En estos tiempos de creciente polarización política –¿les suena la frase "no me hablo (u oso hablar de política) con fulano desde marzo de 2004"?– a veces cuesta trabajo creer que se pueda discutir o incluso disputar abierta y radicalmente de asuntos políticos con otros de forma productiva, o que las diferencias en la manera de ver el mundo puedan ser el sustento de una amistad.
Todos los que hayamos perdido o enfriado alguna relación de amistad, incumplido nuestras obligaciones maritales o sufrido el abandono por motivos político-ideológicos, deberíamos repasar la historia y aprender de algunas parejas "contra natura". No sugiero que dejemos de buscar afinidades y nos suscribamos a un chat socialista, neofascista o mariprogre (¿tal vez una copa con Miguel Sebastián?). Simplemente me gustaría recordar, y recordarme, que con frecuencia el contraste permite no sólo el aprendizaje, sino también la consolidación de las creencias propias. En otras palabras, que lo cortés no quita lo valiente.
En una misiva enviada a su amante Louise Colet, Flaubert dice a su compañera "Llegarás a la plenitud de tu talento despojando tu sexo, que ha de servirte como ciencia, y no como expansión. En George Sand, huele a flores blancas; rezuma, y la idea corre entre las palabras como entre los muslos sin músculos". Más allá de la deliciosa sensualidad del novelista, en esta cita destaca la gran admiración que Flaubert sentía hacia Sand. Sin embargo, poco tenían que ver estos dos autores en sus ideas políticas y morales más allá de compartir el desprecio por la hipocresía. De haber participado en alguna revolución, me temo que habrían estado en lados opuestos de la barricada.
Otro curioso ejemplo de amistad aux contraire lo proporcionan el progresista y anticlerical Benito Pérez Galdós y el conservador José María Pereda. No sólo profesaban ideologías opuestas, sino que la propia vida del canario, putero y manirroto, constituía una constante afrenta a la ética del cántabro. Sin embargo, su relación fue cordial y afectuosa, y alguna vez Pereda acudió en socorro de su desdichado amigo ofreciéndole apoyo económico y refugio cuando la disipación de Galdós lo colocaba al borde del precipicio.
Quizá un poco de flema británica nos ayudaría a la hora de enfrentarnos al dilema de convivir con el que persigue fines perniciosos para nuestros derechos. Es el caso de G.K. Chesterton y su amigo Holbrook Jackson, ambos críticos literarios e interesados en la figura del dramaturgo socialista George Bernard Shaw. Mientras que el primero se decantó por el catolicismo y lo que algunos jocosamente llamamos agro-liberalismo à la Sánchez-Dragó, el segundo optó por el fabianismo y el laicismo antirreligioso.
Sin embargo, eso no fue óbice para que Chesterton, a la hora de enjuiciar la monografía de Jackson sobre el "progre" Bernard Shaw, escribiera: "Podría haber escrito [Jackson] mejor filosofía si hubiera discutido con él [Bernard Shaw], pero ha escrito incluso mejor literatura defendiéndolo… el hecho de que el trabajo del señor Jackson mueva a la mente a reflexiones destructivas sólo prueba la espléndida sinceridad y simpatía intelectual que brilla a través de sus páginas."
En 1911, Hoolbrok Jackson envió a su amigo un ejemplar de su libro de aforismos titulado Platitudes (simplezas). Sobre él, Chesterton redactó en lápiz verde de punta gruesa una larga serie de anotaciones. La mayoría de ellas "deconstruye" de forma más o menos burlesca las ideas de Jackson, hasta el punto de que a veces es difícil imaginarse que quien las escribiera lo hiciera también desde el afecto. Sin embargo, así fue. Exceptuando el vituperio y la agresión, afrentas ante las que la mera tolerancia puede ser incluso más dañina que el entuerto cometido, la cercanía y la amable intimidad con el opuesto son posibles y aconsejables. El cómo hacerlo es otra historia, y en todo caso una cuestión puramente práctica. No obstante, no estaría de más dedicarle algún tiempo y unas cuantas neuronas. Les dejo con estas perlas de la dialéctica, cuyos autores ciertamente habrían estado poco complacidos con una presentación que con mucho ha rebasado los límites de la buena educación. Pido disculpas a ambos.
Jackson: La teología y la religión no son lo mismo. Cuando las iglesias están controladas por los teólogos, la gente se va.
Chesterton: La teología es simplemente la parte de la religión que requiere cerebro.
J: Todos los dogmas son correctos, pero es equivocado necesitarlos.
C: Todos, excepto los débiles mentales, los necesitamos.
J: Toda costumbre fue una vez una excentricidad; cada idea fue una vez absurda.
C: No, no. Algunas ideas han sido siempre absurdas. Ésa es una de ellas.
J: Sólo los ricos recomiendan a los pobres que se contenten.
C: Eso cuando no recomiendan el socialismo.
J: Las mayores cualidades del trabajador son su amor por el juego y su odio al intelecto. Estas virtudes le proporcionan un toque de paganismo que lo acerca a los dioses.
C: Lo que el trabajador detesta es el intelectualismo, la intelligentsia de Rusia. Yo también. La cabina del conductor del autobús está llena de intelecto.
J: La gran revolución del futuro será la rebelión de la naturaleza contra el hombre.
C:Espero que nadie vacile a la hora de disparar.
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