El recién investido primer ministro de Polonia, Donald Tusk, es un político avezado en la batalla política desde los tiempos de la oposición al régimen comunista e historiador de formación. Lleva tiempo comparando la situación que ha heredado después de ocho años de gobiernos del Partido Derecho y Justicia[1] y sus aliados[2], con los establos de Augías de la mitología griega. Astuto recurso a la erudición que reiteró en su discurso de investidura ante el Congreso de los Diputados (Sejm) la pasada semana.
¿Un trabajo hercúleo?
Como el que no quiere la cosa asimilaba su tarea como primer ministro al quinto de los trabajos de Hércules, el ingenioso héroe que recibió el encargo de Eurísteo de limpiar el estiércol acumulado durante años por el ganado del rey Augías de Élide en esas cuadras. Para estupefacción y enojo de su comitente, despachó tamaña empresa en un solo día, desviando el curso de los ríos Alfeo y Peneo por un canal que atravesó los establos, de suerte que las inmundicias fueron arrastradas por la corriente fluvial.
La trama mitológica clásica no termina en ese punto. Este animal político vuelve a ser primer ministro después de dimitir antes de la derrota electoral de su partido en el año 2015 y de ocupar la presidencia del Consejo Europeo entre los años 2014 y 2019. Con independencia del mayor o menor acierto de la analogía, el diagnóstico de Tusk viene muy a cuento para examinar lo que ha sucedido en Polonia en las últimas elecciones generales del 15 de octubre[3].
Participación histórica
Un primer dato destacable fue la histórica participación electoral sin parangón alguno desde el establecimiento de la democracia en 1989. En efecto, casi un 75 por ciento de los electores con derecho a hacerlo depositó sus papeletas en las urnas para elegir a los diputados y senadores que conforman el Parlamento polaco. Comparado ese porcentaje con el 62 alcanzado en los anteriores comicios, celebrados hace cuatro años, se observa un incremento de la participación del electorado espectacular, lo cual determinaría en gran medida el resultado final.
En segundo lugar, los términos de la confrontación electoral habían quedado muy claros mucho antes de la convocatoria por parte del presidente de la República[4]. Por un lado, pugnaba por revalidar su mandato el gobierno del PiS, dirigido por el primer ministro Mateusz Morawiecki y apoyado por sus aliados de Zbigniew Ziobro del llamado ahora Partido Republicano, quienes se presentaron a las elecciones en listas separadas[5].
En la oposición
Y, por otro lado, compartiendo el objetivo de derribar al gobierno en las urnas, partidos de una oposición muy diversa. Bien es cierto que todos ellos reconocían la primacía de la Coalición Ciudadana de Tusk y, especialmente durante los últimos dos años, habían establecido distintos grados de colaboración. De esta manera, el abanico opositor comprendía desde la coalición de la Tercera Vía (Trzecia Droga)[6] centro moderado, a la Izquierda (Lewica) otro conglomerado de partidos que abarcarían, salvando las distancias, los postulados del PSOE y Sumar en España[7].
Para terminar el cuadro de los partidos que obtuvieron representación parlamentaria, debe añadirse al grupo Confederación Libertad e Independencia (Konfederacja Wolność i Niepodległość) en un plano alternativo a los anteriores. Se trata de una amalgama de políticos jóvenes de diferentes ideologías, principalmente inspirados por el paleo libertario Janusz Korwin-Mikke[8], que defiende las libertades individuales y el derecho de propiedad, pero no es consecuente con el libre comercio y sostiene ideas ultranacionalistas y confesionales.
La izquierda repta por el lomo del PiS
Sobre esas premisas, el resultado electoral mostró el hartazgo de una sociedad, muy plural políticamente, contra un partido que ha gobernado con una arbitrariedad, un sectarismo y un intervencionismo pertinaces durante ocho años. No en vano los dos principales grupos de la oposición (Coalición Ciudadana y la Tercera Vía) obtuvieron el 30 y el 15 por ciento de los votos escrutados[9], respectivamente, frente al 35 por ciento de Derecho y Justicia. Solo los efectos del sistema D´Hont para la asignación de escaños han forzado a los dos primeros partidos a negociar también con el partido de la Izquierda (con menos del 9 por ciento de votos) un acuerdo poselectoral y su apoyo a la investidura de Donald Tusk y su gobierno. De esta manera, la nueva mayoría parlamentaria queda constituida por 248 diputados, diecisiete más de los necesarios para la absoluta.
En contra de las interpretaciones que se hacen en España[10], la política económica del PiS entraña más reminiscencias del tardo comunismo polaco[11]que las típicas de un gobierno conservador europeo occidental. De hecho, los cuadros este partido no solo motejan el proceso de privatización de empresas públicas de los años 90 – “por haberlas malvendido al capital extranjero” – sino que, además, han estatalizado empresas o mantenido la participación mayoritaria en el capital de sociedades mercantiles por parte del estado. Han llamado a esta reversión “Repolonización” (Repolonizacja), para resaltar que se trataba de “recuperar” para el Estado empresas cuyo capital se había transmitido a inversores extranjeros[12].
