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La taxonomía verde

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Se ha celebrado en S/C de Tenerife X Congreso Nacional de Auditoría en el Sector Público “El Sector Público ante la nueva economía en la Unión Europea”. Una gran oportunidad para calibrar y ponderar la Auditoría en el Sector Público y del papel y relevancia de los Órganos de Control Externos de las cuentas públicas (OCEX). Hay en el programa muchos aspectos de indudable interés para calibrar la proyección de Congreso. Como ex consejero de la Audiencia de Cuenta de Canarias deseo lo mejor.

Mi aproximación es una exhortación a la ponderación, a la prudencia y a la naturaleza siempre crítica y autocrítica que debe tener todo congreso de reflexión en estos campos propios de la economía financiera y contable en el ámbito público en toda su amplitud, tanto real o física como nominal o monetaria.

El lema del X congreso focaliza en su rampa de salida el papel del Sector Público en «la Nueva Economía en la UE». Una deriva muy recurrida en los últimos tiempos, tan presentados como llenos de “ardientes afanes de novedades”, como las “nuevas normalidades”, “la nueva economía de la unión europea” o “las autodenominadas nuevas fuerzas del cambio”. Derivas, sin duda, prediseñadas y predeterminadas desde el paradigma intervencionista de los sectores públicos desde sus diferentes ámbitos supranacional, nacional, autonómicos y locales. Derivas habitualmente distantes, si no ajenas, a la sostenibilidad económica y financiera propia, sus criterios son permanentemente deslizantes, ávidos de recursos ajenos, sus pautas son marcadas ya de antemano, con 10 o 20 años de antelación con la publicidad y los carteles de la Agenda 2030 y los Objetivos 2050 y con aparentemente mucho dinero, por el espejismo vendido a todos como verdadero con datos de restricciones exógenas, lo reitero vendido a todos y, cómo no, a los evaluadores y auditores externos de los Ocex y de los controladores internos o interventores.

Un camino incierto enrutado y entubado de carnadas y prebendas vía «Fondos Next Generation», con atractivo y vigor por un tiempo, que se vende como emanados del cielo, pero que en absoluto vienen de allí, vienen de aquí por la vía fiscal y viene de aquí vía expansión monetaria realizada por la Autoridad Monetaria comprando activos de deuda soberana en una gran sintonía, si no connivencia insólita, entre gobiernos y BCE sostenida durante muchos años al no atisbarse inflación, desde el 2003 hasta el 2021; pero ya la inflación está delante llegando al 10,5 % y la retracción monetaria debiera ser patente si el BCE siguiera de forma atenta sus competencias.

¿Qué hace el BCE? Hasta ahora lo que ha hecho es dar oxígeno financiero al endeudamiento público acumulado expandiendo la oferta monetaria, la liquidez, y provocando el sostenimiento de tipos de interés bajos y sorprendentemente hasta negativos, acomodándose crónicamente en la considerada macroeconómicamente como patología de la trampa de la liquidez (¿enfermedad cómoda?) del Modelo Clásico. ¿Quién  controla al BCE? Es el debate perenne, también muy presente a los Ocex, ¿Quién controla al controlador?

Pero especial atención se debe dar al ámbito monetario. La expansión dineraria genera inflación, pero a ello se une que los precios están cada vez más intervenidos o dopados y no permiten, desde los gobiernos, en su afán intervencionista, que en los diferentes mercados de bienes y servicios, en los mercados laborales y en los mercados de activos financieros (de dinero, de bonos y de divisas) se gesten los precios de perfil más competitivo que permitan orientar las inversiones, el dinero, las cantidades de bienes y servicios y de factores productivos que permitan alcanzar la compatibilidad de planes entre compradores y vendedores desorientados en los escenarios ambiguos con los datos de precios regulados e intervenidos, restricciones exógenas gubernamentales y el valor depreciado del dinero. Esto, sin duda, espanta la confianza, la actividad económica y las probabilidades de una correcta asignación de recursos escasos. Aspecto este que parece ya no estar, o tratan de eclipsar en los diseños programáticos de las políticas gubernamentales en las ahora denominadas «Nuevas economías de la UE» o de cualquier sitio.

Es como si, permítanme decirlo, se hubiera refundado el concepto de Economía, sin la praxeología ni la cataláctica (L.V. Mises, La Acción Humana), bastándole con el argumentario del ‘Sí se Puede’ por voluntad política. Es un drama y es patético. La escasez de recursos es un sino esencial en todo problema económico o cataláctico. La economía cuida de la política, indicándole lo alcanzable, lo factible y sostenible. No ponderar esto conduce a la insostenibilidad y lo que no se sostiene cae. Ojalá haya coraje en los Ocex para realizar las correctas auditorías de regularidad y operativas, con o sin ayuda del big data o inteligencia artificial, ojalá tales recursos, como instrumentos técnicos, sean útiles para el desempeño de la misión.

