno de la sociedad. Se trata de un derecho que busca proteger al ciudadano de injerencias externas de terceros, de los poderes públicos e incluso de la ley; y es que, si no está debidamente garantizado, no puede hablarse ni de sociedad libre, ni de soberanía popular, pluralismo político, instituciones representativas, legitimidad democrática o de algunos de los otros derechos constitucionales que, de hecho, quedarían vacíos de contenido. Por ello es por lo que, en mi opinión, se trata de un derecho cuya importancia sobrepasa a la de los demás derechos fundamentales, incluidos los derechos al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, ya que no es realmente libre una sociedad que no ampare las opiniones ajenas, aunque puedan resultar ofensivas.
Las palabras que profirieron Rita Maestre o sus compañeros el 10 de marzo de 2011 contra la Iglesia Católica, las Conferencia Episcopal, el Vaticano y, en general, las ideas y creencias de los católicos, pueden resultar ofensivas para muchos, pero deberían estar amparadas por la libertad de expresión, y, por tanto, deben ser toleradas y no producir ninguna sanción penal. De igual forma deben estar protegidas las afirmaciones o comentarios machistas, los comentarios homófobos, o aquéllos que vayan dirigidas contra otras religiones, contra los ateos o contra cualquier individuo o grupo de individuos, sin perjuicio, por supuesto, de las sanciones de tipo “administrativo” que puedan imponérsele a quienes los profieran por parte de los órganos de las organizaciones o grupos privados a los que pudieren pertenecer.
Pero una cosa es proteger y amparar la libertad de expresión y otra, muy distinta, tolerar y permitir que Rita Maestre y sus compañeras entren, por la fuerza, en un recinto de uso privado e impidan, por la fuerza, la celebración libre del acto religioso que en él se está celebrando.
Entiendo, como les ocurre a los magistrados de la Audiencia Provincial, que pueda discutirse el concepto de “profanación”, y que puedan no estar claros las circunstancias y requisitos que deben concurrir para considerar como tal un acto concreto, máxime cuando no todos tenemos la misma opinión sobre los actos, ideas u objetos religiosos. Pero también considero que nadie puede, por la fuerza, entrar en un recinto de uso privado contra la voluntad de sus poseedores y menos si es para impedirles hacer libremente lo que estén haciendo. Si esto ocurre, debe existir una sanción penal contra los autores de dicha conducta.
No quiero entrar en si la culpa la tienen los magistrados de la Audiencia Provincial de Madrid o el legislador al redactar el Código Penal; lo que sí tengo claro es que una sociedad que no ampara y protege la libertad de expresión es una sociedad enferma. Pero también lo es la sociedad que no respeta la posesión y el derecho de propiedad. La libertad de expresión debería amparar incluso el insulto, pero a nadie puede obligársele -porque nada tiene que ver con la libertad de expresión- a escuchar los insultos contra él dirigidos si no quiere hacerlo, y, menos, por la fuerza y en su propia casa.
17 Comentarios
siempre y cuando no toque
siempre y cuando no toque temas como cambio climatico, mariconeo,
No se trata de libertad de
No se trata de libertad de expresión, se trata de destruir la base cristiana de nuestra sociedad, del único lugar del mundo que ha llevado el peso de innumerables avances durante miles de años. Se trata de la teoría del caos que manejan a los tontos útiles con el marxismo cultural…
Lo siento Jaime, pero difiero
Lo siento Jaime, pero difiero por completo con lo que defiendes en el enunciado. Y no es que esté en contra de la libertad de expresión, sino que creo que esta sí debe tener límites. Y es que las acciones tienen consecuencias, y cuando ciertos personajes con un amplio auditorio incitan a la violencia a la confrontación o al odio, la justicia tiene todo el derecho del mundo a ponerles freno.
Ya que la batalla de las ideas está muy bien, pero ciertos discursos populistas pueden llevar a acciónes violentas antes de que de tiempo a combatirlos a través de la palabra. Y es por eso que el derecho en una sociedad libre jamás debería tolerar la apología de la violencia.
Pues, como sospecho que no te
Pues, como sospecho que no te causaré ningún disgusto, yo no siento decirte que si tuvieras razón igual había que prohibirte el comentario.
