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Los liberales se lo explicamos, Sr. Juncker

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Jean-Claude Juncker, primer ministro de Luxemburgo y presidente de la última cumbre de la Unión Europea, dijo esta semana “que aquellos que quieren que Europa sea simplemente una zona de libre comercio deben explicar cómo se puede poner esa idea en funcionamiento”. Ese es uno de los principales problemas de los medios políticos y jerarcas que los dominan: quieren planificarlo todo mediante el mandato y la coacción, incluso la libertad. ¿Existe mayor sinsentido?

El profesor Jörg Guido Hülsmann plasmó en un ensayo, Secession and the production of defense, la absurda idea de imponer la libertad, a la que ha llamado “Ley de la Boétie” (que también verán escrito como Boëtie): si queremos imponer la libertad no seremos más libres, sino que sólo tendremos una ilusión de libertad que siempre nos llevará al totalitarismo de quien la dirige. No hay mejor prueba actual que la reguladísima Unión Europea: en nombre de la libertad nos dicen con quién hemos de negociar, cómo hacerlo, cuánto producir y en qué forma. También nos quieren restringir nuestras libertades individuales: nos prohíben productos o nos restringen su disfrute con impuestos, nos imponen un estilo de vida determinado (estatista), nos desprotegen de la amenaza que ellos representan y de la delincuencia común, etc.

No, Sr. Juncker, la libertad y el libre mercado no se pueden planificar. Pero sí que hay algo que puede hacer. Liberar a Europa de burócratas. Que cada europeo, por fin, sea responsable de sus propios actos. Se lo propongo directamente: ¡desmantele todos los estados europeos ya!

Que sea la acción descentralizada y libre de cada actor económico la que decida dónde, cuándo y cómo invertir, consumir o ahorrar. La producción forzosa como la Política Agraria Común (PAC); las políticas redistributivas; impuestos; imposición de las preferencias temporales mediante políticas fiscales y monetarias; creación de medios fiduciarios por parte del Banco Central Europeo; endeudamiento de los estado; etc. han de acabarse. Elimine toda autoridad estatal lo antes posible sin planificarla.

No se preocupe por nosotros. Si hemos sobrevivido a la carga de los estados omnipotentes europeos, podremos sobrevivir tranquilamente a nuestro propio destino sin depender de nadie, y sin que nadie, dependa de nosotros por la fuerza de la ley y obediencia no voluntaria. Tampoco se preocupe, Sr. Juncker, de “las injusticias” que pueda generar el laissez-faire absoluto. Por más injusticias que haya, no serán peores que los nocivos remedios de sus colegas. Aquí le doy una propuesta reducida de cómo crear una zona de libre comercio:

Elimine la seguridad social. Por fin será lucrativa para los productores y “de calidad” para el consumidor.

 

Elimine la educación pública. Nuestros hijos no se merecen la falsificación de la historia y economía a la que los someten.

Elimine las leyes al mercado financiero. El problema de las “burbujas” no se arregla con leyes dirigistas, sino con dinero privado respaldado con bienes reales.

Amortice toda la deuda estatal. Sus estados se están gastando la producción que no tienen y nunca tendrán.

Elimine el brazo armado del estado. La policía protege a los políticos no a los comerciantes ni a la gente de la calle. Ya se ocupará la valoración subjetiva de cada actor económico qué parte de su dinero destinar a la seguridad. Las empresas estarán encantadas en cubrir ese enorme “nicho” de mercado que ahora monopoliza el gobierno. Guardias privados, vallas, alarmas, seguros, armas, etc. son los que nos protegen de verdad en el día a día.

Privatice todos sus activos reales. El empresario privado no sólo cuidará mejor de los parques nacionales (sino se quedará sin negocio) sino que además lo convertirá en una empresa rentable. Aplíquelo también a las playas, empresas nacionales, calles, museos, transportes públicos, sector energético, de comunicación, etc.

Indemnice a sus víctimas. Con el dinero obtenido de la desnacionalización, amortice la deuda estatal, indemnice a los pensionistas, al sufrido pagador de impuestos, etc.

Y en fin, haga algo útil de verdad y váyase usted y el resto de funcionarios y burócratas a empresas privadas para hacer así, una Europa verdaderamente próspera donde sólo reine el “libre comercio” y la libertad.

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