El problema de todas maneras está instalado, actualmente se está imponiendo y no sólo seduciendo con la definición de conceptos, en todo ámbito, con la también nueva estructura conceptual que define la verdad: «la taxonomía verde» y «los diseños de transición energética» enmarcados en considerandos de índole «medioambiental». Esto implica cosas muy concretas que redefinen los conceptos y cambian en función de si instituciones públicas y privadas (empresas) cumplen con la Agenda 2030 y los objetivos 2050, entonces esta «taxonomía verde» las considera o no, a las empresas, para la eventual recepción de fondos Next Generation, para la realización del tránsito.

La cosa, el punto, es que «la taxonomía verde» que en principio era predeterminada, resulta que ya no lo es tanto, y ahora puede resultar variable. Esto es que, digamos, hay consideración de múltiples verdes en el tiempo al dictado de los diseñadores y considerados «expertos», los que avalan lo verosímil al margen de los mercados, al margen de los precios y de las cantidades voluntariamente intercambiadas. Ello es o puede resultar fatal en los diseños estratégicos de canalización de las inversiones para el tránsito hacia objetivos indefinidos, difusos y variables. Fatal para la asignación y la optimización de los recursos. Ya el crudo, los materiales fósiles, el petróleo de Venezuela (recientemente hemos visto como conversan Macron y Maduro conviniendo encuentros) y hasta la energía nuclear comienzan a tener sitio en los argumentos cuando la dependencia energética y el frío han avisado de su presencia y de sus consecuencias.

La cosa es: ¿cómo quedan las empresas, el sector real, el sector privado de la economía, las cuentas de explotación de las empresas que han invertido sí o sí con las restricciones de «la taxonomía verde previa”? ¿Cómo afecta a la verosimilitud de los informes de auditoría aplicando asimetrías o variabilidad en las restricciones taxonómicas requeridas?

Por otro lado, ya lo dije, los fondos «Next Generation» son finitos, a término y generan adicción. ¿Qué encaje de bolillos se plantearán después de su término? ¿El crecimiento hasta el 100% del PIB del sector público, cuando su musculatura presente sobrepasa el 50% en la economía española? ¿Cómo quedará de maltrecha La Libertad? No es una pregunta sin calado. También a La Justicia le corresponde la misión de cuidar de La Libertad. Los Ocex también son parte de La Justicia.

Ojalá haya en el próximo futuro ponderación y sosiego estimulador de la confianza mutua, tan necesaria para el dinamismo de un cuerpo económico equilibrado y no elefantiásico desde lo público. La causa primera, del problema de la sostenibilidad, aun siendo importante, no está tanto en si es la cuantía de los déficits, o de la deuda acumulada, en las reglas o cumplimiento, respectivamente, del 3% o del 60% del PIB, en la conveniencia de tener mayor margen en posibilidades procíclicas y contracíclicas de las políticas fiscales y presupuestarias desde el sector público en sus diversas administraciones, en estos aspectos de manera muy brillante se han fijado muchas de las ponencias y comunicaciones del Congreso.  Pero la causa primera del problema de la sostenibilidad está en la sobredimensión del sector público y en lo indicado sobre la también nueva y variable estructura conceptual que define la verdad: «la taxonomía verde» y «los diseños de transición energética» enmarcados en considerandos de índole «medioambiental». De ahí mi llamada a elevar el punto de mira hacia el objeto central del análisis del problema, la correcta dimensión del sector público, su correcto tamaño, de esto se ha hablado poco. Son temas pendientes y muy delicados, pero de necesario abordaje.  El papel de los Ocex también abarca la factibilidad real y correcta del sector público. Ojalá desde los Ocex y desde el Tribunal de Cuentas puedan cumplir bien con su papel y competencias, realizando su fiscalización tanto de regularidad como de carácter operativo, controlando la eficiencia, este es un camino en el que hay mucho que recorrer.

No obstante, la simple sensación de control patente derivada de la existencia de estos Órganos, con cobertura constitucional y estatutaria, y de las Entidades Auditoras, así lo creo, es pertinente y necesaria en todo ámbito y especialmente en el ámbito público que se nutre siempre del privado y, además, con su papel cuidan la confianza lograda tan necesaria para el desarrollo de la actividad económica, del empleo, del ahorro, de la inversión y del crecimiento.

Mises, L. (2015). La Acción Humana. Tratado de Economía. Madrid: Unión Editorial. Undécima edición. ESTUDIO PRELIMINAR incorporado por Huerta de Soto J.

José Manuel González Pérez (1996), La Audiencia de Cuentas de Canarias y su misión. Ed. Benchomo. S/C de Tenerife-Las Palmas de Gran Canaria 1996.

José Manuel González Pérez (1999), La misión de la Audiencia de Cuenta de Canarias: 10 años de andadura. Publicado en el libro: Audiencia de Cuentas de Canarias 1989-1999 Control y Responsabilidad de las Administraciones Publicas. Ed. Gobierno de Canarias 1999.

José Manuel González Pérez (1999), El control de la actividad económica financiera de las entidades locales canarias: la actividad fiscalizadora de la Audiencia de Cuentas de Canarias. Publicado en el libro: Audiencia de Cuentas de Canarias 1989-1999 Control y Responsabilidad de las Administraciones Públicas. Ed. Gobierno de Canarias, 1999.

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