Hace algunos meses, publiqué en esta misma columna un artículo repasando la principal literatura económica sobre inmigración y exponiendo sus conclusiones. El artículo venía a demostrar, a través de la evidencia empírica, los enormes efectos económicos positivos de la inmigración a través de ejemplos de multitud de papers que estudiaban una amplia variedad de países y regiones.
En RRSS dicho artículo recibió amplias críticas desde cierto sector de la derecha, centrándose la crítica más sonada en el hecho de que mi escrito no prestara atención a los efectos socioculturales de la multiculturalidad como fenómeno adyacente de la inmigración, a la par del hecho de no estudiar/analizar los efectos de dichas disparidades culturales sobre la economía y la cohesión social.
Pues bien, me pareció un reto interesante el que aquellos diestros me proponían y fue por ello por lo que, en algunos espacios de mi tiempo libre, me dispuse a bucear en algunos journals económicos e incluso específicos sobre la cuestión de la inmigración para obtener respuesta a las preguntas de algunos de mis más fervientes críticos. Por ello, en la columna de este mes me dispongo a diseccionar el tema de los efectos socioeconómicos de la multiculturalidad diseccionándolo en diversos apartados.
Cohesión social
En primer lugar, analizaré el efecto puramente económico de la multiculturalidad -entendida como diversidad de etnias procedentes de terceros países en un único país receptor-, para tras ello pasar a estudiar el efecto de dicha multiculturalidad sobre la cohesión social. Finalmente, analizaré un aspecto que me resulta muy interesante, que es la percepción y opinión pública sobre la inmigración en diversos países y como está (o no) relacionada con las dos variables anteriormente introducidas. Para todo ello, se hará un amplio repaso de diversa literatura de ciencias sociales -ya que no todos los papers citados en este caso son competencia exclusiva de economistas- y se aportará evidencia cuantitativa para lo afirmado siempre que esta se halle disponible.
La multiculturalidad entendida como un elevado grado de diversidad étnica generada por un influjo migratorio es un fenómeno relativamente moderno que ha derivado principalmente del proceso de apertura y globalización posterior a la década de 1980, que favoreció gradualmente un mayor movimiento de bienes, servicios, capitales y personas. La multiculturalidad por su parte ha generado una amplia diversidad lingüística y religiosa, teniendo relevantes efectos sociales y económicos, como un aumento de la productividad o los niveles de innovación, a la par que ciertas reacciones populares contrarias a dicha diversidad religiosa, étnica o lingüística, generando marcadas tensiones sociales en algunos países, azuzadas a su vez por algunos políticos.
Efectos económicos
En primer lugar, para estudiar los efectos de la multiculturalidad sobre la economía, deberíamos estudiar aquellos países con mayor diversidad cultural y étnica generada por un mayor influjo migratorio, y las consecuencias de estas sobre la economía. Por lo tanto, la pregunta que debemos hacernos es si elevados niveles de diversidad étnico-cultural generan algún efecto económico directo.
La respuesta es sí. Los profesores Ozgen, Nijkamp y Poot (2012), demuestran la existencia de una fuerte relación entre diversidad cultural y étnica junto con mayores niveles de innovación, creatividad y productividad. Su estudio señala que existen amplios beneficios de la multiculturalidad sobre la creatividad, la innovación y la productividad.
Atracción de talento
Es más, un estudio que se centra en los EE.UU., como es el caso del realizado por Richard Florida en su libro The Rise of the Creative Class (2002) encuentra que aquellas áreas más abiertas a la multiculturalidad y más tolerantes con la diversidad étnica, muestran mayores niveles de atracción de talento (aislando el resto de factores y descontando sus efectos) y mayores niveles de innovación. Las principales conclusiones del citado estudio son que las regiones de EE.UU. presentan una alta proporción de crecimiento económico generado por la diversidad cultural, a través de incrementos en los niveles de innovación y productividad.
En segundo lugar, muestra que una mayor tolerancia a la diversidad étnica atrae individuos y empresas más creativos, y, finalmente, que la multiculturalidad juega un papel decisivo para la innovación en determinados sectores, como es el caso del tecnológico. Todo ello se debe, según los autores, a una mayor facilidad a la hora de construir redes comunitarias de cooperación social y a la mayor facilidad y flexibilidad a la hora de movilizar y explotar recursos disponibles.
