El sirope de maíz alto en fructosa es uno de esos ingredientes difícil de sortear o evitar en muchos pasillos del supermercado, aún más si uno visita EEUU. Se trata de uno de esos "alimentos" que la naturaleza no nos da, pero sí un laboratorio. En resumidas cuentas, el sirope de maíz alto en fructosa es una forma de imitar al azúcar a partir del maíz que inunda tanto dulces como refrescos, y en muchos sentidos es aún menos saludable que el azúcar.
Un estudio publicado en 2013 concluyó que los países que tienen más introducido este compuesto en su cadena alimentaria sufren de un 20% más de diabetes que los países que no lo emplean. En un estudio animal aún más reciente, 6 de 10 animales sometidos a una dieta alta en sirope de maíz alto en fructosa fallecieron de un fulminante cáncer de hígado en pocos meses. Una dieta rica en este compuesto produce oxidación, inflamación, alteración del metabolismo celular y daño al ADN.
Podemos culpar a los ciudadanos por ser unos irresponsables. También podemos culpar a la industria alimentaria por envenenarnos a sabiendas. En todo este asunto, por desgracia, no vemos el que quizás sea el mayor culpable de todos: el Gobierno.
De 1995 a 2010, casi 17.000 millones de dólares fueron subsidios del Gobierno de EEUU destinados a compañías que producen o distribuyen sirope de maíz alto en fructosa, maíz y aceite de soja (un aceite altamente inflamatorio y oxidable). Sin duda esto produce grandes beneficios a agricultores, ¿pero a costa de enfermar a la población? Es más, ¿por qué los agricultores tienen que ser un sector subsidiado?
Según el estudio citado anteriormente, EEUU tiene el mayor consumo per cápita de sirope de maíz alto en fructosa en todo el planeta. Nada de que sorprenderse en el país de la obesidad. El aumento del consumo en las últimas décadas de carbohidratos refinados en general, y en este caso de fructosa refinada en particular, se deja notar: el mundo ha pasado de tener 153 millones de diabéticos en 1980 a 350 millones en 2008, y seguimos sumando.
Por qué en EEUU es un ingrediente tan extremadamente atractivo para los fabricantes es una pregunta fácil de responder. Las millonarias subvenciones del Gobierno hacen que su precio sea extraordinariamente bajo. Y lo que cae como del cielo gratis por arte del subsidio de turno es –entre otros- el sirope de maíz alto en fructosa, no el brócoli.
Los precios en un país y mercado libres condensan la información para coordinar los deseos de los ciudadanos con empresarios y trabajadores. Industrias como la alimentaria difícilmente reflejan otros deseos más que los de los burócratas, impidiendo en el camino el desarrollo de nuestra salud. Pues la salud ha de cultivarse, no imponerse con decretos o camisas de fuerza de comisarios políticos. Y la sociedad que llegue a asumir lo contrario, ya de por sí estará enferma.
Y ahora viene una de esas preguntas que nadie quiere hacerse: Si son el propio Gobierno, los políticos y burócratas en general los que están contribuyendo a arruinar la salud de los ciudadanos, ¿por qué hemos de dejar los servicios de salud en manos de quienes nos enferman?
Probablemente antes de nada hemos de quitar al Gobierno el poder de y sobre la educación. Hasta que no pensemos libremente, y libres del Gobierno, no nos haremos las preguntas que realmente importan.
@AdolfoDLozano / www.juventudybelleza.com.
Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!