El ser humano actúa como agente intencional para conseguir sus objetivos más valiosos con el mínimo coste posible. El propio cuerpo (y mente) de cada individuo es su principal medio de acción, necesita ser mantenido y su capacidad de actuación puede ser perfeccionada (entrenamiento, aprendizaje). Las acciones precisan además medios externos que pueden ser objetos perecederos (alimento, combustible: son destruidos al utilizarse o pueden estropearse espontáneamente si no se guardan y conservan en condiciones adecuadas) o duraderos (de menor o mayor persistencia, como ropa, herramientas, ornamentos, vehículos, edificios). Algunas de estas cosas existen en la naturaleza y se regeneran de forma espontánea, otras necesitan ser producidas: el ser humano usa cosas y produce cosas.
Las acciones pueden tener efectos: sobre uno mismo (comer, lavarse, aprender sobre algún tema); sobre otras personas (hacer algo a otro: proporcionarle un servicio personal, como entretenerlo, darle un masaje o un corte de pelo, tener relaciones sexuales, curarlo, enseñarle algo, transmitirle información; o darle algún objeto); o sobre objetos impersonales (transformar alguna cosa propia o ajena, como pintar una casa, preparar comida, arreglar un traje, construir un aparato, ensamblar un dispositivo, crear un diseño).
Cuando los individuos interactúan y se relacionan libremente, intentan generar valor, para sí mismos y para los demás: tratan de desarrollar las capacidades y adquirir los medios que les permitan prestar servicios valiosos, o intentan producir o distribuir bienes valiosos. Cada sujeto considera en su acción no sólo sus propias preferencias por las cosas (valor de uso para uno mismo), sino cómo las valoran los demás (valor de intercambio).
En economías con división del trabajo, los agentes económicos individuales son productores especializados y consumidores generalistas: la variedad de lo que compran o reciben para el consumo final no es completa (no compran cualquier cosa), pero es mucho mayor que la variedad de lo que venden o dan como fruto de su trabajo. La cooperación mediante la división del trabajo es más productiva (mejor rendimiento de los especialistas), pero da origen a problemas de coordinación para distribuir los bienes y servicios de los productores a los consumidores: los agentes deben trasladar valor en el espacio y en el tiempo, y dividirlo o agregarlo para ajustar cuantitativamente los intercambios.
Cuanto más extendida sea la división del trabajo, mayores pueden ser los costes de transacción y más conveniente es la existencia de instituciones que los reduzcan. Los procesos de mercado resuelven estos problemas mediante dos mecanismos íntimamente relacionados: los intermediarios y el dinero.
Vendedores y compradores potenciales deben buscarse unos a otros hasta que se produzcan encuentros mutuamente satisfactorios, y toda búsqueda tiene un coste que puede ser importante. No es necesario que estos encuentros sean óptimos para ambas partes en el sentido de que cada uno reciba justo lo que más quería para sí mismo: basta con que cada uno valore más lo que recibe que lo que da a cambio, considerando que además puede existir la posibilidad (no la certeza) de transferir a un tercero lo que se ha recibido. Al adquirir algo un comprador puede considerar no sólo su propio uso o consumo, sino también la posibilidad de revenderlo. Pero como cada compraventa tiene un coste de transacción que puede ser elevado, la existencia de múltiples ajustes e intercambios entre todos los participantes en el mercado (todos con todos) puede ser muy ineficiente.
Algunos agentes económicos pueden tener iniciativa empresarial y especializarse en adquirir bienes solamente para su reventa posterior (distribuidores, comerciantes fijos o ambulantes, intermediarios entre productores y consumidores). Un intermediario posibilita el contacto indirecto entre múltiples productores y consumidores, economiza recursos y amplía la extensión del mercado. Sin la colaboración de intermediarios sería necesaria una gran cantidad de costosas conexiones entre cada productor y todos sus clientes posibles, y entre cada consumidor y todos sus proveedores posibles. Como la estructura de producción es compleja, pueden existir intermediarios a diversos niveles: entre productores, o entre otros intermediarios (distribuidores mayoristas y minoristas).
Los intermediarios o comerciantes son nodos intermedios altamente conexos que simplifican y agilizan la estructura de distribución de valor de una sociedad. Son especialistas en procesos de búsqueda y ajuste entre productores y consumidores. Los problemas de distribución no suponen solamente costes de transporte (distancia entre fábricas y domicilios) y almacenamiento: también implican problemas de obtención y gestión de información acerca de las posibilidades de los productores y los deseos de los consumidores; como el conocimiento es imperfecto, siempre hay problemas de riesgo e incertidumbre, no se sabe con certeza a quién y cuándo se venderá un bien o servicio.
Los agentes económicos con preferencia temporal y aversión al riesgo (productores, intermediarios y consumidores) utilizan el dinero como medio de preservación e intercambio de valor que minimiza tiempos, riesgos y costes de almacenamiento y transporte.
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