Innovación
En el anterior paper,de Ozgen et al. (2012) titulado Immigration and innovation in European regions, se realiza el mismo análisis que el efectuado por el profesor Florida, pero para 12 países europeos. Estudia si existe causalidad entre una mayor diversidad cultural y étnica y mayores niveles de innovación y productividad. El estudio concluye que los niveles de innovación se encuentran correlacionados positivamente con los niveles de diversidad cultural y étnica de los países europeos analizados, por lo que hay causalidad entre ambas variables. Es decir, que una mayor diversidad cultural conduce a mayores niveles de innovación.
Asimismo, en dicho estudio se pone de relieve el hecho de que una mayor diversidad étnico-cultural conlleva mayores niveles de demanda agregada de bienes y servicios, a la par que, a un crecimiento sostenido del stock de capital de la economía, de modo que los mayores niveles de innovación actúan como incentivos directos para la inversión. Los autores concluyen afirmando que la mezcolanza de ideas y culturas es un factor determinante para la innovación y la creatividad empresarial.
Productividad
Por otro lado, Bellini et al. (2008), analizan también el caso de los países europeos y la relación existente en ellos entre diversidad cultural y productividad, llegando a una conclusión muy similar a la del estudio anteriormente citado. Una de las conclusiones principales es que el multiculturalismo no genera únicamente un aumento de la productividad al disparar los niveles de innovación, sino que, asimismo tiene un efecto muy positivo sobre los niveles de producción y consumo, generando externalidades positivas sobre la productividad de la población nativa. Estos autores reiteran la existencia de correlación positiva y causalidad entre los niveles de diversidad étnico-cultural y la productividad de la economía.
Otros papers, como es el caso de Ethnic Diversity and Economic Performance de Alesina y La Ferrara (2004), se centra en estudiar los costes económicos derivados de la inmigración procedente de países con diferencias culturales, es decir, aquellos que generan mayor heterogeneidad étnica a través de sus flujos migratorios. El punto central del estudio es si cuando el nivel de heterogeneidad y fragmentación étnico-cultural es elevado en una sociedad existen trade offs relevantes entre la diversidad y la provisión de servicios públicos por un aumento de costes. El estudio se centra principalmente en EEUU y concluye que sí existen ciertos costes a destacar, como una reducción en los niveles de eficiencia de los servicios públicos al igual que una menor confianza ciudadana en la redistribución de ingresos y el Estado del Bienestar.
Más cohesión social
Es cierto que, por varios factores, la heterogeneidad cultural y étnica en determinados momentos puede conllevar a elevadas tensiones sociales. Ser ciudadano de un determinado país implica aceptar un mínimo de valores y prácticas culturales de dicha nación, y cuando este principio se quebranta, inevitablemente surgen problemas de integración y equidad social. También es cierto que recientemente algunos valores occidentales se han visto tensionados por dicha heterogeneidad étnico-cultural, trasladando las tensiones sociales a la política, generando contrapesos a la captación de poder mediático y político por parte de dichas minorías.
En este escenario, ciertos movimientos y partidos políticos han aprovechado para espolear el enfado causado por cierta sensación de inseguridad en los ciudadanos, culminando en reacciones políticas de carácter excluyente y xenófobo. Por lo tanto, es necesario analizar qué elementos han contribuido a que ciertas minorías se sientan menos incluidas entre la ciudadanía o directamente incluso rechacen adaptarse a los valores comunitarios de la nación.
Un caso que ha sido ampliamente estudiado y para el que Reitz y Bannerjee (2007) han recopilado y analizado multitud de datos, es el de Canadá. Canadá es un claro ejemplo de sociedad multicultural y étnicamente diversa, ya que prácticamente un 25% de sus ciudadanos son de origen extranjero, frente 10,71% de España o el 12% de países como Francia.
Canadá
Es más, en algunas ciudades canadienses, como es el caso de Toronto, cerca del 45% de sus ciudadanos son de origen extranjero, lo que ha llevado a construir una sociedad ampliamente multicultural y donde la diversidad es la norma. Los autores citados, por el contrario, encuentran mayores desigualdades de raíz étnica y mayores problemas de integración recientemente, lo que en muchos casos ha conllevado a menores tasas de empleo entre la población extranjera o incluso a reducciones del nivel de ingresos de los inmigrantes recientemente llegados a Canadá en contraste con aquellos que llegaron anteriormente, aislando el resto de los factores.