Dices que ciertas ideas pueden incitar a la violencia y, por lo tanto, debería impedirse su expresión; lo cual claramente es una idea que incita a la violencia sobre quien no la ha practicado aún, ergo…
Pero, precisamente porque estás muy equivocado, tu comentario es perfectamente legítimo. Qué cosas
En ese caso el que paga es el
En ese caso el que paga es el que inspirado en esas palabras ejerza la violencia pues ser militante de un movimiento o simpatizante o formar parte de una muchedumbre con ideas afines no te eximen de respetar la ley ni eliminan el libre albedrio así que no mientras sean palabras e ideas todo es válido cuando pasa de las palabras a los hechos es otro cantar NO A LA CORRECCIÓN POLÍTICA OBLIGATORIA.
Claro, y Hitler en realidad
Claro, y Hitler en realidad era solo un tipo con opiniones extremas, que pobrecillo no tenía ninguna responsabilidad de que hubiera gente que hiciera caso de sus inocentes palabras. El no mato ni una mosca, posiblemente hasta era vegetariano.
Claro, y Hitler en realidad
Claro, y Hitler en realidad era solo un tipo con opiniones extremas, que pobrecillo no tenía ninguna responsabilidad de que hubiera gente que hiciera caso de sus inocentes palabras. El no mato ni una mosca, posiblemente hasta era vegetariano.
Berdonio, fíjate que lo que
Berdonio, fíjate que lo que yo he defendido es limitar la libertad de expresión para la apología de la violencia, es decir para aquellas palabras que por orden judicial se consideren cómplices de la violencia. No es lo mismo dar un discurso incendiario en el que se resaltan ciertas injusticias (algo que podría llevar a la violencia pero no necesariamente), y dar un discurso incendiario en el que la conclusión explícita del argumento es la justificación de agredir a ciertos grupos (tolerar eso sería como permitir entrar al zorro en el gallinero).
Remarco lo de por orden judicial, porque no estoy defendiendo el sancionar cualquier conversación privada, sino tan sólo aquellas que podamos deducir que se convertirán en actos violentos.
Ejemplo: Las opiniones de un mafioso, de un político con autoridad, de un clérigo fundamentalista o de un periodista cuando usa un medio de comunicación; el genocidio de Ruanda, fue instigado a través de la radio RLTM con mensajes incendiarios, las palabras de esos periodistas costaron 600.000 vidas.
Y he olvidado mencionar otras
Y he olvidado mencionar otras dos limitaciones de sentido común a la libertad de expresión y al todo vale, me estoy refiriendo al fraude y a las injurias. Insisto, no debe ser algo burocrático sino judicial, pero creo que es evidente que son límites razonables a la libertad de expresión.
Javiac:
Javiac:
Ten cuidado cuando saques a Hitler de paseo; suele ser un desesperado recurso muy proclive a convertirse en “reductio ad Hitlerum” que evidencia nuestra flojera argumental. Como es el caso: puesto que Hitler incitaba a la violencia y era vegetariano, ambas cosas deben ser prohibidas. Pues no. Lo cierto es que el Führer hizo bastante más que meramente expresar ideas violentas –lo cual implica responsabilidad moral pero no penal-, las llevó a la práctica, y ésa es la gran diferencia.
Haz el favor de no mezclar el fraude y la complicidad o colaboración necesaria con el crimen –delitos tipificados- con la mera expresión de una idea. ¿Pretendes engañarte a ti mismo? Nadie discute la necesidad de perseguir y condenar la complicidad criminal, sino la factura de opiniones molestas.
Cosa muy distinta sería que yo allanara tu casa o te persiguiera por la calle haciendo el mono de manera ostensible; ahí sí que existe un evidente ilícito que no ofrece la menor duda o ambigüedad. Pero pronunciar discursos, incendiarios o no, que justifiquen la agresión no es lo mismo que instigar a alguien mediante precio o recompensa a cometer un crimen.
El socialismo es un discurso que justifica la agresión; tú mismo la estás ahora justificando. Puede que a mí me pida el cuerpo impediros la difusión de ideas tan inmorales, pero si lo hiciera me convertiría en algo peor que lo que pretendo combatir, y no consigo engañarme al respecto.
