En los últimos días de diciembre asistí a un interesante coloquio en la sede del IESE de Madrid, dentro del llamado Foro Interdisciplinar Rafael Termes. Intervenían dos ponentes bien conocidos: Pedro Schwartz y José Luis Feito, moderados por el director de esta institución, Juan José Toribio, bajo el siguiente título: "¿Hay que refundar el capitalismo?"
La mayor parte de las preguntas estuvieron relacionadas con la crisis financiera, sus causas y posibles consecuencias; pero es un tema que me interesa menos, a pesar de que se abordó con especial calidad técnica, tanto por los ponentes como por su moderador (economista del Banco de España y presidente ejecutivo del FMI). Me interesaban más otras reflexiones, como la que proponía Feito sobre lo absurdo que resulta especular sobre la refundación del capitalismo, toda vez que nadie lo "fundó" en ningún momento conocido. Siguiendo un argumento hayekiano, explicaba muy bien que la organización económica que nosotros llamamos "capitalismo" es una de esas instituciones de las que se dota la sociedad humana después de un largo proceso de prueba, búsqueda y ajuste espontáneo. Sabemos que un sistema de mercados abiertos es el que mejor se adapta a la naturaleza del hombre; y conocemos desgraciadamente muy bien que las utopías planificadoras solo traen con ellas hambre, pobreza y pérdida de libertad. Lo cual no significa que nuestras economías de mercado sean perfectas, ya que sin duda es necesario corregir defectos o evitar malas prácticas.
También siguió un discurso desmitificador el profesor Schwartz, explicando que durante los dos últimos siglos ha habido muchas otras "crisis" del capitalismo, más o menos largas (existe una precisa medición econométrica sobre los tiempos de duración), de las que se ha salido también con mayor o menor agilidad. Pero, en cierta medida, hay que recordar que un componente esencial del sistema capitalista son precisamente estas crisis, que lo depuran, lo renuevan, e incluso a veces le permiten avanzar más rápido. Yo tampoco soy un experto en ciclos económicos (habría que recordar las ideas de Schumpeter; o que precisamente a Hayek le dieron un premio Nobel por sus estudios en este campo), pero si algo nos enseña la Historia es que el desarrollo humano es zigzagueante (Vico habló con enorme lucidez del corso e ricorso).
Dicho lo cual, me permito introducir algunas reflexiones personales sobre la situación económica actual. Yo creo que sí hay una crisis profunda, complicada y generalmente poco atendida: se trata de una crisis moral. Precisamente de la Moral que explicaba Adam Smith en su cátedra de Glasgow. Si algo tenían claro los filósofos y economistas de la Ilustración es que la naturaleza humana debe respetar unas leyes o principios básicos de comportamiento, y que existe una objetiva diferencia entre lo bueno y lo malo. Probablemente se equivocaron en la fundamentación de esos principios (lo cual estamos todavía pagando), pero sin duda criticarían con fuerza todos los comportamientos inmorales que estamos (tristemente) acostumbrados a ver en el mundo de las finanzas o la política. Robar, mentir, engañar no tiene nada que ver con ese "capitalismo" supuestamente "fundado" por aquellos pioneros del liberalismo.
Así pues, las recomendaciones que propongo son fáciles de comprender, pero más complicadas de llevar a la práctica. Es patente que una civilización en la que se respeten esos principios morales sin duda alcanzará unos mayores niveles de riqueza y solidaridad. Pero no como imposición de ninguna autoridad, sino como convencimiento personal de cada uno de sus miembros. Es la opción interior de cada individuo por un buen comportamiento lo que puede salvar nuestra sociedad de su decadencia moral. Aunque también es cierto que los gobiernos, los medios de comunicación o la Justicia podrían ayudar en este sentido: persiguiendo con diligencia conductas ilegales, fomentando la ejemplaridad como virtud cívica, evitando la reverencia social hacia el tramposo, o simplemente exigiendo que el ladrón devuelva lo que ha robado. Yo personalmente reniego de un sistema de mercado en el que el fraude económico resulte rentable y además bien visto: busquen ustedes en los escritos de los "fundadores del capitalismo" y encontrarán justamente lo que escribo.
Alguna consideración final más optimista, aprovechando que se inicia el año centenario del Mutatione monetae de nuestro Juan de Mariana. Pues recomiendo una vez más leer a aquellos maestros salmantinos que hablaron con gran perspicacia de una organización económica basada en los requisitos morales de la Justicia y el Derecho. Cuando Mariana criticaba las alteraciones en el contenido metálico de las monedas, o Azpilcueta explicaba por qué se producía la inflación al incrementarse la cantidad de plata proveniente de América, sentaron las bases de unos principios de organización económica que suponían previamente –y ante todo– otros principios de comportamiento moral sin los cuales (creían ellos y me temo que el tiempo les está dando la razón) los primeros no podrían subsistir. En este sentido, tal vez sí podríamos hablar de la necesidad de una "refundación" del sistema capitalista…
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