En mi entorno es cada vez mayor el número de incrédulos que ponen en duda todo lo que dicen los medios de comunicación y que llegan incluso a desconfiar de casi todo lo que la mayoría toma por sucesos -recientes, o no- realmente acontecidos, salvo cuando ellos intervienen directamente en ellos, que es, claro, muy pocas veces.
Es angustioso vivir en la sospecha o el recelo permanente, cuando nuestra vida, lo queramos o no, es una sucesión continua de actos que requieren fe. Si no una fe en un Dios superior, sí al menos en nuestra memoria, nuestros sentidos y, aunque quizás en menor grado, también en quienes nos rodean.
La tecnología parece que está jugando en contra -o a favor, según se mire- de la legión, cada vez mayor, de descreídos: no es ya que un menor, ni siquiera adolescente, sea capaz de manipular fácilmente una imagen para hacerle decir o parecer lo que ni dice ni parece en realidad; es que la inteligencia artificial, motu proprio, y sin casi ayuda, edita vídeos falsos, de personas aparentemente reales, a partir de vídeos o imágenes ya existentes (con una técnica conocida como “deepfake”).
En un mundo en el que nuestra realidad depende, cada vez más, de lo que aparece en las pantallas y micrófonos de nuestros teléfonos y ordenadores, y en el que las bases de datos -con vídeos, audios e imágenes cedidas alegre e ingenuamente- son cada vez mayores y más numerosas, el futuro que se nos presenta, para cuando estas técnicas estén bien afinadas -más pronto que tarde- se antoja terrorífico.
Hay quienes dicen que la realidad está formada por infinitos mundos paralelos de los que no somos conscientes y que nos cuesta imaginar. A lo mejor en no mucho tiempo empezamos a tener una idea aproximada de lo que ello significa. Quizás para entonces la secta descreída esté formada por todos y cada uno de nosotros y sólo los frikis desclasados paranoicos sean los que prefieran vivir sin recelar. El problema para la mayoría será que la desconfianza permanente radical es angustiosa y sólo invita a cerrar los ojos y quedarse en casa… con consecuencias similares a las del asno de Buridán.
Dicen algunos que nuestra civilización partió de un sano escepticismo, de una desconfianza en lo aparente que nos mostraban los sentidos: si realmente sólo con esos mimbres hemos llegado adonde estamos… no quiero ni imaginar adónde vamos a ser capaces de llegar.
1 Comentario
Adjunto breve texto y video de Benedicto XVI: ¿Quién es San Benedicto? (patrón de Europa y de su pontificado):
Texto: http://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2008/documents/hf_ben-xvi_aud_20080409.html
Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=CTOSMun9Jxs
Benedicto de Nurcia (480-547) vivió una situación parecida a la actual. Incomodado por la crisis de valores e instituciones de su tiempo (tras la caída del Imperio Romano), con el ejemplo de su vida y su obra, especialmente su Regla (ejemplo de institución de adscripción voluntaria, alejada de los medios políticos), sirvió de guía y de modelo para supervivencia de la civilización y el desarrollo de la cultura europea. Una Europa que hoy, arrastrada por un tercer tsunami estatista (que apunta también hacia trágicas consecuencias), necesita más que nunca una renovación ética y espiritual que se inspire en las raíces cristianas del continente.