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Los delincuentes son feos

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Al final va a ser verdad eso de que la cara es el espejo del alma. Y mira que yo debería ser el primero en callarme, por razones que saltan a la vista, pero resulta que un estudio ha encontrado una correlación entre ser un joven atractivo y tener menos posibilidades de cometer delitos como robos o venta de drogas.

Es evidente cual ha de ser el próximo paso: un programa nacional de reducción de la delincuencia basado en la nacionalización de la cirugía estética y su extensión a toda la población menor de 26 años que no cumpla con los cánones de belleza exigidos para asegurarse de que no caiga en la espiral de la delincuencia. Miles de Jennifer López de Jesús y Brad Pritt del Sagrado Corazón recorrerán en breve nuestras calles, gracias al cuidado que nuestro gobernantes nos dedican desinteresadamente. O algo así. No se rían, que esa excusa se ha empleado para justificar grandes extensiones del estado providencia debido a la correlación hallada entre la pobreza y la delincuencia.

La correlación en sí no significa mucho; necesita de una teoría que la sustente. Cuando dos fenómenos están correlacionados estadísticamente, pueden suceder cuatro cosas: que el primero cause el segundo, que el segundo cause el primero, que sea casualidad o que ambos estén causados por un tercero. A primera vista, la diferencia entre una y otra teoría es que parece haber una causa que enlace pobreza y delincuencia que no está presente entre belleza y delincuencia. En resumen: el que no tiene lo roba para tenerlo. O, al menos, un porcentaje de los que no tienen, que tampoco es cuestión de llamar ladrones a todos los pobres, que ya tienen bastante con lo que tienen.

Sin embargo, no está tan claro; podríamos suponer igualmente que existe un conjunto de actitudes y patrones de comportamiento que llevan tanto a la pobreza como a la delincuencia. En Estados Unidos, la correlación entre vivir en barrios con casas de poca calidad, baratas y, por tanto, habitadas por pobres y la delincuencia llevó a los reformadores sociales a llevar a cabo ambiciosos programas públicos de construcción de viviendas sociales sólo para ver cómo estos nuevos barrios se degradaban rápidamente y se convertían casi en un calco de los primeros.

Del mismo modo, se podrían establecer causas para que la fealdad lleve a la delincuencia. Si tomamos las conclusiones del estudio, parece que siendo atractivo es más sencillo conseguir trabajo y, si tomáramos como cierto que la pobreza causa delincuencia, ya tendríamos esa relación que buscamos. Otra razón, aunque más exclusiva de los varones, es el hecho de que existen pocas cosas que estimulen más la violencia del sector más propenso a ella (los hombre jóvenes) que la falta de relaciones sexuales, y evidentemente siendo poco atractivo es más difícil tenerlas.

Así pues, creo que he dejado claro cuál será un futuro punto de los programas electorales de la izquierda. Sería además coherente. Si los socialistas siempre han pretendido que todos seamos iguales en ingresos, ¿por qué no en físico? Después de todo, el físico resulta muy importante para muchas facetas de la vida, y un mal cuerpo o rostro provoca a algunos más infelicidad que un sueldo escaso. ¡Cirugía plástica para todos, ya!

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