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La Revolución Francesa, el mito fundacional del Estado

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La Revolución francesa es, sin duda, uno de los acontecimientos más influyentes y estudiados de la Historia. Desde el colegio al instituto se ha tomado a la Revolución francesa como el origen del sistema político moderno y al cual tenemos que agradecerle todos los derechos de los que gozamos hoy. En cuanto a la primera premisa, es sin duda el origen del sistema político moderno, pero como explicaré a continuación, no es precisamente un aspecto positivo, sino todo lo contrario.

Para evitar ser redundante, no voy a entrar en el desarrollo de los acontecimientos ni las interpretaciones de las distintas escuelas de pensamiento, sino que intentaré desmitificar las bondades de la Revolución y explicar porque para una persona que se considere liberal o libertaria hoy día, alagar este acontecimiento y ponerlo como ejemplo de lucha contra la tiranía no es lo correcto.

Vayamos punto por punto, en primer lugar, hablaremos sobre los aspectos negativos más importantes de la Revolución, y, en segundo lugar, destacaremos cuales son los supuestos logros de este acontecimiento y los matizaremos.

Como primer punto, hablaremos de la creación del Estado-nación y la centralización del poder.  Si algo debemos tener claro es que la Revolución francesa originó el Estado-nación actual. Tenemos que entender que las naciones europeas, y en concreto la francesa, nacen como una creación propia del Estado, es el nuevo Estado revolucionario quien va a establecer las características que te hacen ser o no francés, se introduce la imposición de la nación política por parte del Estado. La revolución francesa pronto derivará en un movimiento radical y centralizador, un centralismo político que no hubiera soñado ni el Rey Sol. Para esta centralización van a hacer tabla rasa de todo lo anterior, eliminando todo tipo de poder local o privado.

Por ejemplo, eliminarán la jurisdicción señorial, terminando así con el arbitraje privado, y es que la Revolución tuvo como propositivo acabar con todo lo medieval; inició así una leyenda negra contra la Edad Media que llega hasta nuestros días. Otro elemento centralizador es la división en departamentos de Francia, gobernados cada uno de ellos por un procurador, que al principio era elegido por los ciudadanos del departamento, pero con Napoleón y la instauración de los prefectos serían elegidos por él mismo. Napoleón ostentó el poder de manera más absoluta que cualquier monarca de la época, la Revolución Francesa fue el culmen y el perfeccionamiento total del absolutismo monárquico como forma política. Otro de los elementos centralizadores es la constitución civil del clero en 1790, Francia pasaba a transformar a los sacerdotes católicos a funcionarios públicos eclesiásticos, el Estado francés pasaba a tener su tan ansiada iglesia galicana, eliminando así el contrapoder que suponía el papado de Roma.

El segundo aspecto del que vamos a hablar es la idea de igualdad. Seguramente muchos libertarios estén de acuerdo en la eliminación de los privilegios feudales por los cuales la nobleza y el clero no pagaban impuestos, pero como bien indica el profesor Bastos, todo proceso igualitarista se tiene que hacer a la baja; no es que se tuvieran que haber eliminado los privilegios de no pagar impuestos, sino que se tenían que haberse extendido a toda la sociedad para que ningún individuo los pagase.

Esta idea totalitaria de la igualdad se va a establecer como discurso político hasta nuestros días. Estaban tan obsesionados por conseguir algo imposible y contrario a la naturaleza como la igualdad, que llegaron a tirar la torre del reloj de Estrasburgo para igualarla a las otras torres. Otros ejemplos son la prohibición de hablar de usted, la obligación de llevar trajes de únicamente tres colores o la imposición del sistema métrico decimal moderno, que, si bien puede ser útil en nuestro día a día, debemos recordar que fue un mecanismo para que el estado francés pudiera cobrar impuestos a los ciudadanos con mayor facilidad y precisión.

Uno de los mayores ejemplos de política igualitarista es la creación de la educación estatal, un sistema de adoctrinamiento por el cual el Estado introduce la idea estatista a todos los ciudadanos desde pequeños para perpetuar el sistema. También hay que recordar que es en este periodo, concretamente en 1796, cuando surge el primer experimento protocomunista con Babeuf en la “Conspiración de los Iguales”.

El tercer aspecto es la idea de la guerra total. Una de las creaciones más terroríficas de la Revolución fue la del ejército nacional y la imposición de la leva obligatoria. En la antigüedad las guerras habían sido privadas, ejércitos mercenarios muy reducidos que luchaban entre ellos por cuestiones normalmente territoriales o de poder. Ahora el ciudadano de a pie es el que va a la contienda, las guerras van a involucrar a la masa y las poblaciones locales, lo que va a hacer que el número de bajas se multiplique exponencialmente.