Contra el Estado de Derecho
El gobierno polaco de Derecho y Justicia alcanzó una deplorable reputación internacional, junto al húngaro, por sus consistentes ataques al Estado de Derecho y la reacción de las instituciones de la Unión Europea. Sin embargo, no es el único episodio que le ha enfrentado a otros países europeos. A pesar de ser su mayor socio comercial y pertenecer ambos países a todas las organizaciones de integración europea, los gestos públicos de animadversión hacia los alemanes pasan desde las poco serias reclamaciones de indemnización por los daños causados en la II Guerra Mundial[13] a las reiteradas invectivas dirigidas a Tusk por Jarosław Kaczyński de ser un “agente alemán”.
La última en pleno debate de investidura la semana pasada. Menos conocido es el caso de la mina de Turów, situada en Polonia cerca de la frontera, que le ha enfrentado con la vecina Chequia a cuenta de la contaminación causada en las aguas subterráneas y que mereció la condena del Tribunal de Justicia de la Unión Europea al cierre de la mina y al pago de multas coercitivas en caso de incumplimiento. Opción ésta última que viene sucediendo debido a la contumacia del gobierno polaco de permitir la explotación hasta el agotamiento de la concesión en el año 2026.
Demoledor informe
En cualquier caso, meses antes de las elecciones, el FOR (Think Tank presidido por Leszek Balcerowicz ) ya había publicado un informe demoledor titulado Ocho años de Derecho y Justicia. La destrucción de la Economía y el Estado de Derecho[14]. En él se asegura que aunque durante cierto tiempo la economía polaca continuó su desarrollo, gracias en buena parte a la coyuntura económica internacional favorable y a la afluencia de inmigrantes (principalmente de Ucrania) los gobiernos del PiS han intervenido de tal manera la sociedad y la economía, que los riesgos para el desarrollo del país son evidentes, a no ser que se corrija el rumbo marcado.
En resumen, mediante leyes de urgencia aprobadas como un relámpago en fraude de ley, se introdujeron regulaciones muy nocivas, como la prohibición del comercio los domingos o de la adquisición de más de una hectárea de terreno rústico para quiénes no sean agricultores. Se aprobaron reformas tributarias para aumentar los impuestos que crearon una gran inseguridad jurídica. Se nacionalizaron empresas privadas y se construyeron monopolios estatales. Significativamente, el Estado mantiene la propiedad de casi la mitad de la Banca y más del sesenta por ciento del sector energético, lo cual añade riesgos para un crecimiento económico sano.
Acuerdo de gobierno
En contraposición a lo anterior, el acuerdo de gobierno firmado entre las fuerzas políticas de la otrora oposición contiene medidas contradictorias entre sí y vagas declaraciones de voluntad. Entre ellas, lo más palpable para el presupuesto serán aumentos salariales de hasta el 30 por ciento para empleados públicos, como los docentes, personal sanitario, funcionarios, tribunales y fiscalías, así como del gasto en sanidad para establecer más centros de salud, al mismo tiempo que se prometen mejoras en la gestión sanitaria.
Se promete una simplificación y reducción de la carga fiscal a los trabajadores, profesionales, así como medidas a favor de los empresarios. Se prevé establecer una gestión transparente de los fondos públicos, despolitizar y profesionalizar la gestión empresarial pública, así como reconsiderar diversas instituciones creadas por sus antecesores. Por otro lado, también se anticipan mayores gastos futuros en prestaciones sociales para la familia, los discapacitados, los cuidadores de personas dependientes y las personas mayores, a quiénes, asimismo, se quiere garantizar pensiones dignas.
Fin al asalto del sistema judicial por parte del Parlamento
Ahora bien, el punto del acuerdo que, de cumplirse en la realidad, abriría perspectivas más halagüeñas para la democracia se refiere a las derogación de las leyes y las prerrogativas que el gobierno anterior y el Parlamento se arrogaron respecto al Poder judicial y la Administración de Justicia. En efecto, en el programa se puede leer “los tribunales estarán libres de presiones políticas, la fiscalía será independiente y apolítica. Velaremos por la legalidad del funcionamiento del sistema de justicia y de los tribunales constitucionales. Haremos todos los esfuerzos posibles para restablecer la forma constitucional y apolítica del Consejo Nacional de la Judicatura y del Tribunal Supremo”.
Si al menos el gobierno entrante y la actual mayoría parlamentaria adoptaran las reformas necesarias para garantizar el sometimiento de todos los poderes del Estado al Derecho (Constitución polaca y Tratados fundacionales de la UE incluidos) y la independencia judicial y del Ministerio Fiscal, no solo revertirían el desacato a las sentencias de Tribunal de la Unión Europea, sino también la deriva autoritaria a la que fue arrastrada la República Polaca por el gobierno anterior. Quizás en este caso el río Vístula limpie la porquería acumulada en los establos polacos.