¿Por qué la justificación de la agresión socialista y estatista es menos peligrosa, por ejemplo, que la islamista? Contemos los crímenes y asesinatos hasta la fecha de unos y de otros. Sin embargo, socialistas y arquistas hacen bastante más que difundir malas ideas: las llevan a la práctica impunemente ante nuestra pasividad y en general nos callamos como rameras mientras nos escandaliza la mera apología de otras violencias. No sólo condenamos un tipo de violencia y toleramos y hasta legalizamos otra. Encima pretendemos combatir meras ideas -que por mucho que inciten a la violencia, claramente no lo son en sí mismas- con violencia indiscutible; y sin aplicarnos el cuento, en una insufrible orgía de contradicciones.
Te repito que criminalizas las opiniones en función de quién procedan (si son de un mafioso, clérigo o periodista, sí, pero las tuyas no), porque tú justificas la violencia contra pacíficos exactamente lo mismo que puedan hacer ellos y por eso deberías ser acreedor de tus propias recetas. Te he señalado una flagrante contradicción que has ignorado con descaro. ¿Te parecería correcto que, en aplicación de lo que defiendes, tus opiniones fueran censuradas por incitadoras a la represión (violencia) contra quien sólo ha expresado una idea?
En una sociedad libre y pacífica no puede existir ninguna limitación a la libertad de expresión, coño. Que en un supuesto foro liberal todavía estemos discutiendo esto es para chinarse. No obstante, si estamos en guerra la cosa cambia, claro. En tal estado no es que no te respete la libertad de expresión: es que no te respeto ni la vida, tío. Pero si estamos en gresca con el islamismo o cualquier mafia, limitarse a, valga la redundancia, limitar la libertad de expresión sería una chuminada. A patadas había que echar a cualquier enemigo o sospechoso de serlo (a riesgo de ganarte nuevos enemigos, claro) porque una guerra es lo que tiene, que suelen pagar justos por pecadores. Lo que aparte de un sinsentido parece una vulgar engañifa es tratar de disfrazar medidas de guerra o de guerrita de “normalidad democrática”. A otro perro con ese hueso. Cuando usted limita la libertad de expresión o vulnera la igualdad ante la ley no lo hace como defensor de la sociedad y las libertades sino como beligerante (justificado o no); así que no pretenda tirar la piedra y esconder la mano.
Sucede que el Estado nos ha declarado la guerra a todos y no nos damos por enterados, mientras se inventa estupideces como lo del “delito de odio” para reprimir a quien le pete y encima parezca que vela por la paz.
Que proceda o no entrar en guerra dependerá de si se puede considerar legítima defensa, pero no confundamos: limitar la libertad de expresión siempre será una medida cien por cien ofensiva y no un puntal de una sociedad pacífica y libre.
Berdonio muy interesante el
Berdonio muy interesante el concepto de responsabilidad moral, porque es en lo que fundamento mi argumento. Las acciones tienen consecuencias y debemos asumir la responsabilidad (la comunicación es una acción).
Si la policía escucha a un grupo de terroristas planeando un atentado y los detiene, ¿consideras que se les debe dejar en libertad porque lo único que han hecho es hacer uso de su libertad de expresión?
Si un clérigo islamista instiga disturbios callejeros o incluso el terrorismo, ¿Se le debe permitir expresar sus opiniones, aunque la consecuencia directa de las mismas sea la muerte de inocentes?
En cuanto al fraude, si consideras que es un delito que se debe castigar, ya estás aceptando limitaciones a la libertad de expresión; porque el fraude es la comunicación de una mentira para obtener un beneficio económico, y tú le estás diciendo al delincuente que no tiene derecho a mentir en determinados escenarios.
Las injurias al igual que el fraude limitan la posibilidad de mentir o comunicar información falsa de forma negligente.
Por otro lado te equivocas en parte cuando afirmas que yo defiendo también la violencia, porque si que es cierto que la defiendo, pero de forma defensiva que no agresiva, y lo que estoy argumentando es el derecho a limitar la libertad de expresión como forma de defensa ante ciertas consecuencias derivadas.
La apología de la violencia no tiene siempre que ser castigada, porque en la mayoría de circunstancias no tiene como consecuencia un acto de violencia, pero cuando se usa un medio de comunicación de masas, o se habla a través de una posición de poder, las cosas son distintas.
Javiac:
Javiac:
Debatir con vosotros es desesperante, porque os falta formación básica. Tenéis unos errores de concepto garrafales
Planear un atentado no es, evidentemente, hacer uso de la libertad de expresión; pero tú no eres capaz de discernir la diferencia. Por eso razonas tan mal y estás tan equivocado en tus conclusiones. Planear un atentado implica constituir una organización criminal o conspirar para perpetrar delitos, lo cual puede considerarse ilegítimo en sí mismo; la policía los detendría por pertenencia a banda terrorista, conspiración o proposición para delinquir, no por excederse en sus opiniones. Sin embargo, si un tipo intenta convencer a sus amigos de la conveniencia teórica de acciones terroristas sin que constituya una incitación directa e inmediata, tal vez debería ser vigilado de cerca, pero no procesado por ello. Se trata de simple técnica jurídica, cuya notoria ignorancia te incapacita para discutir con solvencia del tema.
Otro tanto sucede con tu ingenua idea de “fraude”. El fraude es un delito contra el patrimonio. El bien jurídico protegido es la propiedad, no la veracidad o la ortodoxia. Perseguir el fraude no supone en absoluto, hablando con propiedad, limitar la libertad de expresión, al igual que penalizar el robo con fuerza no se puede considerar una restricción al noble arte de la escalada. La mentira y el escalamiento son sólo un medio de que se vale el delincuente para perpetrar la fechoría, pero no la fechoría en sí. ¿LO ENTIENDES? No padre.
Los llamados delitos contra el honor (injurias, difamaciones y calumnias) sí que suponen en cambio una clara restricción a la libertad de expresión. Por cuanto equivalen a un derecho positivo sobre la reputación propia, es decir, a un derecho de propiedad sobre las opiniones y creencias ajenas, deben ser rechazados de plano. Uno tiene derecho a su integridad física y propiedad, no a que los demás piensen de él lo que le conviene. Supongamos que te dedicases a difamarme por ahí. En una sociedad libre el único perjudicado serías tú, porque siempre resulta más fácil desmentir que engañar. Por otra parte, ¿qué te importa a ti que por culpa de una mentira, o lo que sea, los demás no quieran relacionarse contigo? Ellos se lo pierden. ¿Te enfadarías porque alguien inexistente no quiera ser tu amigo? Bueno, pues imagínate que quien no quiere ser tu amigo no existe. ¿Ves qué fácil?
¿No te has percatado de que en las guerras y conflictos casi ningún contendiente se siente un criminal inmundo sin derecho a la vida? Cuando nos ponemos violentos, prácticamente todos nos sentimos justificados de alguna manera. Creemos que nos estamos defendiendo de algo o cumpliendo nuestro destino, porque autoexculparnos no es difícil. Tus personales sentimientos defensivos no son argumento. La verdad objetiva es que limitando la libertad de expresión pretendes iniciar violencia sobre quien aún no lo ha hecho y objetivamente equivale a llamar al ataque y convertirte en acreedor de la prevención que predicas. Tu discurso es abiertamente contradictorio y esto no tiene vuelta de hoja.
Si te da igual ser contradictorio y eres de los que piensan que con razón o sin ella lo importante es triunfar, que sepas que eso es exaltar una guerra que perderás seguro o el mejor camino para la destrucción mutua asegurada. Y ponerse farruco cuando encima no tienes la menor posibilidad no es muy inteligente.
Si estás en guerra, puede ser muy lógico limitar la libertad de expresión del enemigo (o bombardearle preventivamente), pero esas no son maneras aceptables contra tu propia sociedad. A tus ciudadanos no puedes tratarlos como a enemigos.
No me digas que en una sociedad como es debido hay que restringir la libertad de expresión. Dime, por ejemplo, que al estar en guerra con el yihadismo queda prohibido hablar de Alá. Eso sí tendría sentido. O que como el Estado está en “guerrita” contra los hombres, se carga la igualdad ante la ley.
