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Meloni, tu sei una di noi: ¿vuelve el fascismo a Italia?

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El domingo 25 de septiembre tuvieron lugar los comicios electorales en Italia. Desde hacía meses las encuestas pronosticaban una holgada mayoría a la coalición del centrodestra¸ encabezada principalmente por la figura de Giorgia Meloni (Fratelli d’Italia), seguida de un opacado Salvini (Lega) – quizás le hayan pasado factura las medidas totalitarias que su partido avaló respecto a los encierros covidianos-, un Berlusconi (Forza Italia) que a pesar de los múltiples casos de corrupción y lazos con la mafia se resiste, con 86 años, a jubilarse, y finalmente, Maurizio Lupi (Noi Moderati).

Los agoreros de la prensa española no tardaron en alzar las siete trompetas del Apocalipsis, acompañadas, como en el relato bíblico, de cataclismos, aunque aquí no parece que haya habido interludios de esperanza. Los titulares se hacinaban por los medios patrios tildando al partido de Meloni de “fascistas”, “neofacistas”, “neonazis”, “posfacismo”, “fascismo tecnocrático y pro OTAN”, “ultraderecha”, y un sinfín de dislates y descalificativos sin una aparente justificación histórica-política, ¿o sí?

El Grupo Godó buscaba las raíces de la inspiración de Meloni en un viejo conocido de la política italiana: Giorgio Almirante. Según Juliana, la líder italiana tendría una foto del viejo político del MSI (Movimento Sociale Italiano) en su despacho. Más allá de eso, el paupérrimo argumento no aporta ninguna prueba de que, a nivel intelectual y práctico, Meloni se haya inspirado en Almirante. ¿Por qué no da políticas concretas que Fratelli haya cogido del MSI? ¿Por qué no aporta ningún texto doctrinal y muestra que son lo mismo? Cogen una parte del logo de ambos partidos y te intentan convencer de que son movimientos idénticos. Tanto di cappello.

Esto no sería tan vergonzoso si no se tuviera en cuenta que entre el MSI y Fratelli (Fdl) han pasado algunas refundaciones y casi 30 años. Un punto de inflexión fue La Svolta di Fiuggi (1995) en la que el partido se descompuso y de él nació Fiamma Tricolore (este con claras reminiscencias mussolinianas) y Alleanza Nazionale que, entre otras cosas, intentó romper con el legado fascista, el corporativismo y se aproximó a una derecha moderada. Gianfranco Fini quiso distanciarse del pasado adoptando las bases de una derecha más “europea”. Alleanza Nazionale en 2009 se refundó con Forza Italia y de allí apareció Il Popolo della libertà, pero las discrepancias entre ambos fueron tan latentes que en 2012 se produjo una escisión de la que surgió Fratelli d’Italia[1].

Con todo lo expuesto hasta este momento y siguiendo la lógica de la prensa española hodierna, ¿podríamos decir que Bildu es ETA? Es una coalición de partidos de izquierda formada en 2012, un año después de que la banda terrorista anunciara el cese de la lucha armada (sin mencionar de dónde proviene su líder). ¿Podríamos decir que el PSOE, fundado en 1879, es lo mismo que el PSOE de principios de los años 30s? Recuerden que, la dictadura de Primo de Rivera elogió y apoyó al partido por su colaboración para con el régimen. Como sabemos, las formaciones políticas mutan y con ellas sus líderes. En 1979 abandonaron por completo el marxismo, una postura ideológica sostenida desde hacía 100 años. A nadie en la actualidad se le pasa por la cabeza tildar al PSOE de marxista, puesto que hace más de 40 años que se alejaron de dicha corriente. Sin embargo, Mussolini, muerto en 1945, ¡está más vivo que nunca!