Notas
[1] Prawo i Sprawiedliwość (PiS). Partido fundado por los hermanos Lech y Jarosław Kaczyński en 2001. Ha sido absolutamente acaparado por el segundo como presidente, desde la muerte del primero el 10 de abril de 2010 en la conocida como “Catástrofe de Smoleńsk”. En este suceso fallecieron 96 pasajeros y tripulantes de un avión oficial Tupolev TU 154. Componían la delegación polaca para los actos conmemorativos de la matanza de Katyn (1940). El avión se precipitó sobre la pista de aterrizaje de ese aeropuerto en territorio ruso.
[2] Fundamentalmente el grupo liderado por quién fue Ministro de Justicia y Fiscal General del Estado, simultáneamente, durante todo ese tiempo, Zbigniew Ziobro. Dicho grupo ha tenido, desde 2012 curiosas redenominaciones: Suwerenna Polska, Solidarna Polska y, en la actualidad, desde 2021, Partia Republikańska.
[3] Para despertar los sentidos del lector español en circunstancias hipotéticas del pasado, yo compararía a Donald Tusk con un Jose María Aznar López. Imagine que hubiera presidido alguna institución europea durante el mandato de linchamiento retrospectivo llevado a cabo por Jose Luís Rodríguez Zapatero. E imagine que regresara a la presidencia del gobierno ocho años después, apoyándose en una coalición articulada alrededor del Partido Popular, Ciudadanos e, incluso, Vox contra el gobierno del PSOE. No se olvide que el ecosistema polaco presenta un reparto de papeles diferente al español. Pero el partido Koalicja Obywatelska (Coalición Ciudadana) de Donald Tusk comparte grupo en el Parlamento Europeo con el Partido Popular español.
[4] El presidente de la República, Andrzej Duda, con un mandato de cinco años que cumple en mayo de 2025, es un político aupado por el PiS. Como tal mantiene la potestad exclusiva de convocar elecciones parlamentarias ordinarias, según dispone el artículo 98.2 de la Constitución polaca de 1997.
[5] El partido Kukiz 15 que tuvo cierta representación en la legislatura anterior ha terminado por ser absorbido por Derecho y Justicia. De hecho el fundador del mismo, Paweł Kukiz, y otros dos dirigentes resultaron elegidos como diputados en las listas del partido de Kaczyński.
[6] Formada por el Polskie Stronnictwo Ludowe (PSL) dirigido por Władysław Kosiniak-Kamysz (Partido Popular Polaco –o Partido Campesino–) y Polonia 2050 de Szymon Hołownia.
[7] Cualquier comparación, no obstante, de los partidos de izquierda polacos con los españoles no debe olvidar la radical diferencia sobre la autopercepción nacional. Es evidente que su posmodernismo no contempla la “deconstrucción” de Polonia como ocurre en España.
[8] Curiosamente expulsado del partido que había contribuido a fundar, poco después de las elecciones generales del 15 de octubre.
[9] Particularmente reseñable es el resultado (65 escaños) de la Coalición preelectoral La Tercera Vía, que mejora las expectativas que el PSL mantenía. No obstante, esos votos más los 157 de KO son insuficientes para alcanzar la mayoría absoluta de 231.
[10] Que tienen su deformación recíproca sobre la percepción que tienen de la política española los medios polacos.
[11] Particularmente, con el periodo de Edward Gierek en los años 70 como secretario general del Partido Socialista Unificado de los Obreros Polacos (comunista). En una entrevista, la pasada semana el profesor Leszek Balcerowicz señalaba: (La política económica con este gobierno) “Es como con Gierek: Primero endeudarse y después pagar”.
[12] Obsérvese a este respecto la absoluta coincidencia con la estrategia del gobierno social comunista en España.
[13] Después de reiterados tratados y convenios internacionales suscritos por la República Polaca en las que se renuncia expresamente a ellas y a cambios de las fronteras de posguerra.
[14] https://for.org.pl/pliki/artykuly/8225_8latpisinternet.pdf
Ver también
Lecciones de la Unión Europea. (José Antonio Díaz).
Tiempo de elecciones en Polonia. (José Antonio Díaz).
1 Comentario
Fe de errores: En el análisis se afirma que el partido de Zbigniew Ziobro (Partia Republikańska) se presentó en listas separadas al PiS (Derecho y Justicia). Sin embargo, la realidad es que los candidatos de ese partido se incorporaron a las listas electorales del partido de Kaczyński. El mismo Ziobro obtuvo, de hecho, acta de diputado por el distrito de Rzeszów-Tarnobrzeg (nº 23).