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La pobreza y la culpa

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La desigualdad es inherente al ser humano. Pero nuestra sociedad digital y posmoderna diferencia entre aquella desigualdad lícita (con origen en aspectos naturales) y la ilícita: “solucionable”.

La desigualdad económica es uno de los problemas que ancestralmente más ha preocupado a economistas y no economistas. El hecho de que un porcentaje exiguo de la población disfrute de una porción enorme de la riqueza mientras que una gran parte de la población viva en condiciones miserables no puede dejar indiferente a las personas con un mínimo de empatía y buen corazón. ¿Por qué tiene que ser el lugar de nacimiento una condena a vivir casi en la inanición, o en la frontera de la pobreza? ¿Cómo pueden disfrutar de sus lujos esos privilegiados cuando hay tanta gente que con una milésima parte de su fortuna podría comer, o vacunarse, o beber agua potable?

Frente a estas preguntas hay respuestas que afloran de los campos de investigación más variopintos. Desde la psicología, que nos explica que nos cegamos a ciertas cosas para poder vivir en el entorno en el que hemos nacido sin tener que desestabilizar nuestro pequeño universo, hasta la teoría económica, pasando por la sociología o la historia, muchos son los autores que se han empeñado en analizar y arrojar algo de luz sobre este problema.

La desigualdad, en tanto que diferencia, es inherente al ser humano. Pero nuestra sociedad digital y posmoderna diferencia entre aquella desigualdad lícita (proveniente de aspectos naturales frente a los que no se puede hacer nada) y la ilícita, aquella que es “solucionable”. La desigualdad en la riqueza es un ejemplo, la desigualdad en los ingresos y en el consumo también.

Incluso dentro del sector liberal se cuestiona qué pasa con la riqueza que proviene de una propiedad obtenida ilegítimamente, por robo, por ejemplo, aunque sea en el pasado. Yo, sinceramente, no sé si habría que analizar el origen de todas las propiedades y devolver a sus legítimos propietarios todo. A día de hoy, muchas propiedades no tienen un origen claro, y menos en España tras el proceso de Reconquista y repoblación. Habría que cuestionarse si los reyes eran los legítimos propietarios de las tierras y, por tanto, las concesiones a la nobleza y a la Iglesia son válidas. Habría que estudiarse cómo se hace todo eso y si sería justo, en todo caso, esa reasignación más legítima de la propiedad solamente en algunos casos y no en todos.

Pero, más allá de este tema, me preocupa la creciente culpabilización del rico. En un mundo donde tantos no tienen ni lo básico ¿cómo es posible tener más de lo suficiente y dormir por las noches?

Pero una mirada más detenida a este fenómeno revela algunos puntos importantes a tener en cuenta. Hay mucho intelectual con aires de grandeza defendiendo al pobre y acusando al capitalismo de esa desigualdad injusta que no hace sino eso, denunciar, la mayoría de las veces desde países desarrollados, y la mayoría de las veces sin asignarse su parte de responsabilidad. Es normal que se apunte con el dedo a las grandes empresas multinacionales que explotan a los trabajadores más pobres de la tierra y sacan una enorme tajada de la globalización, como también es normal que los que acusan consuman esos productos (u otros similares) porque se ven “forzados” por el sistema, por la mano negra que nos compele a todos a participar en el expolio.

Además, no se dan cuenta quienes culpan a los ricos de la miseria de los pobres, que al hacerlo, dan pie a que se plantee si, de la misma forma que hay una riqueza merecida y otra inmerecida, hay también una pobreza merecida y otra inmerecida. ¿Deben aquellos cuyos padres, abuelos, o antepasados, tomaron una mala decisión y arruinaron a la familia, ser pobres? Lo absurdo de la pregunta creo que pone de manifiesto lo errado de la lógica del razonamiento en su conjunto.

La idea que yo defiendo es que, independientemente del origen de la riqueza, la libertad económica, una vez limpio de los privilegios de los amiguismos del “cronism”, actúa redistribuyendo la riqueza entre los individuos, entre los diferentes estratos sociales y entre los países desde que el mundo es mundo. Otra cosa son los valores morales de las personas que intercambian y que es lo que permite a unos traficar con niñas, y a otros dedicar su vida a ayudar a los menos favorecidos arriesgando su vida.

Por eso defiendo la libertad unida a la responsabilidad, no solamente la económica, como el requisito básico para que se desarrollen los valores morales que hacen que las sociedades sean más justas y no menos. Solamente ese concepto dual puede hacer que paguen los que la hacen, puede permitir esa diversidad tan necesaria para encontrar la mejor de las soluciones a los problemas y puede dar cabida a todos.

Eso sí, no puede acabar con la naturaleza humana. Así que habrá egoísmo y generosidad, vicio y virtud y bien y mal. 

