Es evidente que Donald Trump no es un ideólogo ni un hombre de ideas claras y consistentes. Más bien, es un estadounidense promedio con experiencia empresarial que, pese a ello, exhibe una visión política y económica llena de los típicos sesgos antimercado, antiextranjeros y proempleo.
Ya sea por la expectativa de mayores tensiones geopolíticas, un crecimiento económico acelerado o por anticipar las contradicciones inherentes de Donald Trump, el mercado de bonos prevé un repunte de la inflación en los próximos meses, sugiriendo que la actual tendencia de desaceleración no perdurará.
Su principal contradicción: el dólar y la inflación
Si el programa de Trump comienza con reducciones de impuestos, incrementos de aranceles, aislacionismo comercial y políticas antimigratorias que incluyen deportaciones y afectan negativamente a los empleos de baja cualificación y remuneración, entonces la economía estadounidense experimentará una subida de precios y un mayor endeudamiento.
Es difícil, por no decir imposible, que los aumentos de aranceles compensen las reducciones de impuestos, ni siquiera recortando el gasto público superficial o las partidas internacionales. Del mismo modo, es poco probable que una mayor inversión en el mercado nacional y un menor encarecimiento de la energía y el petróleo contrarresten el alza en los costos de los productos importados y de la mano de obra.
Además, debemos sumar la preferencia de Trump por tipos de interés bajos y un dólar débil en un período de temores inflacionarios, donde el mercado está escéptico y preparado para castigar con fuerza cualquier intento de crecimiento engañoso y deterioro del balance.
Otro factor que ha alimentado el engaño es la respuesta del S&P, el Russell, bitcoin y el dólar ante la victoria de Donald Trump. El relato inmediato es: «hay confianza en que Trump lo hará bien y los mercados se anticipan a un nuevo periodo de crecimiento», y en paralelo, «es evidente que una victoria de Kamala y los demócratas habría castigado al mercado».
Las reacciones del mercado a la victoria de Trump
Sin embargo, esto no es necesariamente cierto. El fortalecimiento del dólar y de las compañías norteamericanas puede deberse simplemente a un ajuste en las carteras de los inversores, quienes asumen la victoria de Trump como una señal de que es mejor estar invertido en EE. UU. que en el resto del mundo, el cual tendrá que pagar caro los ajustes de Trump.
El alza de bitcoin y el Russell podría ser una respuesta a una rotación temporal hacia activos de riesgo, algo que podría representar tanto el inicio de un nuevo ciclo alcista como los últimos estertores de uno que está por terminar. Esto se debe a que bitcoin parece funcionar en el corto plazo como activo de riesgo y, a largo plazo, como reserva de valor. Estas rotaciones hacia mayor riesgo al final de los ciclos alcistas ocurren también dentro del mercado cripto: cuando bitcoin alcanza nuevos máximos, se produce una rotación hacia las altcoins, que logran sus picos después de bitcoin, para luego caer ambos.
Si finalmente Trump inicia una reserva nacional de bitcoin, esto desencadenaría una competencia global por la acumulación temprana de este nuevo activo de reserva. La rivalidad entre bitcoin y el oro podría intensificarse si los bancos centrales buscan anticipar un ganador, o sus cotizaciones podrían converger si los bancos centrales a nivel global apuestan por ambos. En cualquier caso, el precio de bitcoin se dispararía enormemente. Sin embargo, no debemos descartar que, antes de iniciar una reserva en bitcoin, se orqueste una maniobra para inducir FUD (miedo, incertidumbre y duda) entre los inversores más vulnerables del mercado.
Donald Trump y la natalidad
Elon Musk está muy interesado en aplicar políticas de desregulación y liberalización, pero ha dejado claro en sus redes sociales que uno de los temas que más le preocupa es el descenso de la natalidad. Sobre esto vale la pena mencionar que la natalidad es una variable particularmente difícil de manipular, especialmente de aumentar. Paradójicamente, el proyecto de Trump podría tener consecuencias negativas no deseadas sobre la natalidad que Musk tanto desea impulsar.