Si analizamos los datos del conjunto de inmigrantes trabajadores en Canadá, observamos que, en 1981, el salario de estos era el equivalente al 80% del salario medio de los trabajadores nacionales, mientras que en 1996 había descendido a un 60%. Lo más llamativo es que esto se produjo a pesar de mayores niveles educativos a todas las edades de la población inmigrante. Es decir, aún con mayores niveles de educación, la población inmigrante redujo sus ingresos respecto de la población nativa de manera llamativa. Los autores señalan que esto se puede deber a una menor integración de los inmigrantes en la comunidad canadiense, pero no señalan que esto sea culpa suya, lo que abre la vía de que pueda haber sucedido también (aunque no en su totalidad) por una menor aceptación de la población inmigrante por parte de la población nativa.
¿Cómo ven el fenómeno migratorio en diferentes países?
Existe una gran variación respecto a las diferentes actitudes públicas en cuánto a la inmigración en diferentes países. Hay países que tienen una visión muy positiva de la inmigración como es el caso de Australia o Canadá, donde cerca del 25% de su población quiere aumentar los niveles de inmigración, según un paper de Jack Jedwab (2008). Por otro lado, en los países europeos, la aceptación de la inmigración tiende a ser menor, con menos de un 10% de la población expresando su deseo de mayores flujos migratorios. En Suiza, en cambio, cerca del 76% de la población expresaba su convencimiento de que la inmigración es positiva para el progreso del país.
Estos datos reflejan el hecho de que en muchos países hayan surgido en las más recientes décadas actitudes sociopolíticas contrarias a la inmigración, que han conllevado incluso a episodios de marginación y exclusión de ciertas minorías étnicas, contribuyendo a una mayor tensión social y política con respecto a este asunto.
Movilidad social
En multitud de casos, tal y como han mostrado Tasan-Kok et al. (2014) dicha marginalización está estrechamente relacionada con reducida movilidad social, que conduce a bajos niveles de confianza en el sistema político y económico y finalmente a un proceso de radicalización política y mayor polarización y tensión social. Bramadat (2009) por su parte, señala que los conflictos religiosos son una de las principales cuestiones de segregación cultural y étnica, sobre todo en países de carácter pre-moderno e iliberal.
En conclusión, y tal y como indica la evidencia extraída de la literatura especializada, la diversidad cultural contribuye a fomentar la innovación y a incentivar mayores niveles de productividad en la economía. Asimismo, elevados niveles de diversidad étnico-cultural unidos a problemas de integración para los inmigrantes podrían generar brechas en la cohesión social y conducir a mayores niveles de tensión sociopolítica. Las sociedades modernas deben buscar la diversidad para lograr un mayor progreso.
Bibliografía
Ozgen, C., P. Nijkamp, and J. Poot. “Immigration and innovation in European regions.” In: Nijkamp, P., J. Poot, and M. Sahin (eds). Migration Impact Assessment: New Horizons. Cheltenham, UK: Edward Elgar, 2012; pp. 261–298.
Florida, R. The Rise of the Creative Class. New York: Basic Books, 2002
Bellini, E., G. Ottaviano, D. Pinelli, and G. Prarolo. Cultural Diversity and Economic Performance: Evidence from European Regions. Hamburg Institute of International Economics Working Paper No. 3–14, 2008.
Alesina, A., and E. La Ferrara. Ethnic Diversity and Economic Performance. NBER Working Paper No. 10313, 2004.
Reitz, J. G., and R. Bannerjee. “Racial inequality, social cohesion and policy issues in Canada.” In: Banting, K., T. J. Courchene, and F. L. Seidle (eds). Belonging? Diversity, Recognition and Shared Citizenship in Canada. Montreal: Institute for Research on Public Policy, 2007
Jedwab, J. “Receiving and giving: How does the Canadian public feel about immigration and integration?” In: Biles, J., M. Berstein, and T. Aiken (eds). Immigration and Integration in Canada in the Twenty-First Century. Montreal: McGill-Queen’s University Press, 2008.
Tasan-Kok, T., R. van Kempen, M. Raco, and G. Bolt. Towards Hyper-Diversified European Cities: A Critical Literature Review. Utrecht: Utrecht University, 2014.
Bramadat, P. “Religious diversity and international migration: National and global dimensions.” In: Bramadat, P., and M. Koenig (eds). International Migration and the Governance of Religious Diversity. Montreal: McGill-Queen’s University Press, 2009.
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