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Réplica al análisis de Fernando Herrera sobre el Bitcoin

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El pasado 23 de enero, el Sr. Fernando Herrera publicaba un artículo con el título «Análisis económico básico del Bitcoin (II)» como continuación de otro de su misma autoría publicado con anterioridad.

Si bien el artículo se entiende formulado desde la buena intención, el mismo contiene una serie de afirmaciones y apreciaciones que, desde mi punto de vista, no se ajustan al funcionamiento y las características de la criptomoneda digital, el bitcoin, que intenta analizar.

Así comienza el Sr. Herrera su escrito:

En la primera parte del análisis económico de Bitcoin concluí que su principal característica diferencial con las monedas que han sido aceptadas espontáneamente por la sociedad a lo largo de la historia era su carencia de valor de uso o directo. Desde este punto de vista, Bitcoin es similar a las monedas fiat que utilizamos en el mundo occidental, salvo que carece del apoyo/soporte/obligación de los Estados.

Sería interesante conocer si el euro, dólar, libra esterlina, yen, etc., son consideradas por el autor como «aceptadas espontáneamente por la sociedad» siendo que son monedas de curso forzoso, impuestas por la vía legal y sin alternativa frente a las mismas para los ciudadanos.

El bitcoin sí que es una moneda cuya adopción depende en su totalidad de la voluntad de las personas. Tan solo por ese motivo creo que su aparición debe ser motivo de aplauso para quienes rechazamos las divisas de curso legal forzoso impuestas desde el Estado.

La ausencia de valor de uso de Bitcoin se trata aparentemente de suplir mediante otras características que ha mostrado el dinero históricamente, en concreto dos. Por un lado, la obtención de BTCs se asocia a la dedicación de capacidad de proceso para el funcionamiento del sistema, por lo que es un proceso que consume recursos (lo mismo que la obtención del oro y contrariamente a lo que ocurre con el dinero fiat); por otro lado, el número de BTCs que pueden aparecer en el sistema tiene un límite absoluto, por lo que no cabe la posibilidad de que pierda valor por la vía de aumentar la cantidad.

En mi opinión no puede hablarse de «ausencia de valor de uso» cuando la tienda online de material electrónico TigerDirect.com, propiedad de Systemax Inc., una de las corporaciones que integran el índice Fortune 100, concretó ventas durante las primeras veinticuatro horas posteriores a introducir ese medio de pago en su página web por valor de más de 300 bitcoins (250.000 $ aprox. al cambio del día).

Tampoco creo que quepa argumentar «ausencia de valor de uso» como defecto del Bitcoin siendo que el sitio Overstock.com, uno de los mayores retailers estadounidenses en equipamiento para el hogar, textil y calzado, recibió pedidos de sus clientes por unos 120 bitcoins (130.000 $ aprox. al cambio del día) tan solo en la primera jornada en que se puso a disposición del público esa modalidad de pago.

Y no son esos los únicos casos de grandes empresas que aceptan bitcoins como medio de pago, también tenemos a WordPress, Zynga, Hypebeast o Coastal, además de, por ejemplo, decenas de pequeños comercios del barrio de Kreuzberg en Berlín, quienes aceptan pagos en Bitcoin de manera regular y cotidiana.

¿Puede hablarse de «ausencia de valor de uso» del bitcoin cuando ciudadanos de países como Argentina o Venezuela, afectados por el severo control de cambio de divisas implementado por sus gobiernos, pueden burlar ese cerco y usar bitcoins comprados con moneda local para pagar sus compras en tiendas virtuales de Internet mediante servicios como Bitsumo o Snapcard?

Parece que no cabría atribuirle al Bitcoin «ausencia de valor de uso» considerando que unos 17 millones de habitantes de Kenya pueden recibir remesas de sus familiares en el exterior de forma rápida y barata a través del servicio de billetera bitcoin, Kipochi, que el operador de telefonía móvil Safaricom ha puesto a la disposición de su base de clientes dentro de su sistema privado de pagos M-Pesa.

Respecto al primer punto, se nos dice que los ordenadores «mineros» han de llevar a cabo un ingente volumen de proceso a fin de garantizar la integridad, confidencialidad y privacidad del histórico de transacciones. Toda la información que intercambian ha de estar cifrada con largas claves, lo que exige dicha capacidad.