5 Comentarios

  1. Desigualdad
    1.- La desigualdad es una preocupación de resentidos con moral de esclavos.
    2..- Aunque la propiedad provenga del robo, una vez que es transmitida por herencia, el heredero la adquiere sin aplicar violencia a nadie (salvo que haya cometido asesinato para heredar), y por tanto es legítimamente suya. Las restituciones hay que solucionarlas en vida del ladrón, de lo contrario se produce una violencia injustificada y daños a personas inocentes. Si el que ha sido robado ha fallecido también, entonces no es posible resarcir a nadie. No es tampoco viable el remontarse en el tiempo para determinar si en un principio hubo violencia o no para adquirir la propiedad. En la antigüedad la violencia era un método legítimo de obtener la propiedad y nosotros no somos nadie para corregir esa situación ni tenemos medios para ello.
    3.- No entiendo de merecimientos o no merecimientos salvo situaciones de violencia. Todo lo que se obtiene sin aplicar violencia sobre los demás (incluyendo la violencia a la verdad, es decir el engaño) es completamente merecido independientemente de la cuantía de lo obtenido, y lo que se obtiene mediante la violencia es inmerecido. Lo que hay que evitar son las situaciones de violencia, empezando por las intromisiones de los poderes políticos y el capitalismo de amiguetes (crony capitalism).
    4.- Las grandes multinacionales que utilizan los poderes políticos para obtener situaciones de ventaja usan la violencia. Las que no utilizan los poderes políticos y van al mercado libre no utilizan violencia, no explotan a nadie y contribuyen a sacar de la pobreza a aquellos a quienes emplean en condiciones de libertad.
    5.- Lo fundamental es la libertad, es decir la ausencia de violencia de toda clase , incluyendo la violencia a la verdad. Si no hay violencia, todas las relaciones son libres y voluntarias y por tanto justas, de lo contrario no tendrían lugar. En ausencia de violencia, la responsabilidad y los valores morales vienen solos, pues el que carece de ellos e intenta engañar o aplicar otro tipo de violencia, si no tiene un poder político (violento) que lo respalde, acaba siendo excluido del mercado y de la posibilidad de relacionarse con los demás.

  2. En aquellas sociedades donde
    En aquellas sociedades donde el colectivismo es extremo (Venezuela, Cuba, etc, etc) no solamente hay más pobres, sino que también la riqueza mengua y va desapareciendo al ser incautada por el Estado. Por desgracia, como decía Ayn Rand, vivimos en economías mixtas, que son una mezcla de Capitalismo y Estatismo. Eso impide que el libre mercado florezca y se desarrolle plenamente, al dar al Estado plenos poderes sobre nuestras vidas y haciendas. La pobreza siempre será menor e iría disminuyendo si la intervencion estatal también fuese menguando, hasta desaparecer. Lo vemos en la práctica cada día, a pesar de que la gran mayoría no lo quiera ver, ya que el paraguas estatal es para muchos la panacea que los alejará del riesgo, y de la responsabilidad individual. Ahí está Singapur, Corea del Sur, Hong kong, Suiza, etc, etc. Y también Venezuela, Bolivia, Ecuador, Angola, casi todo el mundo árabe, etc, etc. ¿Donde hay prosperidad y libertad y donde miseria y pobreza?. Está muy claro.

  3. María he comprado y leído tu
    María he comprado y leído tu libro y te felicito por tu magnífico trabajo. Destaco tu visión personal en el libro que hasta hoy desconocía de ti. Repito me alegra saber que existen gente como tú en estas tribus tan complejas

  4. Los que ensucian el
    Los que ensucian el capitalismo con amiguismos y privilegios, son aquellos que se identifican a si mismos como «liberales-conservadores» (como si se pudiera ser ambas cosas al mismo tiempo). La violencia esta en la agenda del conservador y (como decía Lord Acton, citado por Hayek en su articulo»Por que no soy conservador»), el liberalismo le da argumentos abrumadores a los enemigos de la libertad. No se puede ser liberal y conservador al mismo tiempo. Si alguien cree que se puede, el tal se engaña a si mismo, o -lo que es mucho peor – lo hace a propósito.

    Parafraseando un comentario que lei mas arriba, reconforta que existan personas como usted.

  5. De acuerdo con el Sr. Martín.
    De acuerdo con el Sr. Martín. Aquí tenemos unos liberales tipo Losantos, y otros muchos más, que en vez de luchar por construir otra alternativa acorde con sus supuesta ideología liberal, optan por apoyar firmemente, primero al PP, después a la Sra. Rosa Díez, después al Sr. Rivera, y así seguirán. Todo, menos apuntalar la alternativa liberal. Tenemos al P-Lib, que veo más consecuente con lo que predica, y al que siempre se critica por ser muy minoritario, ser radical, ser sectario, etc, etc. Pero pienso que, por ahora, no sé en un futuro, representan la visión más anti-colectivista y más liberal que conozco. Todo mi apoyo al partido Libertario para que sigan luchando por abrirse camino. Los necesitamos mucho en este país nuestro tan adoctrinado por el colectivismo (conservador o socialista).


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