Pero hay otro elemento más importante si cabe, los ejércitos ya no luchan por poder o dinero, luchan por ideas, la “lucha ideológica” aparece como un elemento clave que deshumaniza y radicaliza la guerra a niveles nunca vistos, todo esto tendrá como última consecuencia las dos guerras mundiales que se cobraron la vida de millones de personas. Hay que destacar también que por mucho que se nos haya vendido la idea de que fueron las potencias extranjeras europeas las que atacaron a Francia, lo cierto es que fue la Revolución la que declaró la guerra contra Austria y Gran Bretaña en busca de lo que ellos denominaban como “fronteras naturales”, los teóricos de la revolución pensaban que Francia necesitaba unos territorios para desarrollarse como nación, y que les pertenecían por derecho histórico, teoría que si la leemos detenidamente veremos cómo tiene un increíble parecido al Lebensraum del Hitler, y es que, como indica el historiador Alberto Garín, las políticas de la Revolución francesa llevadas al extremo derivan en la visión nacionalsocialista.

El cuarto y último punto es la idea del terror político. El elemento más perverso introducido por la Revolución es el terror como agenda política. Recordemos que el periodo del “Terror” va desde 1793 hasta 1794 aproximadamente, en esos meses se asesinó alrededor de 40.000 personas, para ponerlo en perspectiva la Inquisición española condenó a muerte a 3.000 personas en cuatro siglos. Pero hay que hacer una diferencia clave entre miedo y terror, el miedo político siempre ha existido, pero la diferencia es que el miedo sabes de donde procede, sabes quién es la persona a la que hay que temer, en cambio, el terror es un miedo descontrolado y radical donde cualquiera puede ser tu enemigo, no sabes quién te puede delatar y llevarte a la guillotina. En este periodo, con el control jacobino, todo el mundo podía ser enemigo de la revolución, a través del Comité de Salvación Pública y la Ley de Sospechosos se condenaba a muerte sin juicio previo a nobles, emigrados, clérigos refractarios, acaparadores, federalistas o agitadores, en general a toda persona que el Gobierno Revolucionario declarase como contrario a la revolución.

En este segundo apartado hablaremos de los supuestos logros que consiguió la Revolución francesa y que vistos con perspectiva tampoco fueron una gran novedad, en concreto señalamos la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y, por otra parte, la abolición de la esclavitud. En torno al primer punto, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano se toma como origen de los derechos de los que gozamos hoy, lo cierto es que lo que realmente hacen es recuperar la legislación y terminología grecorromana como la introducción del término ciudadano. Mientras en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos se defendía que todos los individuos eran libres e iguales para buscar su felicidad, en la Revolución francesa todos los individuos eran libres e iguales para cooperar con los demás, vemos ahí el matiz colectivista y anti-individualista.

Lo primero a destacar es que será la propia Revolución la que no cumpla con todos los derechos y vulnere todo tipo de libertades: propiedad, asociación, expresión, libertad de culto… También se habla de la instauración del sufragio universal, realmente el voto en el período revolucionario era censitario y excluía a las personas más humildes que trabajaban en hogares de personas adineradas por el miedo de que votaran lo que dijeran sus “amos”, el voto universal masculino solo se planteó en la Constitución del Año I en 1793, que nunca se llegó a implantar. El segundo gran “logro” de la Revolución es la abolición de la esclavitud el 4 de febrero de 1794, lo que no es tan conocido es que se abolió la esclavitud para poder contar con un ejército de hombres libres en Haití para enfrentarse al Imperio Británico, menos conocido todavía es que la esclavitud se volvió a implantar con Napoleón en 1802.

Como hemos visto, la Revolución francesa seguramente haya traído al mundo actual más consecuencias negativas que positivas, las revoluciones, en la mayoría de los casos, traen consigo un baño de sangre y la implantación de un tirano más terrible que el que se ha querido derrocar. Esta visión alternativa de la Historia es necesaria en un mundo donde el Estado lo copa todo, se necesita una nueva historia libertaria que ponga en duda todos los dogmas establecidos y que enriquezca el panorama político, filosófico y económico.

Bibliografía /

  • GONZÁLEZ CORTES, María Teresa. Los monstruos políticos de la Modernidad: De la Revolución francesa a la Revolución nazi (1789-1939). 1º ed. Ediciones de la Torre, (2007)
  • GONZÁLEZ CORTES, María Teresa. El sistema de la despoblación: Genocidio y Revolución francesa. 1º ed. Ediciones de la Torre, (2007)
  • TOCQUEVILLE, Alexis. El Antiguo Régimen y la Revolución. Alianza Editorial, (2018)
  • DAVIES, Peter. La Revolución Francesa. Alianza Editorial, (2014)
  • TAINE, Hippolyte. Les origines de la France contemporaine: L’ancien régime, La révolution, Le régime moderne. Robert Laffont, (2011)

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