No estoy en condiciones de poner en cuestión la capacidad de proceso requerida para estas actividades. Pero me inclino a coincidir con D. Rodríguez Herrera, quien escribe que se obliga a los ordenadores a «hacer un montón de cálculos extra en principio inútiles, pero que sirven para comprobar que han tenido que estar trabajando más o menos unos diez minutos para resolverlos». Es bastante intuitivo que las operaciones aritméticas que requieren los cifrados, por muy voluminosas y complejas que sean, no pasarán de peccata minuta para ordenadores que pueden dibujar escenarios en tres dimensiones y en tiempo real para cualquier jueguecillo que se precie.

Se plantea en el artículo que la capacidad de cálculo requerido en la actualidad para validar los bloques de transacciones, procedimiento que es la columna vertebral del sistema dado que garantiza la integridad de la cadena de bloques, puede ser abordado con ordenadores aptos para hacer correr «jueguecillos» o «dibujos en 3D».

Ello no responde a la realidad actual. El sistema de prueba de trabajo (Proof of Work) sobre el cual se basa el sistema Bitcoin requiere ejecutar procesos de cálculo muy complejos, utilizando técnicas de «hashing» para descifrar incógnitas criptográficas basadas en el algoritmo de hash seguro SHA256. Si bien hubo momentos en los que esto podía hacerse con tarjetas gráficas de altas prestaciones, desde hace ya tiempo se requiere de equipos informáticos específicamente diseñados para ejecutar esa Prueba de Trabajo. Estos equipos se denominan técnicamente ASIC’s (Application-Specific Integrated Circuit) y solo sirven para esa tarea, recibiendo bitcoins a cambio (25 unidades en la actualidad por cada bloque generado) de validar los bloques criptográficos que contienen las últimas transacciones realizadas.

No son «cálculos inútiles». El lapso de diez minutos así como el grado de dificultad del proceso tienen sólidos fundamentos técnicos descritos con detalle en la documentación publicada por sus desarrolladores. En mi opinión, no porque se desconozcan esos detalles debe transmitirse al público la impresión de que la labor de los mineros, el coste de sus equipos y el gasto energético necesario carecen de utilidad. Menos admisible es que se intente asimilar todo ello con la ejecución de «jueguecillos».

Desafortunadamente el artículo continúa exponiendo supuestas deficiencias del sistema Bitcoin que no son tales.

Se enuncia en el mismo que «desde el punto de vista social, la producción de un BTC supone una pérdida de recursos». Tal y como se ha explicado anteriormente, la generación de bitcoins no puede calificarse como «pérdida de recursos», pero aunque así lo fuera estos recursos los proveen personas privadas, de su bolsillo y sin ninguna cantidad mediante de dinero público, por lo cual considero que no cabe hablar de pérdida «desde el punto de vista social». Si es que el Bitcoin llegara a tener una cotización nula frente a otros valores y el mercado en su libre juego de oferta y demanda lo rechazara como opción, la excelente noticia es que ninguna tercera persona, aparte de sus dueños, tendrá que cubrir esas pérdidas vía impuestos ni deuda estatal.

Otra de las afirmaciones con las cuales no puedo concordar es aquella donde se dice que «existe un buen número de divisas electrónicas que pueden resultar sustitutivas» del Bitcoin.

No entra en detalles el autor acerca de a cuáles «divisas electrónicas» se refiere, pero hasta el momento de escribir esta réplica las criptomonedas que han ido apareciendo a posteriori de la creación del Bitcoin, en su inmensa mayoría, con alguna excepción que en lugar de utilizar la técnica de «Prueba de Trabajo» (Proof of Work) usa el método de «Prueba de Participación» (Proof of Stake) como base del sistema, no son más que copias del algoritmo Bitcoin con modificaciones puntuales que no superan al modelo original. Sustitutiva no hay ninguna a la fecha. Opcionales -con defectos más o menos importantes respecto del Bitcoin- sí hay alguna que otra criptomoneda, todas ellas referenciadas a la cotización del Bitcoin.

Hablando de «ausencia de valor de uso» del bitcoin: mientras escribo esto me entero de que Mint, una popular aplicación de gestión financiera para teléfonos móviles que posee una base de clientes que supera los 10 millones de usuarios, ha incluido al Bitcoin dentro de los activos susceptibles de seguir y supervisar por sus clientes a través de su plataforma.

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