El Estado está en guerrita contra muchas oportunas quimeras (racismo, fascismo, machismo, xenofobia…) a las que arrea una patada en nuestro inocente culo para que parezca que hace algo positivo. Pero a quien me considera enemigo, le pagaré con la misma moneda, no seré tan idiota de ponerme de su parte.
Berdonio voy a intentar
Berdonio voy a intentar extraer algo productivo para el debate de entre todos los ataques personales que me lanzas. Dices que conspirar para perpetrar un delito es un delito en sí mismo, pero con que base?, cual es el fundamento? (todavía no se ha agredido a nadie); si lo piensas un poco te darás cuenta de que el fundamento es el poder determinar una causalidad entre la expresión de unas ideas y la perpetración de un delito. Y ese es justo el método que he usado para criminalizar la apología de la violencia, el fraude o las injurias.
En el primer caso, existe una relación entre comunicación de ideas de odio y delitos contra la propiedad o la vida de otras personas; por tanto se puede multar y en último término detener, a quien fomente dichos delitos, vulnerando su libertad de expresión, pero protegiendo la propiedad y vidas de las víctimas del odio.
En el segundo y tercer caso también se puede vulnerar la libertad de expresión del agresor, con el objetivo de proteger la propiedad de la víctima.
En las injurias se puede causar un daño económico al fondo de comercio de una empresa, o a la capacidad de generación de beneficios de una persona. Y por mucho que se presenten pruebas que desmientan la injuria, ya se habrá dañado la imagen y causado pérdidas económicas, de las que el agresor debería responsabilizarse.
¿Que te lanzo ataques
Javiac:
¿Que te lanzo ataques personales? Lo que tiene uno que leer. Si consideras que refutar tus argumentos supone un ataque hacia ti, primero, reduces el debate a una cuestión de mero orgullo y a un pulso que te obcecas en “ganar” y, segundo, lo enfangas con estéril e impertinente victimismo.
La conspiración para delinquir –también la proposición y provocación- es una participación intentada en un delito, no un delito de expresión. Se castiga el propósito cierto y materializado, la tentativa de intervención, de cometer un delito grave, y el fundamento es un criterio objetivo, es decir, la proximidad a la consumación o lesión del bien jurídico protegido, o puramente subjetivo: la voluntad de delinquir constatada exteriormente mediante actos de ejecución; pero nunca será una inexistente relación de causa y efecto entre la expresión de una idea y la perpetración de un delito.
Esa hipotética relación no existe; entre otras cosas porque de ser así se hablaría de autoría y no de inducción o participación intentada. Sólo alguien ciertamente omnipotente conseguiría convertir de manera automática sus deseos e ideas en hechos, y entonces no debería ser encausado por apología, ni tampoco por la más grave inducción, sino directamente como autor.
Resulta inaudito que la mera expresión de una idea pueda causar ningún mal. Los códigos penales sólo afirman tal cosa – muy erróneamente- en el caso de los delitos contra el honor y los que admiten la muy cuestionada constitucionalmente apología del terrorismo. Desde luego, jamás en el caso del fraude o la conspiración, disparate que a sólo un ignorante en derecho se le ocurriría, y sólo un contumaz lo mantendría después de habérselo explicado.
La relación determinista entre comunicar ideas de odio y delitos contra la integridad o la propiedad, así como la fatal relación entre ver pornografía y cometer violaciones, es claramente falsa. Especular que, no obstante, alguna influencia imprecisa pueda haber no debe suscitar ninguna conculcación de derechos fundamentales, porque los seres humanos no somos autómatas esclavos de estímulos exteriores.
No sólo mediante injurias, halagos y mentiras se puede influir en los resultados económicos de una empresa o persona; también boicoteándola o idolatrándola. Nuestros actos pueden tener consecuencias (buenas o malas) en la vida de otros, pero sólo las agresiones deben prohibirse. Injuriar, desaconsejar o criticar son actos poco amigables, pero no agresiones.
Yo estoy a favor y mis compañeros de la empresa tambien con toda la informacion que dice Juan aqu i! Un beso!
Eres un grande crack, te amo, un beso desde LANZARote
Javiac no sabes debatir