Para observar hasta dónde llegan los medios, las imágenes que se han repetido ad nauseam, de la primera mujer que podría ser presidenta de Italia, son las de una joven Meloni de 19 años que militaba en el Fronte della gioventù (la sección juvenil del MSI). Quien no se haya equivocado de ideología o partido político que tire la primera piedra. Podríamos repasar lo que hacían de jóvenes, y no tan jóvenes, algunos de nuestros políticos o expolíticos de primera fila como Pablo Iglesias, el cual, nunca ha tenido reparos en posar con banderas comunistas[2] y fotos de Lenin[3], u otros como Carlos Mato hablando de la Revolución Rusa en términos de “la más hermosa revolución de la historia”[4]. Sería como lanzar alabanzas hacia la Marcha sobre Roma (1922) – justo se cumple la efeméride del centésimo aniversario, ¿coincidencia? No lo creo, como diría Maestre-. Asimismo, nuestra excelsa ministra de trabajo o el de consumo han sido, o son, militantes muy activos de PCE desde hace décadas.

Sea como fuere, la conclusión de la izquierda, aquí y allí, es que la gente vota mal. Todos estamos alienados, excepto ellos, claro. La Vanguardia se hacía eco de un vídeo del Instagram de Meloni en el cual, posaba con dos melones y decía eso de “25 septiembre, lo digo todo”, en italiano meloni, significa literalmente “melones” (en todos los sentidos). Evidentemente, la líder de la derecha estaba usando un tono humorístico, pero ellos necesitan quedarse con la caricatura, e insinuar el bajo nivel de la candidata (y por extensión, de sus votantes). Se calcula que más de un 26% del electorado ha votado a dicha figura, o lo que es lo mismo 1 de cada 4 italianos. ¿Tanto fascismo hay en Italia?

Como era previsible, la izquierda no está celebrando que una mujer vaya a convertirse en la primera que llega a lo más alto del Ejecutivo italiano. Una vez más, demuestran que no defienden a las mujeres per se, sino a la mujer de izquierdas, da igual que, como en este caso, la de derechas haya roto el “techo de cristal”. Dentro de su cosmovisión, una mujer no puede ser conservadora o liberal. Con estos planteamientos que hacen, demuestran que se puede criticar a una mujer sin que el género sea el motivo de base, y de ahí se deduce que no todo lo que es considerado “violencia de género” tiene como móvil el hecho de ser mujer.

Consideraciones aparte, de Meloni se hizo mucha mofa por sus recordadas palabras de “Sono Giorgia, sono una donna, sono una madre, sono cristiana” (incluso MEM & J hizo una canción burlesca sobre ello[5]). ¿Cómo era eso de?, primero te ignoran, después se ríen de ti, luego te atacan y entonces ganas. En 2013 los resultados de Fratelli fueron del 2% del electorado, hoy, los sondeos a pie de urna, le dan más del 26%, siendo así, con bastante distancia, el partido más votado. Me llama poderosamente la atención cómo cuando la izquierda pierde las elecciones tiende a soltar soflamas de “fascismo” y lemas variopintos sobre la calidad democrática de X país. El juego consiste en infantilizar la política y reducirla a: o gano yo, o ganan los malos. El eterno cuento de “que viene el coco”.

La idea que intentan vociferar es que la libertad está en peligro (a pesar de las cortapisas del sistema jurídico italiano y su constitución para evitar que eso suceda) en base a que habrá partidos de derecha gobernando (¡esto en la URSS no pasaba!). Imagino que son los mismos que estuvieron de acuerdo cuando miles de personas fueron despedidas de su trabajo por no estar vacunados o eran tratados cuales apestados por una decisión médica personal. Son los mismos que dejaron el país en manos de tecnócratas que apelaban a la ciencia como dogma y como forma de política, y que no tuvieron reparos en gobernar manu militari durante dos años.

Por si el euroescepticismo no tuviera más motivos para coger fuerza, Ursula von der Leyen se cubrió de gloria al advertir que “si las cosas van en la dirección equivocada, (ellos, los burócratas de Bruselas) tenían las herramientas para ponerlas en su sitio”. ¿En qué nivel de espíritu democrático situaríamos tal afirmación? De hecho, la coalición de derechas tiene animadversión hacia la UE y cómo esta es capaz de restar soberanía a los estados y condenarlos, económicamente, con su política de moneda única -especialmente a los del sur de Europa-. Pero incluso, en Italia ha aparecido el partido Italexit (de Gianluigi Paragone), que tiene como objetivo principal salir de la EU -ciertamente con unos resultados paupérrimos-.

A todo esto, he seguido relativamente de cerca el proceso electoral y mientras unos hablaban de reducir impuestos al trabajo, fomento de las start-up, autónomos, control de la inmigración ilegal, de defender la nación italiana, mejorar la productividad, incentivar la maternidad (bajo mínimos históricos en Occidente), reducir el IVA de los productos para la infancia, impulso al emprendimiento juvenil, luchar contra las mafias, reducción del déficit -es decir, pensar a largo plazo-, defensa de la vida, etc, otros se han dedicado a hablar de minorías, derechos sexuales, discriminación, la llegada del fascismo, la reducción del consumo a causa del cambio climático, más inversión pública en renovables, transporte público gratuito (ya sabemos lo que les gusta todo lo que lleve esa palabra), agrandar el estado, quejarse del sistema electoral, aumentar impuestos a los “ricos” y a las herencias, subsidios a la pobreza (como el Reddito di Cittadinanza), etc.

Resumiendo, en la derecha el gran perdedor ha sido Salvini, quizás las imágenes del 2017 en la Plaza Roja de Moscú con la camiseta de Putin o las del Parlamento Europeo le han pasado factura, aun así, rectificó sus posturas y durante la guerra ha mostrado su posicionamiento a favor de Ucrania. Como he mencionado, quizás el apoyo a las medidas COVID y, como él mismo ha reconocido, prohibir trabajar a empleados públicos si no estaban vacunados[6], ha tenido sus consecuencias. Si así fuere, lo celebro.

El tándem Carlo Calenda (Azione) y Mateo Renzi (Italia Viva) – Terzo Polo – es el otro gran derrotado de la noche electoral. Ambos vendieron la moto de que eran los nuevos liberales, pero han obtenido un 7,75% de los votos. Berlusconi, sin hacer campaña y subiendo vídeos a Tik Tok, se ha llevado el 8%. Pero, sin duda, el golpe más duro ha sido para el Partito Democratico (PD) de Enrico Letta, una organización que arrastra problemas de identidad da che mondo è mondo, ¿es de izquierda?, ¿socialdemócrata? ¿heredero del PCI? Su estrategia, en buena medida, ha sido hacer un llamamiento al antifascismo, realpolitik, supongo.

Veremos qué sucede en España el próximo año, tanto a nivel municipal como nacional, pero con una izquierda identitaria centrada en discursos hacia minorías y jugando demasiado duro con la Ley del péndulo, a poco que haya unión en la derecha -como ha ocurrido en Italia-, las elecciones podrían decantarse hacia el espectro diestro del tablero con relativa facilidad. Il diavolo non è così brutto come lo si dipinge [El diablo no es tan malo como se pinta], Alessandro Manzoni, I promessi sposi (1827).


[1]  Un nombre cogido de la primera estrofa del Himno de Mameli “Il canto degli italiani” escrito en motivo del intento de unificación del país a mitad del s.XIX (la cual sería efectiva en el 1871). Este se convertiría hasta hoy en el himno nacional.

[2] https://www.youtube.com/watch?v=ObBMv8spohk con Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolívia.

[3] https://www.youtube.com/watch?v=cisiRAjNEWQ.

[4] https://www.libremercado.com/2017-01-01/sanchez-mato-desea-un-feliz-y-combativo-2017-con-loas-a-la-hermosa-revolucion-sovietica-1276589815/

[5] https://www.youtube.com/watch?v=fhwUMDX4K8o Ciertamente, es un canal de YouTube que ha hecho mofa de muchos políticos independientemente del signo ideológico, pero, el más viral fue este.

[6] https://www.youtube.com/watch?v=uE_T6x7Y3BA a partir del minuto 14:18.

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