Skip to content

La triste conclusión del 11M

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Cuando recuerdo el 11M no puedo dejar de pensar en lo mucho que han cambiado mi opinión sobre un montón de temas desde entonces. No solo sobre el atentado, y todo lo que lo rodeó, sino sobre todo tipo de cosas de la vida. Pero lo que de verdad me sorprende, y en cierto modo entristece, es en lo poco que han cambiado la opinión de las personas de mi entorno en estos diez años.

Mis antiguos compañeros de trabajo que culparon a Aznar de la masacre siguen pensando que los islamistas actuaron en defensa propia por la guerra de Irak. Los amigos que vieron claramente que se trataba de un golpe de Estado contra el PP siguen erre que erre reprochado a Zapatero (ZP) haber llegado al poder de una forma tan sucia. Los que pensaban que la policía era una institución sin tacha, pero con unas cloacas que hacen y deshacen a su antojo no parece que se hayan caído del guindo, y aquellos que opinan que los maderos solo valen para pegar palos enzarpados de perico, pero que en el 11M hicieron un trabajo impecable que no se puede cuestionar, no creo que hayan cambiado de idea.

También es curioso que los que aplaudían con las orejas las indemnizaciones a las víctimas de los atentados ahora se rasguen las vestiduras porque la policía las use para conseguir testigos que apuntalen sus investigaciones. Como también lo es que los que ven la ausencia de armas de destrucción masiva en Irak la evidencia absoluta de las mentiras de Aznar, sean capaces de decir sin despeinarse que una investigación chapucera, con episodios como el análisis de explosivos dignos de un país tercermundista, es la quintaesencia del descubrimiento de la verdad.

Por supuesto la actualidad manda y ahora se lleva más hablar de bancos, burbujas y paro que de Israel, Irak y las Azores. Pero lo cierto es que si hubiéramos cogido al azar a 50 personas el 12 de marzo de 2004 y les hubiéramos encuestado sobre lo que pensaban ese día, diez años después podríamos volver a preguntarles y contestaría en esencia lo mismo.

Seguramente uno de los momentos que más impacto me causó del 11M ocurrió un año o dos después del atentado; estaba comiendo con unos compañeros de trabajo cuando uno de ellos, seguramente intentando sacar un tema de conversación, nos preguntó sobre qué línea ideológica pensábamos que seguía el diario gratuito 20 Minutos. Yo, que siempre he seguido la máxima de no hablar de política ni de religión en el trabajo, me quedé callado escuchando las opiniones de mis compañeros, que como era lógico se decantaron por achacar cierta tendencia progresista al diario dirigido por Arsenio Escolar. En ese momento el compañero que había sacado el peculiar tema de conversación se sintió satisfecho y manifestó que él también pensaba de ese modo, ya que aunque había albergado ciertas dudas sobre el tema, la postura de dicho diario sobre la investigación del 11M (su oposición clara a las teorías de la conspiración) concordaba con su visión del tema, y por tanto debía ser reconocido como un diario progresista.

No es que fuera sorprende que una vez más los españoles hubiéramos dividido un tema entre derecha e izquierda, negro o blanco, Barcelona o Madrid. Ya que no deja de ser nuestro deporte favorito. Lo que me impactó de verdad es la naturalidad con la que se aceptaba que esta era la forma correcta de actuar en un tema como aquel.

Y es que ya es bastante triste vivir en una sociedad que no es capaz de aprender de sus errores, pero lo que es aterrador es convivir con personas que son incapaces de informarse sobre sucesos tan importantes para todos sin cambiar un milímetro su postura inicial.

Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos

Populismo fiscal

Cómo la política impositiva del gobierno de Pedro Sánchez divide y empobrece a la sociedad española El nuevo informe del Instituto Juan de Mariana evalúa la deriva de la política