En primer lugar, la migración no solo compensa parcialmente las caídas en la natalidad, sino que los inmigrantes de regiones con altas tasas de natalidad pueden mantener esa tendencia en el corto plazo, lo que podría incentivar una mayor natalidad en la población local. Las razones para especular sobre un efecto de contagio desde los inmigrantes hacia la población autóctona aplican tanto para lo bueno como para lo malo. Si aumentan o mantienen la demanda de servicios para niños, la población local encontrará mayores facilidades y motivación para tener hijos.
En segundo lugar, el retraso de la maternidad, los elevados costos asociados a la crianza y las dificultades para conciliar la vida laboral y familiar podrían verse negativamente afectados por el encarecimiento de los salarios y la escasez de personal de baja remuneración o cualificación, que en Estados Unidos son mayormente inmigrantes. Los inmigrantes, en particular las mujeres, ofrecen servicios esenciales que facilitan la maternidad de la población local, especialmente de las clases medias, haciendo más accesibles los servicios de limpieza del hogar, cuidado de los niños y educación preescolar y básica. Sin este apoyo, las barreras para tener hijos podrían incrementarse aún más.
Las mejores opciones con Donald Trump
Alex Tabarrok, en su artículo, nos comparte cuál podría ser el mejor escenario para Trump: básicamente, que solo ejecute las partes «buenas» o más liberales de todo lo que ha prometido en su campaña. Por ejemplo, fortalecer las fronteras, pero limitar las deportaciones a los inmigrantes llegados en los últimos cuatro años.
Sería muy optimista asumir que Trump va a moderar su discurso o que mantendrá su retórica exagerada—caracterizada por frases como «aranceles a todo»—mientras en la práctica hace una selección estratégica, tanto económica como política, de los aranceles. Esto podría funcionar porque el votante es más manipulable por el discurso que por los hechos, pero requeriría de un político muy sabio y pragmático, un perfil que claramente no encaja con Trump.
Menos es mejor
Los problemas estructurales y reales de la economía estadounidense son el endeudamiento, la pérdida de valor de la moneda, la desaparición de la clase media y las regulaciones que aniquilan las soluciones de mercado en sectores como la salud, la educación, la vivienda o las infraestructuras. Pero entre las propuestas de Donald Trump, lo más cercano a una solución para estos problemas es el famoso Departamento de Desregulación (DOGE), que solo funciona como un departamento asesor en un gobierno que, a diferencia del de Milei, no cuenta con una cabeza que crea genuinamente en las soluciones liberales.
En este sentido, aunque también muy improbable, el mejor de todos los escenarios sería que Trump no pudiera hacer mucho; es decir, que sus acciones quedasen significativamente restringidas y eso mitigara sus políticas que presionarán el dólar a la baja y los precios al alza. Pero esto no es un fenómeno exclusivo del próximo gobierno de Trump; a excepción de gobiernos como el de Milei, lo mejor que podría pasar en la mayoría de los gobiernos actuales alrededor del mundo es que sus políticos no pudiesen aprobar presupuestos, nuevas leyes o hacer reformas radicales, porque la mayoría de los proyectos políticos van en la dirección contraria a la que realmente hace falta.
Conclusión
Donald Trump no es significativamente peor que los políticos del resto de América o Europa; sus contradicciones no son muy diferentes a las de los socialdemócratas europeos, quienes buscan imponer energías y políticas verdes que encarecen los precios, mientras afirman defender a las clases bajas que necesitan energía, productos, transporte y vivienda accesibles. Sin embargo, Trump está teniendo acercamientos con el liberalismo, y es imprescindible que expongamos constantemente que sus planes son inconsistentes y contraproducentes. Podemos apoyar su política exterior por ser relativamente mejor que la de sus aliados u opositores, pero el verdadero trabajo pendiente es superar, con propuestas y resultados concretos, los sesgos antimercado que persisten entre los políticos y los votantes.
Ver también
Es el mundo de Donald Trump y tenemos que vivir en él. (Steve Davies).
Trump: el antiliberal por excelencia. (Andrés Ureña Rodríguez).
Propuestas de Trump en favor de la libertad. (Daniel Morena Vitón).
Las consecuencias económicas de los aranceles de Trump. (Holly Jean Soto).
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