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La privatización con cupones en la República Checa

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En un reciente debate entre Juan Ramón Rallo y José Carlos Díez, éste le lanzó al presidente del Instituto Juan de Mariana como una piedra dialéctica la privatización que se operó bajo el gobierno de Margaret Thatcher. Rallo respondió diciendo que le parecía mucho mejor el sistema elegido por la República Checa para privatizar el conjunto de empresas públicas que tenía la república ex soviética. ¿Qué tiene de especial este caso?

En 1990, cuando se desintegró el bloque soviético, la economía de Checoslovaquia era la más estatalizada: El 97 por ciento de los activos productivos estaba en manos del Estado. En 1995, el 66,5 por ciento de los activos productivos estaba ya en manos privadas, y el proceso continuó avanzando. El porcentaje de población trabajando en el sector privado pasó del 16 por ciento en 1989 al 75,5 por ciento en 1995. En ambos casos, se compara favorablemente con otros países de su entorno, como Eslovaquia, Hungría o Polonia. En este sentido, el proceso de privatización en aquel país ha resultado todo un éxito.

Además, el proceso de privatización tuvo en este país, además de un ritmo acelerado, un método que le distinguió de la mayoría de los países que se han deshecho de las empresas públicas. En lugar de venderlas para que el Estado ingrese el valor que le otorga el mercado, se las cedió a los ciudadanos.

El proceso de privatización en la República Checa pasó por varias partes. En una primera, el nuevo Estado checo reconoció algunas propiedades expropiadas por el régimen comunista. No fue tanto una privatización cuanto una devolución de la propiedad. La mayor parte de estas propiedades eran locales, casas y terrenos. En una segunda, en 1991, hubo una «privatización a pequeña escala», de pequeñas empresas vendidas en subasta.

La tercera parte, dividida a su vez en varias fases, es la más importante. La primera fase se desarrolló entre mayo y diciembre de 1992, cuando la República Checa y Eslovaquia estaban aún unidas.

La privatización a gran escala se realizó por medio del reparto a bajo precio de cupones, que se podían canjear por acciones. A cada ciudadano se le entregaba un libro con 1.000 «puntos» de inversión, que se correspondían con 1.000 coronas (el salario mensual rondaba las 4.000 coronas). Los ciudadanos participaban en la compra de acciones de las empresas públicas, que se realizaba por medio de subastas.

Dado que no había un mercado que permitiese hacerse una idea del valor de las acciones y prevalecía la ignorancia del público sobre la situación de las empresas, en gran parte se solucionó por medio de fondos de inversión en las privatizaciones. En la primera fase estos fondos gestionaron el 72,2 por ciento de los cupones.

Es una buena solución, aunque en el caso de la República Checa se topó con el problema de que muchos de estos fondos estaban en manos de bancos y empresas de seguros propiedad del Estado, que seguían estrategias en ocasiones contrarias a la estructuración de las empresas privatizadas. La participación del Estado en la banca era del 84 por ciento en 1997, y su privatización no se completó hasta 2001.

Antes de que se iniciase cada subasta, los interesados recibían información financiera sobre la marcha de cada compañía. Luego, la Oficina de privatización fijaba un número de puntos por acción. En la primera oleada de la primera fase esa relación era de tres puntos por acción. Si casaban oferta y demanda o había un exceso de oferta, la operación se realizaba. Si había demanda insatisfecha, se suspendía la subasta y se realizaba una nueva. En un proceso iterativo, que se repetía hasta que se alcanzaba el ajuste.

La asignación del número de puntos por acción la hacía la oficina de privatización según un algoritmo. Aunque no lo dio a conocer, según un informe, «se observaba generalmente que los precios subían para las acciones en con un exceso de demanda, y caída para las acciones con un exceso de oferta». Por medio de este sistema, se repartieron las empresas públicas a 8,54 millones de personas, el 71 por ciento de la población con derecho a participar en la elección de acciones.

¿Fue un éxito o un fracaso este programa? Según un informe de la Universidad de Pensilvania, que estudia el proceso de asignación de las acciones, «la privatización con bonos de la República Checa fue muy exitosa en la asignación de acciones de las empresas públicas, con rapidez y eficiencia».

El mismo informe de la Universidad de Pensilvania concluye que «el proceso abiertamente público en el que se transfirieron las acciones del Estado a manos privadas aseguró que ningún individuo o grupo de inversores pudiese ganar unos beneficios extraordinarios a expensas del público en general».

Una tesis doctoral concluye que la privatización «fue exitosa en a) la rápida transformación de los derechos de propiedad del Estado a los ciudadanos privados, b) ganar un amplio apoyo a la privatización, y c) evitar que los extranjeros dominen el proceso de privatización», así como en «el desarrollo del sector privado», el resultado de «una concentración de la propiedad similar a la del Reino Unido», y «la transformación de una economía dirigida en una economía consolidada de libre mercado». De hecho, el 80 por ciento del PIB lo produce en la actualidad el sector privado.

Es claro que lo que no ha logrado esta reforma es ampliar al máximo los ingresos públicos. Pero es una característica que más bien debería estar en el lado de los éxitos de esa reforma. Esta transferencia se hizo directamente a la sociedad, y que los ciudadanos sean los principales beneficiarios, y no el Estado.

Pero el desempeño económico del país fue peor que el de otros países. Bien es cierto que la privatización por sí sola no es suficiente, y tiene que acompañarse de una liberalización del mercado, para que su acción económica sea eficaz. En la República Checa por un lado, el sector financiero se privatizó relativamente tarde. Y por otro las reformas económicas también se hicieron tarde, de modo que, según la tesis de Ladislav Svitek, «tuvo un impacto negativo en la eficiencia de las empresas privadas» y en el crecimiento.

1 Comentario

  1. Aunque un 71% de la población
    Aunque un 71% de la población cona cceso a la privatización parece más que bueno y razonable para un sistema asi, me gustaría saber su opinión respecto a este otro punto de vista:
    http://www.alanier.at/Chequia.html
    Es cierto lo que comentan sobre la corrupción (incluso del primer ministro) y de la No privatización de ciertas empresas con mejor caché en el mercado extranjero.


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