Skip to content

Nihilismo místico en el siglo XXI

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Distinguía Hannah Arendt tres grupos de personas dentro de quienes han perdido la capacidad de pensar críticamente sobre las acciones propias: los nihilistas -para quienes no hay valores absolutos definitivos-, los dogmáticos -que se entregan en cuerpo y alma a un dogma rígido heredado que les da seguridad- y los normales -quienes aceptan acríticamente las costumbres del lugar en el que viven-. Otro pensador, también judío, Gershom Scholem, recuerda, refiriéndose a Jacob Frank y sus seguidores, que el místico nihilista “no sólo desciende al abismo en el que nace la libertad de lo vivo”, negando valores y leyes, sino que “los pisotea y los profana con el fin de obtener el elixir de la vida”, no siéndole posible, en su concepción, llevar a cabo el proceso de “reparación” del mal mediante actos piadosos, y llegando a la conclusión de que “el Mal debe ser combatido con el mal”, lo que lleva a la doctrina “funesta y al mismo tiempo fascinante de la santidad del pecado” (Gershom Scholem, “La Cábala y su simbolismo”).

Eso es precisamente a lo que parece aspirar, quiéralo o no, Andoni Luis Aduriz, cocinero distinguido con dos estrellas Michelín, quien ve en su plato “feto en líquido amniótico” -en el que incluye una almendra como cabeza, que cruje al morderla-, un “acto de vida” (sic), y a quien sorprende la “perversidad” (sic) de la gente, que “ve muertos, ve fetos” en su mímesis de embrión humano de tres meses listo para comer. Él, sin embargo, parece estar convencido de que con su labor “hemos ayudado a que un sitio tan conservador como Donosti sea más descarado” (el “descaro” como ideal), facilitando que, con iniciativas como ésta, “extrema y desconcertante”, el comensal “se quite los complejos” (literal). Ello no obstante, en todo este asunto “nos han robado el relato”, se lamenta.

Decía también Scholem que esa relación “no dialéctica” del místico nihilista con su experiencia representa “una caída en lo demoníaco”; pero a la vista de la naturalidad y la exquisita tolerancia con la que la prensa, tan beligerante en otros temas, ha tratado la “polémica del plato del embrión”, esto último parece no importarnos; será que por fin nos hemos vuelto “normales” … porque como eso nos tratan -me temo- y casi nadie dice nada.

Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos