Kristian Niemietz. Este artículo ha sido publicado originalmente en el IEA.
Harry Lime, el villano de la película clásica El tercer hombre, es un ejemplo temprano del tipo de villano de película inteligente que no es simplemente malo al azar, sino que racionaliza sus acciones de manera que, a su retorcida manera, tienen algún sentido. Lime declara que no hay nada malo en causar sufrimiento a gran escala, porque:
[E]n Italia, […] tuvieron guerras, terror, asesinatos y derramamiento de sangre, pero produjeron a Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, […] tuvieron 500 años de democracia y paz. ¿Y qué produjeron? El reloj de cuco.
Es una frase memorable, que casi convierte a Lime en una protoversión de un villano de Bond. Sin embargo, es errónea desde el punto de vista económico. Suiza ha producido mucho más que relojes de cuco. Esto ya era cierto en la época en que se rodó la película, y lo es aún más hoy.
El verdadero motivo del éxito de Suiza
Suiza es casi dos tercios más rica que Italia, en términos per cápita. Su población es también es un 50% más rica que la del Reino Unido, un tercio más rica que Alemania, un cuarto más rica que Austria y una décima más rica que la de Estados Unidos y la rica Noruega. Con una población menor que la del Gran Londres, representan aproximadamente la misma proporción de las exportaciones mundiales que México o India, o que Brasil e Indonesia juntos. Para eso hace falta algo más que relojes de cuco.
La razón por la que se subestima fácilmente el peso económico de Suiza es que vende muchas cosas que, como consumidores finales, no vemos directamente; como bienes de capital de gama alta, productos químicos industriales y servicios de gama alta que se prestan entre bastidores. Si la economía mundial fuera un concierto, Suiza suministraría el sistema de sonido y organizaría la logística en torno a él, pero no estaría en el escenario cantando.
La mayoría de la gente no es capaz de nombrar muchas marcas suizas de memoria. Pero si la economía suiza se paralizara mañana, lo notaríamos.
Lo que se ve y lo que no se ve
Un sesgo similar se da cuando grupos ecologistas anticapitalistas como Just Stop Oil, Extinction Rebellion y (a falta de un nombre mejor) el «movimiento Greta» describen el papel de los combustibles fósiles en la economía.
En un minuto explicaré lo que quiero decir con esto, pero antes de nada, una pequeña recapitulación de dónde estamos con la política medioambiental. Oímos hablar mucho de los «negacionistas del cambio climático», pero hace años que no me he encontrado a ninguno de ellos, y creo que su influencia es exagerada. El difunto Nigel Lawson, por ejemplo, que era una figura odiada por los ecologistas, no era en absoluto un «negacionista del cambio climático». Lawson no creía que el impacto del cambio climático fuera a ser catastrófico, pero no discutía la existencia del efecto invernadero, ni nuestra contribución al mismo, ni los diversos problemas que causaría en algunas zonas. Incluso aceptó los argumentos a favor de un impuesto sobre el carbono.
Reducciones significativas
Todo aquel cuya voz sea remotamente relevante en este debate acepta que el cambio climático provocado por el hombre es real y que debemos hacer algo al respecto. Como resultado, estamos haciendo algo al respecto. Mucho. Desde finales de la década de 1980, hemos promulgado una serie de ambiciosas medidas políticas contra el cambio climático, que nos han supuesto un gran coste.
Y ha surtido efecto. Desde 1990, las emisiones de CO2 del Reino Unido se han reducido a la mitad, hasta 5,2 toneladas per cápita, el nivel más bajo desde 1860. Sí, parte de ello se ha conseguido externalizando la producción intensiva en carbono. Pero incluso en términos de consumo, las emisiones se han reducido en un tercio desde 1990, hasta algo menos de 7t per cápita. Algunos países son incluso más «verdes», pero actualmente no hay ninguna economía desarrollada en el mundo en la que las emisiones de CO2 basadas en el consumo estén muy por debajo de las 5t per cápita. A escala mundial, existe una clara correlación positiva entre el nivel de vida y las emisiones de CO2 basadas en el consumo, y 5t parece ser el nivel más bajo al que podemos llegar actualmente si queremos seguir liderando los niveles de vida del primer mundo. La descarbonización es deseable, pero, como muchas cosas buenas, también es cara. Tiene un coste económico real.
¿Qué implicaciones tiene esto en la practica?
Si crees que debemos reducir las emisiones más y más rápido, tienes que ser honesto con la gente y hablarles de ese coste. No se puede pretender que vivimos en un mundo donde las caras contrapartidas no existen, en el que se pueden reducir drásticamente las emisiones de carbono sin que nadie se dé cuenta.
Pero eso es precisamente lo que hacen los movimientos ecologistas anticapitalistas. La rama sueca de Extinction Rebellion resumió recientemente esa mentalidad cuando publicó:
Nuestro planeta no se está muriendo porque la gente normal no se haga vegana o sólo se duche con agua fría. Se está muriendo porque un puñado de corporaciones y multimillonarios se benefician de bombear cantidades astronómicas de contaminación en el aire y el agua.
Extinction rebellion
En otras palabras: no te preocupes, Pepe, nadie quiere hacerte más pobre. El cambio climático no tiene nada que ver contigo. Se trata de un puñado de empresas y multimillonarios. No hay contrapartidas ni costes. Sólo hay que acabar con unos pocos malos y el clima se salvará sin coste para nadie más.
Economía del reloj de cuco
Es una variante del tópico «100 empresas son responsables del 71% de las emisiones mundiales de carbono«.
Todo esto es economía de reloj de cuco. Por supuesto, usted, como consumidor final, no consume directamente combustibles fósiles. Por supuesto que no va al supermercado a comprar un barril de petróleo crudo, que luego quema para divertirse en su jardín. Por supuesto que no excava pozos de petróleo con sus propias manos. Pero esto se debe simplemente a que vivimos en economías más complejas, en las que hay múltiples etapas de producción, algunas de las cuales están un poco más alejadas -y no son directamente visibles- para el consumidor final.
Sin embargo, si crees que por eso no tienen nada que ver contigo, o que no notarías la diferencia si las cerraran, debes ser o un niño de 5 años, o un miembro de Just Stop Oil.
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