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Mises no comprendió a Menger (II)

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Como continuación a mi comentario del mes pasado y tras un repaso del libro El dinero de Carl Menger, a continuación enumero algunas citas de esta obra que creo arrojarán más luz si cabe sobre sus conceptos de mercancía y de dinero. 

La cita más importante y que está en íntima relación con la conclusión de mi artículo, a saber, la explicación de Menger a cuál es el valor del dinero que no es otra que el servicio que este nos proporciona para realizar intercambios a un menor coste, es la siguiente (capítulo 12):

Ni el material con el que se fabrica el dinero, con sus propiedades técnicas, ni su forma externa, ni siquiera la mera voluntad de los soberanos, ninguna de estas circunstancias nos dicen algo acerca de la naturaleza del dinero. En cambio, un bien de cualquier clase – Una mercancía que habitualmente se usa para el consumo o para la producción, una materia prima o producto acabado, un metal que se puede pesar con la balanza o un documento capaz de circular – se convierte en dinero tan pronto y en la medida en que asume efectivamente, en el tráfico de los bienes de una nación, la función de intermediario de uso general. (Menger, 2013, p. 209)

En este capítulo 12 Menger realiza una reflexión teórica sobre el concepto de dinero, su naturaleza, su esencia. Y este concepto de intermediario de los intercambios lo repite machaconamente a lo largo de todo el libro. Por ejemplo en la página 211 continúa: “La función originaria (primaria) del dinero, común a todas sus manifestaciones y fases evolutivas, es la de intermediario de uso general en el intercambio”. O también lo podemos ver en su definición formal de dinero: “El intermediario general del mercado de mercancías y de capitales y el medio preferido para el cumplimiento de las prestaciones unilaterales sustitutivas” (p. 152).  Y así en innumerables pasajes.

Como concluía en mi comentario del mes pasado el valor del dinero se explica igual que el de cualquier bien. Por ejemplo, la bolsa de Nueva York es valiosa por su función de intermediario en los intercambios, y lo es gracias a sus óptimas cualidades para intercambiar de manera eficiente un determinado tipo de bienes. Pues el dinero es exactamente lo mismo pero más general. Gracias también a sus cualidades específicas es valioso porque es útil para intercambiar de manera eficiente cualquier tipo de bien.

Con respecto a que el dinero es siempre una mercancía entendida como un bien de cualquier clase cuyo dueño lo posee con el único fin de intercambiarlo, Menger dedica el capítulo 2 a dejar muy clara su postura. Destaco las siguientes citas:

“El hecho de que el dinero ofrezca ciertas características particulares respecto a todas las demás mercancías no contradice la mencionada proposición, [que el dinero es una mercancía] al igual que el hecho de que las carreteras y los caminos se distingan en muchos aspectos absolutamente evidentes de otras partes del territorio (campos, prados, bosques, zonas edificadas, etc.) no quita que sean también parte del propio territorio.

El argumento que algunos teóricos suelen aducir para marcar una importante diferencia de principio entre el dinero y los demás bienes que son objeto de comercio se refiere solamente al carácter específico del dinero frente a las demás mercancías, y por tanto no demuestra nada contra el carácter general del dinero como mercancía en el sentido mencionado [Que el dinero no es una anomalía de la economía, algo que quepa alterar sin mayores consecuencias y a nuestro arbitrio]” (Menger, 2013, p 108-109)

“Quienes al plantearse la cuestión de si ‘el dinero es una mercancía’ no consideran la naturaleza del dinero y su colocación en el ámbito de todos los demás objetos de comercio, sino que parten de una definición cualquiera del controvertido concepto de dinero y de un igualmente ambiguo concepto de mercancía para indagar si el primero puede ser subsumido sin contradicción en el segundo, desconocen la verdadera naturaleza del problema y su significado para la teoría del dinero” (Menger, 2013, p 111)

Aquí Menger condena de forma precisa el error en el que unos años más tarde caería Mises al basarse en una definición ambigua del concepto de mercancía, separando el dinero-mercancía del resto y negando por tanto el carácter de mercancía de la moneda-crédito, la moneda fiat, etc.  Menger es claro y consistente durante todo el libro sosteniendo siempre que el dinero es por definición una mercancía, y además también sostiene que, por ejemplo, instrumentos como los asignats y los mandatos del gobierno francés son sin duda alguna dinero: “dinero que funciona bien o mal, de manera sana o enfermiza, pero dinero al fin y al cabo tanto en uno como en otro caso” (p. 210).

No es de extrañar, insisto, la mala acogida de Bitcoin entre los economistas de la escuela austriaca teniendo en cuenta que la gran mayoría de ellos heredan de Mises la interpretación del término mercancía, radicalmente opuesto al de Menger. Además, convalidan su innecesario teorema de regresión por no entender que la utilidad del dinero reside en sus cualidades para cumplir la función de intermediario de los intercambios, y que la mera esperanza de que tal utilidad se materialice lo hace valioso desde el primer instante. O como Carlos Bondone interpreta correctamente a Menger: “La moneda [dinero de Menger] sólo debe cumplir la simple condición de riqueza que satisface la liquidez, sin necesidad de que haya sido previamente riqueza”.

Después de la aparición de Bitcoin, los economistas de la escuela austriaca se apresuraron, algunos a rechazar el teorema de regresión, otros a reinterpretarlo de una forma totalmente ajena a lo que Mises quiso decir. Pero antes de que existiera Bitcoin, y que me corrijan en los comentarios si me equivoco, solo tengo constancia de un economista que desde la tradición austriaca entendió verdaderamente a Menger y por tanto calificó el teorema de regresión de Mises como innecesario. Este economista es Carlos A. Bondone:

“Este último aspecto demostrará que no hace falta el teorema de la regresión de Mises; su aparición sólo demuestra un reconocimiento implícito de que se había alejado del concepto de dinero de Menger y, por lo tanto, no fue él quien incorporó la teoría del valor subjetivo al dinero porque no hacía falta” (Bondone, 2006, p. 77)

“pero creo que Menger hace alusión a él en tanto desea conservar su idea principal de que el dinero es un bien económico presente que satisface la necesidad de liquidez derivada de la necesidad del intercambio interpersonal; no creo que tuviera reparo alguno en aceptar la aparición de un bien económico que naciera exclusivamente para satisfacer la liquidez, que él llama vendibilidad, sin necesidad de que tuviera existencia como bien económico para satisfacer otras necesidades previamente. En otras palabras, no es necesario que el plástico rígido haya sido previamente acero para que cumpla las funciones de éste.” (Bondone, 2006, p 103)

Para concluir, quisiera recalcar que lo grave del teorema de regresión no es que sea innecesario, sino que es una demostración palmaria del fracaso de Mises en aplicar la teoría del valor subjetivo al dinero. También fracasó en aplicarla al interés, pero eso ya sería material para otro artículo.

Bibliografía

Bondone, Carlos A. 2006, Teoría de la Relatividad Económica  

Menger, Carl 1892, El dinero, Unión Editorial, 2013 (traducción de la edición de 1909)

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